Del amanecer al ocaso (fanfic de Crepúsculo)

Infamia en bruto

Contenido alto en azúcares, errores, vergüenza ajena y plagio.

Edward Cullen

Volteé de manera automática al escuchar mi nombre. Un impulso instintivo, que no volví a repetir cuando Jessica Stanley pronunció lo mismo, pero en voz alta.

Volví la atención a la comida en mi bandeja, deshaciéndola rápidamente entre los dedos, fingiendo de esa manera que me nutría como el resto de los estudiantes en la cafetería.

Todos los humanos estaban emocionados con la llegada de la nueva estudiante. Isabella Swan, la que se había pasado el día corrigiendo su nombre. “Bella” le decía a cada estudiante que le llamaba por su nombre completo.

Había visto su rostro durante toda la jornada desde diferentes ángulos, por lo que no me molesté en mirar su reacción cuando la cotilla Stanley, comenzó a revelarle los sucios secretos de la extraña familia Cullen.

— Jessica Stanley está comentándole lo tenebrosos que son los Cullen a la nueva. —Siseé lo suficientemente bajo para que no llegara a los oídos humanos.

Rosalie siguió ignorándome, ensimismada en su propia belleza y en el extraño incidente que había acontecido en la mañana.

Fruncí el ceño cuando en lugar de visualizarse repetidamente en el reflejo de las ventanas de la cafetería un rostro desconocido hizo presencia en sus memorias.

— ¿Cuál? ¿El que tiene cara de estreñido?

El comentario me desconcertó en igual medida que la reacción de Jasper. Con violencia aplastó parte del menú, haciéndolo puré. Con parsimonia miré en su dirección, identificando a la víctima de su ira como una manzana.

— Esa tonta de nuevo… —Masculló Rosalie, quien desde la mañana estaba más desagradable de lo habitual.

Emmett no pudo seguir aguantando la risa.

Desvié la mirada hasta la mesa de la chica nueva, para rehuir de su contagioso buen humor.

— ¿Has oído eso? —Dijo Emmett preguntando lo obvio. — ¡Le ha dicho a Jasper estreñido! —Sus carcajadas, captaron la atención de unos cuantos humanos a unas mesas de distancia, los que reaccionaron con aversión ante la escena.

Unos ojos grandes y castaños me devolvieron la mirada, cuando observé furtivo en busca de la responsable de las burlas hacia Jasper.

Finalmente, había conocido a Isabella. No. Bella Swan, con mis propios ojos.

La imagen que tenían los humanos, no le hacían justicia. No solo era una cara bonita y un cuerpo bien proporcionado que se podía imaginar con generosos atributos, bajo la ropa ajustada que traía.

Era una chica de piel bonita, sin rastros de maquillaje y ojos grandes y expresivos. Sus sonrosados labios eran algo desproporcionados, sobresaliendo su labio inferior, el que atrapaba entre sus dientes con frecuencia, casi de manera inconsciente.

Aparté la vista, a la espera de sus pensamientos, al encontrarla mirándome a hurtadillas. Sin embargo, solo obtuve silencio.

La única voz que escuchaba eran sus susurros, inquiriendo más detalles acerca de los Cullen.

Ofuscado, enredé las manos en mi cabello, apoyando el codo sobre la mesa. ¿Qué estaba mal conmigo? ¿Repentinamente había perdido mi capacidad de leer mentes?

Respondiendo a esa última pregunta el torbellino de pensamientos que había estado ignorando llegaron hasta mi cabeza.

Pobre diabla, seguro Edward Cullen va a estar interesada en una simplona como tú. Aunque Mike no le quita la mirada de encima. ¿Qué tiene de bueno? Ni siquiera juega bien vóley…” Se quejaba Jessica, encubriendo sus verdaderas intenciones con una sonrisa cínica.

Bajé las manos hasta mi regazo y apreté los puños bajo la mesa.

Alice echó un breve vistazo en mi dirección, con expresión despreocupada, al tiempo que su mente se nublaba de pánico.

¿Está todo bien con Jasper?

Miré hacia el techo y volví a bajar la vista hasta mis manos, respondiendo con aquel imperceptible gesto a su pregunta.

Alice suspiró mentalmente de alivio.

Dedicaba por completo su don a vigilar a Jasper y sus instintos naturales que se resistían a ignorar el dulce aroma que despedía una de las humanas que se sentaba a unos metros de distancia de nosotros.

— Si piensas en ella como en una persona con una vida y sueños, se hace más fácil. —Susurraba Alice, acariciando el cabello de su pareja.

Enarqué una ceja.

Estaba escéptico de que el mero hecho de saber que era una muchacha de último año, se llamaba Marie, tenía un hermano pequeño al que quería mucho y aspiraba a estudiar en Harvard, fuera de ayuda.

No para Jasper al menos.

Para él, era una humana más que podía saciar su sed.

Eran solo humanos.

Comida. Y nosotros los depredadores en la cúspide la cadena alimenticia.

“¿Hermanos?” “¿Hermanos marranos?” “Uy, entonces son de la UDI”.

Volteé con sorpresa ante el cambio de idioma.

“No. Cierto que son gringos.” Fruncí el ceño al reconocer un modismo latinoamericano impropio de una dama. “Acá no existe la UDI. Acá son… Trumphistas.”

Dejé escapar una risa. Todos mis hermanos me miraron con extrañeza. Simulé el gesto con una falsa tos, como lo haría con los humanos.

Por obvias razones no se convencieron.

“Pinches norteños” Continuó la voz mental cuya voz física no terminaba de reconocer.

Sacudí la cabeza y volví a mirar el infinito, fingiendo aburrimiento.

La verdad es que no ser capaz de escuchar la voz mental de Bella Swan me tenía intrigado a la vez que preocupado. ¿Qué estaba mal conmigo?

— ¿La chica nueva ya nos tiene miedo? —Preguntó Emmett apretando entrelazando las manos para apretar los nudillos.

Esbocé una sonrisa siniestra. Su porte era suficiente para intimidar a cualquiera.

Como si hubiera respondido mentalmente a ese comentario, Emmett rememoró a una chica bajita que apenas lo había visto, había huido despavorida ante su presencia.




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