Capítulo 5

—Me dijo que estaba guapa, eso no significa que estuviera ligando conmigo, ¿verdad? —pregunto sin dejar de dar vueltas por la habitación. Mi atención se va por un segundo a uno de los dibujos de Alicia que colgamos en la pared—. Es algo que las mujeres solemos decir. Aunque también comentó que se fijaba en las chicas, eso confirma que le gustan, ¿no?

Alicia me mira atentamente, siguiendo mis movimientos; Carlos está tirado en la cama con el móvil. Desde mi ángulo cualquiera pensaría que me está ignorando (yo lo pensé en su momento), pero después de haber convivido juntos varios años sé que es justo lo contrario. Dice que así se concentra mejor.

—¿No te dijo nada más? —inquiere mi amiga con interés.

—Cuando la estábamos acompañando me dio a entender que conocer a alguien la animaría a replantearse las cosas—contesto encogiéndome de hombros—. ¿Qué coño significa eso? Debería haberle preguntado, ¿por qué no lo hice? —Me dejo caer a su lado sujetándome la cabeza con frustración. Ella emite un quejido.

—A mí eso me suena a indirecta—dice ella animada. Creo que en el fondo duda.

—O que me lo estuviera contando como amiga—insisto—. ¿Tú qué piensas, Carlos? —Me giro para mirarle.

Aparta la vista de su móvil y se reincorpora.

—Pienso que no puedo saberlo sin haber estado delante—responde con sinceridad—. Por suerte, sí que puedo responder a tu otra incógnita.

—¿Por qué se comporta como una adolescente cada vez que le gusta una chica? —bromea Alicia, ganándose un golpe en el brazo de mi parte. Ella ríe.

—No soy tan bueno—le sigue el juego—. Necesitaríamos a un profesional para ello.

—Muy graciosos—refunfuño—. Déjate de misterios y cuenta de una vez.

—Vale, tú querías confirmar si le van las chicas, ¿no? —Asiento—. Pues me complace anunciaros que pertenece al mejor equipo del mundo: el mío. Liv es bi.

A juzgar por la confusión reflejada en sus ojos rasgados, nuestras expresiones de sorpresa han debido de desconcertarle.

—¿A qué vienen esas caras? —pregunta curioso.

—Pues… a que no entendemos cómo lo sabes—contesta Alicia por mí.

—Me lo dijo ella cuando os fuisteis al baño—dice encogiéndose de hombros—. Me saltó una notificación de Tinder, le enseñé a las personas con las que hablo y bueno, salió el tema. No hace falta que me lo agradezcas. —Me señala con el móvil.

—Así de fácil—murmuro.

—Así de fácil—repite él.

—Vale, esa declaración resuelve una de mis dudas, pero no la más importante—hago una pausa para añadir—: si yo le gusto o solo me ve como una amiga.

—Eso ya te toca descubrirlo a ti, no puedo hacerlo todo yo—responde volviendo a dejarse caer en la cama.

—Tienes que ser valiente y preguntárselo, amiga. —Alicia me coloca una mano en el hombro a modo de apoyo.

—Es pronto todavía—me excuso cogiendo mi móvil de la mesilla; acaba de vibrar—. Nos estamos conociendo.

—Por eso deberías salir de dudas cuanto antes—insiste preocupada—. Si dejas que pase el tiempo te pillarás cada vez más de ella y si luego resulta que nunca fue mutuo te quedarás destrozada sabiendo que lo podrías haber evitado.

Estoy a punto de responderle cuando veo que el mensaje es de Liv y mis miedos desaparecen por un momento. Como el jueves tiene el día libre me dice de quedar después de la uni.

—Mira quién se ha animado—anuncia Alicia sonriente, aunque puedo ver sus dudas reflejadas en sus ojos marrones—. Nadie diría que eres la misma persona que nada más levantarse se ha quejado por tener que ir a trabajar esta tarde.

—Me he quejado en nombre de los tres—argumento señalándoles con el dedo. Mi amiga sacude la cabeza—. En fin, el jueves estaré ocupada. —Salgo de la habitación; me ha entrado hambre.

—¡Habla con ella! —grita. Antes de que pueda contestar le dice a Carlos en tono más bajo—: No lo va hacer.

—¡Te he oído! —Lo último que escucho es su risa.

⛸️⛸️⛸️

Liv llega primero esta vez. Todavía no me ha visto, está demasiado concentrada mirando su móvil apoyada en la fuente como para percatarse de mi presencia. Me lo tomo como tiempo extra para poder recuperar la calma. Las palabras de Alicia me han estado persiguiendo toda la semana.

«Me da miedo arriesgarme—pienso sin dejar de mirarla—. Si me he equivocado, nuestra relación se volverá incómoda y me gusta la amistad que tenemos ahora, por mucho que yo quiera más».

Debo de estar volviéndome loca, nos conocemos desde hace una semana, no debería ser tan relevante en mi vida y, aun así, empieza a serlo. Hablar con Liv es fácil, cuando estoy con ella me da la sensación de que puedo hacer cualquier cosa. Mis amigos también me animan y puedo compartir cómo me siento sin miedo a ser juzgada, pero con Liv es diferente.

«Creo que el ambiente navideño me está volviendo más moñas de lo que ya soy».

Miro a ambos lados antes de cruzar por las vías del tranvía y entonces la llamo. Me sonríe. ¿Por qué tiene que tener una sonrisa tan bonita? Tan… genuina. Se acerca para darme dos besos; creo que se ha acercado más de lo que la gente se suele acercar. Tal vez solo sean imaginaciones mías.

—¿Has esperado mucho? —pregunto revisando la hora en mi móvil. No he llegado tarde.

—¡Qué va! Me he adelantado—dice animada—. Ya me tocaba a mí llegar la primera. ¿A dónde vamos?

—¿Te importa si vamos primero a devolver una cosa? —Levanto la bolsa de plástico—. No me da la vida para más.

—¿Culpamos a la uni? —bromea empezando a caminar.

—Más bien a los profesores, la universidad solo es un edificio que construyeron para torturarnos—resoplo agobiada—. Estoy intentando quitarme todo el trabajo que pueda para poder disfrutar un poco las vacaciones. Además, habrá unos días en los que no estaré en Zaragoza y me apetece desconectar.

—¿Te vas? —inquiere sin la animosidad de hace un momento. Casi parece apenada—. ¿Cuánto tiempo?

—Solo desde el veintitrés hasta el veintiséis por la mañana—contesto rápidamente—. Vuelvo a Teruel para pasar la Navidad con mi familia.