¿Pero quién se había creído para decirme lo que tenía o no que hacer? Culpaba a Lucas de que la arpía de Nuria lo hubiese engañado con él, como si su ex fuera una santa. Estaba claro que la causante era la mosquita muerta de Nuria. Seguro que lo atrapó entre sus garras por joder la amistad que Mario tenía con Lucas. Y lo más insólito era que él quería volver con "La Víbora", no se le pasaba por la cabeza que era más sensato restablecer su relación con su mejor amigo.
Con el cabreo monumental que tenía, cerré la puerta delante de sus narices como si con ello su opinión se esfumase de mi mente. Me miré al espejo, retoqué mi maquillaje para que no se me notase lo afectada que estaba. A continuación cogí mi coletero, pero desestimé la idea de recoger mis rizos. Sabía que a Mario eso le dolería, creía que sólo él tenía el poder de dejar mi melena suelta. Me quité el colgante con su inicial, no empezaría algo nuevo atada a antiguos recuerdos. Por último, eché mano de mi bolso y salí de mi cuarto con la cabeza bien alta.
Mario estaba con el móvil en la mano, seguro que estaba escribiéndole al resto de los compinchados en este complot dándoles la mala noticia. Su plan no había funcionado, ni funcionaría. Mientras tanto, Raúl estaba correteando por toda la casa, ya habría lugar para reñirle, no se me olvidaba que él también estaba metido en el ajo.
Conforme bajé las escaleras, los dos se quedaron mirándome boquiabiertos. Incluso mi hermano se tropezó y cayó al suelo, comenzando su llanto en ese preciso instante. Me acerqué a él sin dirigir la mirada hacia Mario ni una milésima de segundo, acaricié su rodilla y pronuncié las palabras mágicas para su curación:
Sana, sanita
Culito de rana
Si no te curas hoy
Te curarás mañana
Y de seguido, posé mis labios sobre su dolorida rodilla y Raúl dejó de llorar. Le dije que se portase bien y que no volvería muy tarde. Mi hermano asintió y no puso objeción a que acudiese a mi cita. Me resigné a que se quedase con Mario, si hace una semana no había otra alternativa, en cosa de diez minutos mucho menos. Salí de la casa y puse mis pies rumbo a "Café Gredas".
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Ni de reojo fue capaz de mirarme. Al verla por las escaleras pude contemplar aún más su belleza, no había rastro de la ira y la tristeza que poco antes mostraba. Ví lo dulce que había sido con su hermano después de su caída, probablemente había perdido a la persona más bondadosa, inteligente y guapa que había querido. Sólo me quedaba cruzar los dedos para que no funcionase lo suyo con Lucas, pero sin necesidad de que sufriese nada malo.
En otros tiempos habría ahogado mi melancolía en la bebida, pero ahora debía aceptar esta situación y sabía que tenía a gente que me apoyaría: empezando por Raúl, y siguiendo por mi hermana y mi mejor amigo. Así que mi ahora ex cuñado y yo nos dispusimos a ver una película, los dos queríamos dejar de pensar en lo sucedido y esa era una buena opción.
El resto de la noche continuó sin sobresaltos hasta que leí el mensaje que Javi había escrito en el chat:
Plan P: ~ Javi: P y L estaban juntos en el café, pero de repente han desaparecido.
Por mi cabeza sólo pasaron malos pensamientos, y no podía quedarme de brazos cruzados ante esta situación. Y a su vez, tampoco podía dejar solo a Raúl. Tecleé con cierto nerviosismo un mensaje dirigido a mi hermana:
Plan P: ~ Yo: Lucía ven a la casa de P, necesito que te quedes con Raúl mientras paro este sinsentido... Tengo un mal presentimiento.
La respuesta de ella fue instantánea: me dijo que dejaría lo que estaba haciendo y correría hacia la residencia vacacional. Lucía siempre estaba ahí cuando la necesitaba, era una buena hermana. Volviendo a la razón de mi problema, no había duda de donde ese capullo la estaba llevando. Mi cabeza se llenó de viejos recuerdos que deseché a los pocos segundos. Recé por que no se repitiera con ella.
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Lucas me esperaba en el café, cuando llegué lo vi justo donde la última vez estaba: en la zona de la tarima sentado en su trono. Javi y Lucía estaban detrás de la barra sirviendo lo que los clientes le pedían. En otro momento, habría felicitado a mis amigos por su buen trabajo respecto a la decoración del local, pero mi enfado con ellos me llevó a no dirigirles ni un simple "hola".
Accedí hasta allí y subí sobre la tarima. No pensaba dejarme influenciar por los malos comentarios de los demás, dejé atrás los prejuicios. Los ojos de Lucas se abrieron como platos al verme y su saludo se repitió como en ocasiones anteriores:
— ¡Hola guapa! Te estaba esperando –musitó devorándome con la mirada.
— ¡Hola Lucas! –me resistí a llamarle guapo, o sabría que ya había caído en sus encantos–. ¿Qué tal estás? –añadí dirigiéndome a la silla que se encontraba frente a él.
— Cuando te he visto, ha mejorado la noche –repuso con su tono sexi–. Ven, siéntate a mi lado –agregó señalando un sitio junto a él.
— Está bien –espeté ruborizada.
— Pensaba que no vendrías... Llevo esperando este día toda la semana –dijo en tono romanticón.
— No pensaba darte calabazas –repuse volando a mi mente a cuando Mario me llamó "calabacita". Deshice ese pensamiento rápidamente.
— Te he pedido un cóctel especial, la noche sólo acaba de empezar –expuso a la vez que acercaba la copa que había sobre su mesa hacia mí.
— No me apetece beber esta noche –repliqué negándome a su ofrecimiento. No tenía ganas de nublar mi mente la primera noche que lo conocería, esa era la razón de mi negativa.
— ¿No parece que hay mucho ruido aquí? Mis amigos me esperan en la cabaña, ¿me acompañarás? –repuso tajante.
— Bueno –repliqué no del todo conforme. En la bienvenida de los "nuevos turistas" ya le había dado un no por respuesta, y ahora no quería hacer lo mismo.