Cuando bajo del avión, me dispongo a llamar a mi amiga para ver si ya está aquí o si tendré que ir sola.
—Hola, Madison —saludo en cuanto me contesta el teléfono.
—¡Hola, Ferniss! ¡Dime que ya estás aquí!
—Sí, y por eso te llamaba. ¿Podrías recogerme?
—Oh, no tengo auto, y además, estoy en la universidad todavía. Pero no te preocupes, ¿crees que puedas ir sola al departamento?
—Sí, no hay problema. Solo dime la dirección, por favor.
—Claro, no te preocupes. Te la mando por mensaje. Ah, y por cierto, ahí estará mi hermano para que te reciba.
—¡En serio! Muchas gracias y disculpa…
—¡Hey, nada de gracias! Sabes que eres una de mis mejores amigas. Además, antes me has salvado de muchas —recuerdo las veces que cubría a Madison cuando sus padres no la dejaban salir y me da mucha risa.
—Vale, nos vemos luego. ¡Adiós!
Después de cortar, me llega un mensaje de Madison con la dirección. Espero que mi maleta llegue y me voy directo a buscar un taxi, poniéndome en marcha hacia el apartamento.
Al llegar al edificio, me doy cuenta de que, para mi mala suerte, no pregunté en qué piso se encontraba el departamento. Pago al taxista y me encamino hacia la recepción. Supongo que allí sabrán en qué piso viven las personas, ¿no?
Al ingresar, saludo al hombre en la puerta, que supongo es el guardia, y sigo hasta el mostrador donde hay una señorita.
—Buenas tardes, vengo de parte de Madison Tayler. ¿Me podría decir en qué piso vive?
—No puedo darle esa información, señorita —me responde sin siquiera mirarme y con un tono aburrido.
—¿No puede o no quiere? —digo en un susurro. Pensé que ya estaba informada, porque Madison me dijo que solo entrara, pero que olvidé preguntar el piso.
—No debería de olvidarse —responde secamente.
—Está bien —respondo sin más y saco mi teléfono para llamar a mi amiga.
—¡Hola de nuevo, Ferniss! ¿Algún problema? —me responde casi a gritos.
—Pues sí, mira, ya llegué al edificio, pero olvidé preguntarte por el piso. Y esta señorita recepcionista, que parece que ha comido limón, no me quiere decir.
Escucho una carcajada de Madison, lo que me confirma que tampoco le cae bien la recepcionista.
—Tienes razón, yo le digo "cara de aceituna". Pero bueno, es en el piso 6. No te preocupes, que llamaré a mi hermano para que te ayude con la maleta, ya que el ascensor está en remodelación.
—Está bien, Madi, gracias.
Después de eso, solo me queda esperar a que baje su hermano, Isaac. Si no recuerdo mal, él es un año menor que Madison, y cuando se fueron aún estaban chicos. Me llevaba bien con ambos, ya que Isaac nos seguía a todas partes, como si fuera nuestro guardaespaldas personal.
Después de unos minutos, veo a Isaac bajando por las escaleras.
—¡Vaya, sí que ha crecido! —me digo a mí misma. Si no recuerdo mal, él era mucho más bajito que nosotras. De hecho, le solíamos decir "enano". Ahora, con mi 1.60 y él alcanzando al menos 1.78, nunca más me burlaré de nadie.
—¡Ferrrr! Qué alegría verte —me dice mientras me abraza. Respondo al abrazo.
—¡Hola, Isaac, gracias!
Cuando terminamos de subir las escaleras (y qué cansado fue), Isaac se detiene frente a una puerta y la abre, invitándome a pasar. Cuando entro, puedo distinguir bien el interior. Se los describiré un poco: La puerta está en el centro, a la izquierda está una pequeña cocina con una barra para comer, y las paredes tienen grandes ventanas, que parecen ser las únicas. Frente a nosotros hay una pequeña sala con un televisor en un mueble y sillones de tres cuerpos. El sillón más largo está de espaldas a la puerta, y los otros dos están a la derecha y a la izquierda. En el centro de los sillones hay una mesa de centro. Justo en el lugar donde me encuentro (cerca de la puerta) hay una pequeña mesa donde supongo que ponen las llaves... ¡Qué lista soy! Acabo de ver a Isaac poner las llaves ahí.
—Ven, te enseñaré dónde están las habitaciones.
Sigo a Isaac por un pasillo a la derecha, al fondo. Al llegar, distingo cinco puertas: dos a la izquierda y tres a la derecha.
—Verás, la última puerta del lado izquierdo es el baño. La que está enfrente es de Madi. La del medio, a la derecha, es la mía. Esta aquí (la primera puerta a la izquierda) es de Alex, mi mejor amigo, y la de enfrente será tuya (la primera puerta a la derecha). Antes era un escritorio que usábamos Madi y yo, pero ya lo arreglamos. Eso sí, no tiene muebles ni cama.
—Oh, no te preocupes, Madi me avisó. De hecho, cuando venga le digo para que me acompañe a comprar las cosas.
—Está bien. Un detalle más: el cuarto de mi amigo tiene baño propio y todo eso, así que no te preocupes. Además, no sale mucho porque está estudiando.
—Vale, más bien, ¿cómo se reparten los gastos, la comida y eso?
—Básicamente, el único que cocina es Alex. Cada semana vamos al supermercado todos juntos y compramos lo que falta. Los gastos los repartimos entre todos, aunque casi siempre cenamos pizza.
—Entendido, gracias —le dije con una sonrisa.
—Yo tengo que salir, pero siéntete cómoda. Madi no tarda mucho en llegar.
—Vale…
Apenas terminó de decir esto, se despidió con una sonrisa. Me puse a explorar un poco más el apartamento. La cocina estaba muy bien organizada, y me sentí a gusto en el lugar. Regresé a la sala, donde estaba mi maleta, y saqué el celular para avisar a mi hermana y mamá que ya había llegado.
Mientras enviaba mensajes a mi hermana, quien me preguntaba sobre Isaac (algo que no les mencioné es que mi hermana siempre estuvo algo "enamorada" de él, aunque él nunca le hizo caso), estuve distraída durante casi una hora. Al final, escuché la puerta abrirse. Supuse que era Madison, pero no era ella...
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Editado: 28.01.2025