Del odio al amor es solo un paso

La decisión

La decisión

Iraide despertó con la misma sensación que la había acompañado toda la semana: un nudo en el estómago y la mente llena de preguntas sin respuesta. Miró por la ventana de su apartamento, el sol de la mañana iluminando la ciudad mientras el sonido lejano del tráfico le llegaba como un murmullo constante. **Todo estaba cambiando**, y ella no podía controlar nada.

Se sentó en el borde de la cama, los pies descalzos tocando el suelo frío, y cerró los ojos un momento. **¿Qué debería hacer? ** La visita de Asher la había dejado más confundida que nunca. Por un lado, su propuesta tenía lógica. La librería no podía seguir a flote por sí sola, y Asher, con su influencia y recursos, podría salvarla. Pero, por otro lado, ¿realmente estaba dispuesta a perder la independencia que tanto valoraba? ¿A perder el control sobre su propio destino?

El sonido del timbre la sacó de sus pensamientos. Iraide se levantó de un salto, con el corazón acelerado. No esperaba a nadie, y mucho menos a Asher. Caminó hacia la puerta, dándose una última mirada en el espejo antes de abrir. Al hacerlo, vio a una figura familiar que la miraba con una sonrisa que, aunque confiada, no lograba esconder una sombra de preocupación.

—¿Otra vez tú? —preguntó con un tono entre molesto y cansado.

Asher levantó una ceja, como si la pregunta fuera innecesaria.

—Me temo que sí —respondió con voz tranquila, entrando sin esperar respuesta.

Iraide lo observó de reojo mientras se deslizaba por su apartamento, mirando como siempre todo a su alrededor con esa mirada que parecía evaluar cada detalle. Se sentó en el sofá con una naturalidad que le irritaba un poco, como si ya fuera parte del mobiliario de su vida.

—¿Qué quieres ahora? —dijo ella, intentando mantenerse firme, aunque su voz temblaba ligeramente.

Asher la miró, sin prisa para contestar, como si estuviera eligiendo cuidadosamente las palabras que iba a usar.

—No quiero que me veas como una amenaza, Iraide. Pero la situación está empeorando. Dawson sigue presionando, y sus contactos son más poderosos de lo que te imaginas. Si no haces algo pronto, esto no solo afectará a la librería, sino también a tu futuro personal. Yo te lo advertí la última vez.

Iraide sintió una oleada de frustración. ¿Por qué todo tenía que ser tan complicado? Solo quería mantener su espacio, su librería, sin tener que vender un pedazo de su alma para lograrlo.

—¿Y qué sugieres? ¿Que acepte tu ayuda y me convierta en parte de tu mundo? ¿Qué me deje arrastrar a este juego de poder y dinero solo para salvar unos estantes de libros?

Asher la miró fijamente, sin inmutarse, como si su actitud desafiante fuera un simple obstáculo más que superar.

—No estoy pidiendo que me sigas. Te estoy ofreciendo una opción para que no te arruines sola. —Se levantó del sofá y dio unos pasos hacia ella—. Mira, Iraide, lo que quiero es simple: que hagas lo que sea necesario para salvar lo que te importa. Y si eso significa que aceptes mi ayuda, entonces que así sea. Pero no puedes seguir ignorando lo que está pasando.

Iraide cerró los ojos, respirando profundamente. Las palabras de Asher seguían retumbando en su cabeza. **"Haz lo que sea necesario para salvar lo que te importa."** ¿Y si, al final, su amor por la librería y su orgullo la llevaban a la ruina? ¿Qué haría entonces?

—No sé si puedo confiar en ti, Asher —dijo, su voz quebrada, más suave que antes, pero cargada de incertidumbre—. Eres un hombre que mueve piezas en un tablero de ajedrez, y me temo que yo solo soy una ficha más.

Asher se acercó un poco más, sin apartar los ojos de ella.

—Tú no eres solo una ficha, Iraide. Eres la jugadora. —Su voz era firme, y por un momento, Iraide notó algo más en su mirada. No era solo su habitual frialdad o arrogancia. Había algo más profundo, algo que no había percibido antes.

Un largo silencio llenó la habitación. Iraide sabía que tenía que tomar una decisión. Ya no podía posponerla más. Y mientras sus pensamientos se cruzaban a una velocidad vertiginosa, algo en su interior le decía que su vida, su futuro, ya no podía ser lo que había sido antes. Todo había cambiado cuando Asher había aparecido. No solo la librería estaba en juego; su forma de ver el mundo entero había comenzado a transformarse.

Finalmente, con una respiración temblorosa, levantó la mirada hacia él.

—¿Y si decido no hacerlo? —preguntó, apenas por encima de un susurro.

Asher no respondió de inmediato. En lugar de eso, dio un paso atrás, como si estuviera dándole espacio para que procesara lo que acababa de decir.

—Entonces, tendrás que luchar sola. Y, créeme, no es algo que desee para ti. La gente que está detrás de todo esto no va a detenerse por nada. Pero es tu vida, tu decisión. No soy el que va a imponer lo que hagas.

Por un instante, Iraide sintió una punzada en el corazón. Había algo en las palabras de Asher que le calaba hondo, algo que le hacía sentir que, de alguna manera, sus caminos ya estaban entrelazados. Como si el destino hubiera decidido que la librería, su pasión, y Asher fueran ahora parte de un todo.

**¿Realmente quería seguir luchando sola? ** Si aceptaba la ayuda de Asher, perdería parte de sí misma, sí. Pero si no lo hacía, podría perderlo todo, incluyendo la librería que tanto amaba.




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