Del amanecer al ocaso (fanfic de Crepúsculo)

¡Oh! ¡Un cliché de telenovela!

— Vino para la madre, flores para el padre. —Resolví muy pagada de mí misma, sosteniendo una botella de tinto en una mano y en la otra un ramo de flores. 

— Es al revés. —Willy sonrió divertido. — Flores para la suegra, vino para el suegro. 

— Claro... ¡Oye! —El sonrojo fue evidente. — Mejor ayúdame a buscar una pilcha decente.  

Ambos nos dirigimos al chiquero que tenía por habitación. Willy arrugó la nariz y con cuidado de no pisar nada fue hasta el armario.  

— ¿Cuándo es tu cita con Cullen?  

— El sábado. Y no es una cita. Solo voy a ir a su casa... —A conocer a su familia de vampiros. Pero, vampiros de etiqueta. Ricos, refinados, elegantes. Una punzada me hizo doblar sobre mi estómago.  

— Vas a conocer a tus futuros suegros. 

— Cállate Willy. 

— Futura señora Cullen. 

— Te voy a dar un zape. Espérate nomas. 

— ¿Y cuándo me lo vas a presentar a mí? 

— El día del níspero. ¿Dónde está mi vestido de mangas largas? Ese verde oliva. 

Willy puso los ojos en blanco y dio un respingo. — Ahora es verde deslavado con manchas rojas. Lo echaste junto con una camisa y se tiñó. 

— Mierda... ¿En serio? ¿Y ahora qué me pongo? —Era la única prenda femenina de medio etiqueta que tenía... y ahora iba a oficiar de trapero. 

— No sé. Mañana si quieres vemos algo lindo en Port Angeles. —Hice una mueca que mezclaba mi infinita flojera y resignación. 

— Más te vale que me acompañes. 

— Obvio. Si no vas a salir con una polera de no sé qué banda o una que diga fuck you. 

Me encogí de hombros. Eso era altamente probable. Eso o que me gastara la plata en una figurita. 

— Te acompaño con la condición de que luego lo traigas a la casa. Con presentación oficial y todo. De otra forma le voy a contar a mamá. 

— No te atreverías. 

— Ah, claro que sí. Es más, incluso voy a programar una videollamada.  

Reí de buena gana, de solo imaginarme ese embrollo. 

Nancy, que nunca había visto un novio mío —porque los de Willy abundaban en casa, como buen Escorpio, alma libre que anda de novio, en novio— se pondría histérica y le saldría todo lo madre sobreprotectora. O peor. Dado la perfección apabullante de Edward diría algo así como: “El cabro encachao que se consiguió mi chiquilla” 

¿Y cómo traduciría eso para Edward? 

<<She says... “You are so very much pretty.>> 

 Nahhh.  

No era lo suficientemente preciso. 

— Ok. Me rindo. Si no sale todo del carajo el sábado, lo traigo para que lo conozcas. 

— Ayyy, invitaré a Tay. Para que seamos tipo... tus padres. Algo así como un ensayo para más adelante.  

— No estés... ¿En serio? 

Willy agitó las manos y se sentó en el borde de la cama, para entrar en detalles.  

— En fin... hablamos mucho del futuro. Nos proyectamos demasiado. Y.... entre nuestros planes está un niño. Ay, pero antes matrimonio, porque siempre tradicional. —Nos miramos un rato en silencio y reímos al unísono.  

Tradicional, era una palabra que se alejaba mucho de Willy.  

Él era todo menos tradicional, por lo que me llamaba mucho la atención que en sus planes estuviera casarse. Ninguno de los dos era muy creyente de modo que no me imaginaba entrando a una iglesia. Ahhh, cierto que tampoco lo iban a dejar.  

Sin embargo, el que creyera en el matrimonio era algo digno de admirar, viniendo de padres separados.  

Me lo quedé mirando mucho rato, en silencio, sonriendo de verlo tan feliz, tan pleno, tan despreocupado... y anhelante del futuro junto a Taylor. 

Por la noche, antes de dormir —sin la presencia de Edward rondándome, porque se iba a cazar todo lo que caminara en cuatro patas como medida de precaución —me quedé pensando en las palabras que más repitió Willy.  

Familia, matrimonio, amor. 

Yo no podía aspirar a nada de eso con Edward. Nuestra relación era un constante estado de alerta en el que se preocupaba de protegerme de sí mismo y yo me esforzaba por llevarlo al límite.  

Aunque de todas formas no estaba interesada en esos asuntos todavía.  

Los chamacos me eran repelentes. 

La familia era cuento chino. 

Y el amor una excusa para vender chocolates en San Valentín. 

*** 

— ¿Estás lista?  

Su voz, fue un suave susurro que me hizo estremecer. Esbocé una sonrisa a modo de disculpa y sacudí la cabeza en gesto negativo. 

— No encuentro mi celular. 

— Está en el bolsillo de tu abrigo. 

— Ohhh, cierto ¡aquí está! ¡Que torpeza! —dije en un tono de exagerada sorpresa. Seguí dando vueltas en círculos como hace bastante rato.  




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