Del Juego al Amor

Capítulo 14

Mario y yo no despegamos nuestras miradas durante un tiempo. Tenía que irme, ya había estado allí más tiempo del que había previsto:


— Tengo que irme, a las siete volveré a por mi hermano –afirmé con tono de no querer cumplir mis palabras y quedarme con él toda la tarde.


— Vale, "patito". No te interrumpo más. ¡Hasta luego! –repuso Mario dándome a entender que él tampoco quería que me fuese.


— ¡Hasta luego! –exclamé un poco apenada.


Debía irme. No era ninguna excusa, había quedado con los chicos para organizar la fiesta sorpresa por el cumpleaños de mi otra vez amigo Mario. Sería en su casa, así que tendríamos que colocar los adornos mientras Mario estaba ocupado, y justo mañana me tocaban clases de natación con él. Lucía y Javi se alegraron de no tener que inventar cualquier otra excusa tonta poco creíble. ¡A nadar con mi amigo, pues!

 

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Pasé al salón donde estaba Raúl jugando a la videoconsola... Mis planes para esta tarde no eran los que yo habría deseado, pero estaba feliz de que Patri y yo fuésemos de nuevo "amigos". Cada vez que pronunciaba esa palabra mi corazón se rompía en mil pedazos, no quería ser su amigo sino algo más. Yo no era tonto, me daba cuenta de que Patri estaba empezando a caer en este dichoso jueguecito también. Se puso celosa al ver cómo Nuria me besaba, pero mi excesiva frialdad al enterarme que para ella yo era el primero me alejó. El resto de la tarde disfruté de la compañía de Raúl, mi inteligente "cuñado", tanto que me sorprendió con su pregunta:


— Si mi hermana y tú sois novios, ¿por qué no se queda a dormir en tu casa? Se supone que las parejas de mayores se dan besos en la boca y hacen ruiditos en la cama... ¿Por qué vosotros no? –replicó ante mi cara de asombro.


— Porque estamos empezando a salir juntos y aún no hemos llegado a esa parte –musité esperando que esa contestación pusiera fin a este tema.


— ¿Y a tí te gustaría besarla y hacer ruiditos en la cama? –preguntó el sabelotodo.


— Claro –le respondí al chico. Era cierto, lo deseaba con todas mis fuerzas. No le mentiría al chiquillo.


Las horas pasaron volando, no recordaba pasar una tarde tan divertida jugando a la Play desde hacía años. Y llegó el momento de que Raúl regresara a casa. Patri llegó a la hora acordada, y el pequeñajo decidió aprovechar nuestra pequeña conversación para pasar unos minutos más delante del televisor.


— Ya estoy aquí... Espero que hayáis pasado una buena tarde –expresó complaciente.


— Si te hubieses quedado, lo habríamos pasado mejor –respondí mientras analizaba si seguir lanzándole indirectas era una buena opción.


— Bueno, sólo tendrás que esperar a mañana por la mañana. ¡Vendré a la clase de natación! –exclamó radiante.


— ¡Esa es mi "patito", la que nunca se viene abajo y afronta sus miedos! –alabé a Patri para apoyarla aún más.


Raúl finalmente salió del salón y corrió a abrazar a su hermana. Eran tan bonitos, y les había cogido tanto cariño...


— Nos vamos Mario, espero que pronto vengas a casa para quedarte a dormir –me dijo con tono malicioso.


— ¡Claro campeón, sabes que lo estoy deseando! –balbuceé a sabiendas de que Patri no pillaría nuestras palabras.


Nos despedimos con un simple hasta mañana, tampoco quería que Raúl me escuchase decirle cualquier bobería de enamorado a su hermana y que luego me pidiese explicaciones por ello.

 

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Llegamos al chalet. Mi hermano se adelantó y se metió en el aseo para ducharse antes que yo, así que aproveché para escribirle a los chicos si habían terminado con los preparativos de la fiesta de mañana. A los pocos minutos recibí un mensaje:

 

¡Todo listo! Mañana te toca a tí, mantenlo entretenido como tú sabes.

 

La última parte del texto me puso a pensar. ¿Qué tipo de cosas creían que pasaban entre Mario y yo? Mi hermano salió del baño y dejé de darle vueltas al coco. Me duché, cenamos con normalidad y leí un par de capítulos de la novela que tenía a mitad. Estaba cansada, daba cabezadas pero necesitaba esperar a que llegara la medianoche sin quedarme dormida. Las 00:00 mostró la pantalla de mi móvil, abrí el chat y le escribí a Mario:

 

Felicidades por tu 22° cumpleaños... Si mis cálculos no fallan, hoy los dos "patitos" son para tí :-*

 

Mario apenas tardó unos segundos en responder:

 

Muchas gracias Patri... Y sí, no estás equivocada, cumplo 22... Pero contando contigo, ya tengo tres "patitos". Ja ja ja ;-)

 

Leí su mensaje y me ruboricé. Parecía una tonta enamorada, ¿o lo era? Fuese lo primero o lo segundo, me dormí con una sonrisa en la boca de plena felicidad.

 

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Patri había sido la primera en felicitarme. Mi "patito", ¡estaba coladito por ella! Era algo obvio y que a estas alturas ni podía ni quería negar. Recibir su mensaje era como un soplo de aire fresco para mi corazón, no me importaba la idiota de Nuria. Mi corazón estaba ocupado por otra persona, así que cogí mi colgante de corazón y me quedé embelesado mirando la letra P. Gracias a mi colega Javi había aceptado este juego, y ahora conocía el motivo de su propuesta: enamorarme de nuevo. Quería gritarlo a los cuatro vientos, para mí esto ya no era un juego... Había pasado del juego al AMOR.




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