Iraide estaba de pie, mirando la estantería que acababa de reorganizar, pero su mente no estaba en los libros. Había algo pesado en el aire esa tarde, algo que había comenzado con la visita de Eric Dawson, el hombre de la inmobiliaria, y que se había intensificado con las palabras de Asher. **La librería estaba en peligro**, y no solo por los problemas financieros que había estado luchando por resolver en los últimos meses. Algo mucho más grande estaba sucediendo. Algo que ni siquiera Asher había sido completamente claro en explicar.
La campanilla de la puerta sonó nuevamente. Iraide levantó la vista y vio a Asher entrar, tan seguro de sí mismo como siempre, pero hoy algo en su porte era diferente. No había la ligera sonrisa burlona ni la actitud de "yo soy el dueño del lugar". En su lugar, su rostro reflejaba una seriedad que no podía ignorarse.
Iraide suspiró, dejando el libro que estaba organizando en el estante. Algo le decía que esta vez la conversación no sería tan simple.
—Necesito hablar contigo —dijo Asher, sin preámbulos, caminando hacia ella con paso firme.
—¿Sobre qué? —Iraide le contestó, cruzando los brazos sobre el pecho, aún con la sensación de que algo iba mal.
Asher la miró fijamente, sus ojos azules brillando con una intensidad poco común. Iraide frunció el ceño. Él nunca había sido alguien fácil de leer, pero había algo en su expresión que la inquietaba.
—Sobre Eric Dawson y la gente que representa —dijo Asher, bajando la voz, como si no quisiera que alguien más escuchara—. Ellos no son solo una inmobiliaria. Están interesados en algo mucho más grande que esta librería. Y si no haces algo al respecto, puede que ya sea demasiado tarde.
Iraide lo miró, sorprendida, intentando procesar lo que acababa de escuchar. **¿Qué quería decir con "demasiado tarde”? **
—¿Qué estás insinuando? —preguntó, con una mezcla de miedo y frustración. No estaba preparada para que Asher la arrastrara aún más a este juego.
Asher la observó por un largo momento antes de hablar, como si estuviera sopesando sus palabras.
—No te estoy insinuando nada, Iraide. Te lo estoy diciendo directamente. Eric Dawson no actúa solo. Hay personas detrás de él, personas con mucho dinero, con conexiones que van más allá de lo que puedes imaginar. Si no te proteges ahora, tu librería no solo se perderá; será absorbida por un proyecto mucho mayor que no tiene nada que ver con lo que amas.
El aire en la librería se espesó con la gravedad de sus palabras. Iraide intentó mantener la calma, pero una ola de pánico la invadió. Su librería, su refugio, su vida entera… ¿podría perderlo todo por una jugada de poder que no había visto venir?
—¿Y qué se supone que haga? —preguntó, sintiendo que las fuerzas comenzaban a abandonarla.
Asher dio un paso hacia ella, su presencia imponente, pero algo en sus ojos mostraba una franqueza que la sorprendió.
—Te estoy ofreciendo mi ayuda —dijo, sin rodeos—. Lo que te estoy pidiendo no es que confíes en mí completamente, sino que aceptes que las cosas han cambiado y que tu mejor opción es contar con alguien que entienda este tipo de situaciones. Mi empresa puede ofrecerte el apoyo que necesitas, no solo económico, sino estratégico. Pero si no tomas una decisión pronto, Eric Dawson y su gente no solo te quitarán la librería; te dejarán sin nada.
Iraide cerró los ojos, sintiendo el peso de la realidad aplastándola. La propuesta de Asher era tentadora, pero también peligrosa. Aceptar su ayuda significaba entrar más profundamente en su mundo, un mundo que ya había demostrado ser oscuro y lleno de intereses ocultos. Sin embargo, ¿realmente tenía otra opción? ¿Podría salvar su librería por sí sola, sin perderse en un mar de deudas y presiones externas?
—No me pidas que elija ahora —dijo con voz baja, temblorosa. —Necesito tiempo para pensar.
Asher la observó un momento, como si estuviera evaluando su respuesta. Al final, asintió lentamente.
—Te daré el tiempo que necesites, pero no mucho. La situación está avanzando rápido, y sé que no querrás ser la última en enterarse. Solo quiero que lo sepas: estoy aquí para asegurarte de que puedas seguir con lo que amas. Pero tú eres quien decide si es lo que realmente quieres.
Iraide asintió en silencio mientras él se daba la vuelta y se dirigía hacia la puerta. Antes de salir, se detuvo y volvió a mirarla.
—Te lo dejo claro, Iraide. No estoy aquí para tomar lo que te pertenece. Solo quiero que sigas siendo la dueña de tu propio destino. Pero este mundo, este juego, no espera a nadie.
La puerta se cerró con un sonido casi definitivo, y por un momento, Iraide se quedó allí, inmóvil, mirando hacia el pasillo. **¿Qué iba a hacer? ** Las opciones que tenía no eran agradables. Si aceptaba la oferta de Asher, podría salvar su librería, pero perdería la autonomía que tanto había luchado por preservar. Si rechazaba su ayuda, podría perderlo todo, y quizás esa sería la última vez que la librería se mantenía a flote.
El eco de las palabras de Asher resonó en su mente: **"Este mundo no espera a nadie."** Había algo inquietante en la forma en que las dijo, como si estuviera advirtiéndola de algo que no entendía completamente.
Iraide suspiró y caminó hasta la ventana. El sol ya se había puesto, y la librería estaba sumida en una quietud casi extraña. Los libros seguían allí, inquebrantables, esperando, como si tuvieran la respuesta a todas las preguntas que ella se hacía. Pero esa respuesta no estaba en los libros. Estaba en sus manos, en su capacidad de decidir.
Editado: 01.06.2025