Cuando escuché a Mario pronunciar el nombre de Lucas, se me iluminó la bombilla. ¿No era esa la razón por la que Patri había aceptado este estúpido juego: encontrar a alguien que cuidase de su hermano para poder acudir a su cita con él este sábado? Si no recordaba mal, sus padres ese día estarían fuera por trabajo, así que o Patri se quedaba en casa con Raúl, o alguien tendría que hacerlo para que ella pudiese ir con Lucas.
Era el plan perfecto para que entrara mi colega Mario en acción. Si esa tarde se presentaba en el chalet de Patri, con lo dolida que estaba con él aceptaría sin dudar su propuesta para escapar de allí y darle una oportunidad al capullo de Lucas. Ahora sólo faltaba que mi amigo descubriera quien era el afortunado que había quedado con su chica.
Mientras tanto, me encargaría de mantener a Mario ocupado durante toda la tarde. Sabía que si le contaba mi estrategia para recuperar a Patri a la primera de cambio, le daría mil vueltas antes de llevarla a cabo.
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Continué colocando los adornos en el café, la verdad que mi hermana se había currado la decoración. Años atrás por estas fechas estaba loco de la emoción de que llegara el día, significaban el inicio del verano y mi época del año preferida. Este año pensé que sería diferente, y de verdad lo sería, pero no de la forma que yo esperaba.
Picamos algo para comer, aún nos quedaba tarea por hacer... Los preparativos del local nos estaban llevando más tiempo de lo pensado y eso entretuvo mi mente. Una vez que por fin habíamos terminado de poner toda la decoración, nos sentamos exhaustos para cenar unas pizzas. Patri nos había prometido que nos enseñaría su receta justo esta noche, y eso me hizo entrar en el mismo bucle de nuevo.
— Javi, tío, ¿piensas decirme cuál es el plan? –repuse con tono desesperado.
— Está bien, Mario. ¡Pero prohibido rayarte la cabeza! –exclamó Javi.
— Sí... Vale... ¡Pero suéltalo ya! –añadí con enfado.
— Mañana por la tarde irás a casa de Patri y te quedarás de niñero de Raúl. Así ella podrá ir a su quedada y tú ganarás puntos para conseguir su perdón –explicó haciendo hincapié en la palabra "quedada". Sabía que se había mordido la lengua para no decir "cita".
— ¿En serio crees que Patri me abrirá la puerta, para empezar? –dije refunfuñando–. ¿Y segundo, en el supuesto de que escuche mi proposición, crees que acaso aceptará?
— Tenemos a Raúl de nuestra parte, ¿o no lo recuerdas? –contestó con un tono de voz lo más sosegado posible–. Lo haremos en equipo...
— ¿En equipo? –inquirió mi hermana.
— Sí, ahora os lo explicaré paso por paso –respondió Javi.
— Venga vamos, ¡escúpelo! –le rogué con impaciencia.
— Mañana por la mañana visitaré a Raúl con la excusa de invitarlo a la jornada infantil que hemos preparado dentro del programa del 25° aniversario del café. Esa será mi parte del plan –explicó mi colega.
— ¿Y mi parte cuál será? –añadió Lucía con cierta intriga por descubrirlo.
— Tú te encargarás de hablar con Patri –dijo dirigiéndose hacia ella–. Pero tendrás que olvidarte del rollo "hermana que defiende a su hermano". Al contrario, tendrás que animar a Patri a que acuda a su cita –completó Javi y pronunciando esta vez la palabra "cita".
— ¿Y en qué me ayudará eso? ¿A que vaya a su cita con otro tío? –repuse recalcando el dichoso bisílabo.
— Eso forzará a que entres en el juego –expresó Javi convencido de su genialidad–. Patri verá el cielo abierto cuando toques a su puerta y te presentes voluntario para cuidar a Raúl.
— ¿Y la ayuda de Raúl? ¿Cómo un niño de siete años sabrá lo que tiene que hacer? –objeté al brillante plan de mi amigo.
– Cuando yo vaya a verlo, le explicaré cómo recuperar a su querido cuñado. Pensé que era obvio –aclaró Javi.
— Si tú lo dices... –volví a quejarme ahora con un tono más amable.
No me quedé en el café hasta muy tarde. También me apetecía irme a casa y meditar muy bien todas las palabras y movimientos que debería poner en práctica la tarde siguiente. Cualquier mínimo error y todo se iría al traste. No tendría muchas más oportunidades, si a Patri le atraía el chico con el que saldría esa misma noche, entonces mi recuerdo se desvanecería por completo de su corazón y su cabeza.
Creé un grupo de chat formado por nosotros tres y lo llamé "Plan P". El título me pareció ingenioso y eso me sacó la primera sonrisa de todo el día. En él iríamos confirmando que nuestra parte del plan estaba saliendo según lo previsto. Pensé que mejor sería no contemplar la opción de que algo saliese mal. Esta vez no la cagaría. Ya quedaban menos de 24 horas para recuperarla. Ahora lo sabía, recuperaría a Patri y le demostraría que lo "nuestro" sí era AMOR, "juntos" lograríamos reavivarlo.