Del amanecer al ocaso (fanfic de Crepúsculo)

Un Psycho Killer suelto - Un asesino serial free

¿Quién dijo que Crepúsculo era solo una novela rosa?
¡Falacias!
También tiene su cuota de thriller. Hay un crimen en la película y en el libro. Un crimen que pasa desapercibido porque del personaje nadie se acuerda. Tampoco yo.

 

— ¡No diré nada hasta que llegue la doctora Polo!

El inspector de policía se llevó nuevamente la mano a la cara y tironeó de su cabello con impaciencia. Dando un suspiro sacó una cajetilla de cigarrillos del interior de su chaqueta.

Alcé la barbilla con gesto serio, aguantándome las ganas de llorar a moco tendido.

Miró en mi dirección resignado y me dio la espalda dirigiéndose hacia la salida, dejándome sola, en aquella sala fría y oscura, pintada de blanco deslavado.

Hace horas —o eternos minutos— mi tranquila tarde de jueves se había vuelto una historia de terror. Pero, the rial terror. Con monstruos de verdad.

Un escalofrío recorrió mi espalda cuando recordé cuadro a cuadro lo acontecido hace unos instantes...

Edward llegó al mismo tiempo, en que yo salí del interior de la casa. Apenas lo vi, me abalancé a llenarle la camisa de lágrimas y mocos.

— Está... está —En silencio, se limitó a acariciar mi nuca, mientras texteaba con la otra mano. — ¡Está tieso! —Con manos temblorosas me aferré a su abrigo entreabierto, mientras escondía el rostro en su pecho. — Mierda, mierda, mierda.

En el mejor de los casos me extraditaban.

En el mejor.

La otra posibilidad era que me dieran cadena perpetua en Guantánamo. Una punzada penetrante se instaló en mis rodillas, cuando pensé en los diversos escenarios que me podían deparar...

¿Y si me achicharraban las neuronas? ¿O me daban una dosis letal?

¿Qué sería legal y qué no en ese Estado?

También podían mandarme al área 51, para experimentar conmigo...

O peor, a un sitio donde no hubiera ni ley, ni dios...

¿Su par de años en Siberia?

¡O peor!

Finalmente, emergió la posibilidad, que empañó mi visión y volvió mis extremidades de lana.

¡¿Y SI ME MANDABAN A UN GULAG?!

Desde ese momento en adelante, mis recuerdos se vuelven confusos y solo soy capaz de visualizar pequeños fragmentos de escenarios concretos; como el interior de un coche policía, y unas ventanas con protecciones metálicas. Siempre acompañada de una presencia imponente y una voz ronca susurrando a mi oído para tranquilizarme.

Cuando me dejaron, a mi suerte, con el inspector Caruso versión pirata, exigí ver a mi abogado. Eso hacían siempre en la tele. No obstante, recordé que estaba más pobre que país con reservas de petróleo.

De modo que, de modo que apelaría a la buena voluntad de la Dra. Ana María Polo.

<<Respete, para que lo respeten y que Dios los ampare.>>

Ojalá no me dejara al amparo de Dios solamente.

Después de un breve instante —que para mí fue una ida y vuelta al infierno, con el tiempo suficiente para hacer un testamento, en el que no le dejaba nada a Willy, salvo deudas— Caruso regresó e inspiré hondo preparada para mi sentencia.

Lo bueno de haber varado en Pueblo Tenedor, era que ya me había acostumbrado al frío y las ciudades deprimidas.

Que venga el Gulag.

— Tu hermano te está esperando. —Anunció el inspector, abriendo la puerta de la sala.

No me moví de mi sitio, pensando cuáles serían mis últimas palabras, para él.

Las de Nancy, no tenía ni que pensarlas: <<Me cagaste la vida.>> En contraparte para Willy serían algo así como: <<Tú me la arreglaste...>> O al menos lo intentó.

— ¡Largo! —Bramó Caruso, sacándome de mi ensimismamiento.

Obedecí y afuera me pegué a Willy como una lapa antes de que me llevaran los polis.

— Shhh... Vamos a casa.

Alcé la cabeza y miré a mí alrededor, en busca de los agentes de la CIA. Me limpié la cara al percatarme de la presencia de Edward y el doc.

Oh wait...

Si no habían agentes de la CIA.

Eso significaba sólo una cosa.

¡¿Eran ellos los agentes de la CIA?!

***

En casa me zampé todas las pastillas de dormir que encontré. O eso me hubiera gustado. Un hermano, con una provisión infinita de medicamentos a su disposición y no se pela ninguno. De modo que, no me quedó otra que armarme con sus flores de Bach, para calmarme en algo. Por su imprudencia no le quedó una gota.

No obstante, confirmando mi escepticismo, las dichosas flores no tuvieron un efecto duradero. Mejor me las hubiera fumado.

Willy, se apiadó de mi nuevo trauma, gracias a la mediación de Taylor —el que me caía cada día mejor; grande Taylor— de modo que me dejó faltar a la escuelita. O tal vez, mis gritos de urraca, producto de las pesadillas, fueron los que lo convencieron. No importa. La cosa es que podría faltar a la escuelita y al trabajo a costa de alto trauma. Un precio razonable.

Durante el día, me dediqué a recuperar las horas de sueño, y a investigar acerca del calvito vegetariano —así llamé al sujeto que había encargado pizza vegetariana y encontré patiteso en su bote a la orilla del río—. No había nada que no supiera. ¿Seguía dejándome eso como la principal sospechosa de su crimen? ¿Podría el FBI allanar mi casa? ¿Tendría yerba bajo su cama Willy? No. Bajo la cama, no. Pero, podría tenerla escondida en otro lugar y serían dos los cargos que me imputarían. Homicidio y tráfico de drogas.

La suerte me esquivaba y me perseguía la desgracia. Pero yo corría más rápido.

***

Taylor, cenó esa noche con nosotros disipando mi ansiedad. Gracias a que era policía...

¿Qué? ¿Qué es ese horrible error de redacción? ¿Ah? ¡Borrar! ¿Cómo que no se borra? ¡Exijo hablar con mi editor! ¡Cómo que no tenemos para un editor!

*
*
*

En fin, que ser policía tenía sus ventajas y yo ni me enteraba. Como el tener acceso a la información personal de la gente y sus antecedentes criminales.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.