La lluvia caía con fuerza aquella mañana, golpeando las ventanas de la librería como una melodía constante. Iraide estaba sola en el local, apartada de la multitud de nuevos proyectos y de los eventos que Asher había comenzado a organizar para la librería. Todo parecía moverse a un ritmo que aún no lograba comprender completamente, y aunque su mente estaba ocupada en otras cuestiones, algo en su interior le decía que debía estar presente, en el corazón del cambio. La librería necesitaba su presencia más que nunca.
A pesar de la lluvia, la tienda se llenaba poco a poco. Nuevos clientes, algunos curiosos, otros interesados en los eventos de la noche anterior comenzaron a recorrer los pasillos. Iraide los observaba desde su lugar tras el mostrador, tratando de seguir con su rutina habitual de organizar los estantes y ordenar los libros que aún no se habían vendido. Pero la verdad era que sus pensamientos estaban lejos de los libros.
La propuesta de Asher seguía rondando su mente. Había aceptado su visión, había decidido darle una oportunidad a esa "nueva dirección", pero ¿qué quería realmente para sí misma? **¿Hasta qué punto estaba dispuesta a cambiar? ** La pregunta seguía ardiendo en su pecho, una llama que no se apagaba.
La puerta se abrió nuevamente, y esta vez, la figura que entró no era Asher, sino una mujer de unos treinta y tantos años, con una energía vibrante y ojos curiosos. Iraide la observó acercarse con una sonrisa ligera, esperando que fuera una de las personas que asistían a las actividades recientes.
—¡Hola! —saludó la mujer, mirando alrededor con admiración—. He oído mucho sobre este lugar y, bueno, pensé que era hora de visitarlo.
Iraide sonrió, sorprendida por la calidez de la mujer. Al parecer, el rumor de la transformación de la librería ya se había esparcido.
—Bienvenida —dijo, apartando un par de libros para acercarse—. ¿Te interesa algún género en particular?
La mujer se acercó al mostrador, sonriendo de vuelta. Había algo relajado en su actitud, algo que hacía que Iraide se sintiera, por un momento, como la dueña de la librería que siempre había soñado ser.
—Bueno, suelo leer de todo, pero hoy me apetecía algo que me inspirara, algo que me hablara de cómo cambiar las cosas… o de cómo aceptar los cambios, tal vez —dijo la mujer, pensativa.
Iraide la miró unos segundos antes de responder. La coincidencia de la solicitud no pasó desapercibida, y un pequeño suspiro escapó de sus labios. Quizás este era el momento adecuado para hablar de todo lo que se estaba gestando, de los cambios que aún sentía tan ajenos a su naturaleza.
—¿Te gustaría leer sobre el poder de los cambios? —preguntó Iraide mientras le ofrecía un libro que había sido uno de sus favoritos en los últimos meses. La portada mostraba un paisaje natural que, por alguna razón, la hacía pensar en lo que ella misma estaba atravesando—. Este libro es sobre cómo reinventarse, cómo aceptar las transformaciones, incluso cuando parecen aterradoras.
La mujer tomó el libro con interés y comenzó a hojearlo lentamente, mientras Iraide se sentaba en una silla cercana, mirando el proceso con una mezcla de fascinación y nostalgia. Por un momento, se sintió completamente conectada con lo que estaba sucediendo, como si su librería realmente estuviera alcanzando nuevas alturas.
—Este lugar… —la mujer comenzó, interrumpiendo los pensamientos de Iraide—, tiene una energía tan única. ¿Cómo lo lograste?
Iraide dejó escapar una sonrisa triste. Había algo irónico en la pregunta. Había sido una mujer que siempre había mantenido su librería como su pequeño refugio, su refugio contra las presiones externas, contra el mundo que no entendía su amor por los libros y el silencio. Y ahora, frente a ella, una clienta le preguntaba cómo había logrado construir algo tan especial, cuando ella misma aún no sabía en qué se estaba convirtiendo.
—Es… complicado —respondió con sinceridad—. La librería es el resultado de muchos años de trabajo, pero también de muchos sacrificios. Y ahora, estamos pasando por una transición. Algo está cambiando, pero… no sé si estoy lista para todo lo que eso implica.
La mujer la miró con atención, como si pudiera ver más allá de las palabras que Iraide había dicho.
—¿Sabes? Creo que los cambios siempre llegan cuando menos los esperas, pero también cuando más los necesitamos —dijo la mujer, mirando a su alrededor, como si las palabras cobraran vida en el ambiente de la librería—. Este lugar tiene algo especial. Y por eso vine, porque las cosas especiales nos atraen. Quizás tú también debas confiar un poco más en lo que viene.
Iraide no supo qué responder, porque las palabras de la mujer resonaban en su interior. **¿Confiar? ** Había tenido que hacerlo con Asher, ¿pero podría confiar en los cambios de su librería sin perderse a sí misma en el proceso?
Justo en ese momento, la puerta se abrió una vez más. Esta vez, Asher entró, y sus ojos se encontraron al instante. Iraide no pudo evitar sentir una presión en el pecho, como si sus decisiones estuvieran finalmente alcanzando su punto de ebullición.
—¿Todo bien? —preguntó Asher, su mirada fija en la mujer y luego en Iraide, como si quisiera asegurarse de que todo marchara según lo planeado.
Iraide asintió lentamente, sintiendo cómo el peso de su elección comenzaba a manifestarse en su cuerpo. Estaba a punto de tomar decisiones que cambiarían todo, pero no podía retroceder.
Editado: 01.06.2025