Del odio al amor es solo un paso

El Umbral de lo Desconocido

Iraide no podía dejar de pensar en la conversación de la noche anterior. Cada palabra de Asher había quedado grabada en su mente, y aunque intentaba seguir adelante con su día como si nada hubiera cambiado, sabía que algo dentro de ella ya lo había hecho. Esa claridad en sus ojos, esa sinceridad que él le había mostrado, la había dejado sin aliento.

**¿Qué iba a hacer ahora? **

La librería estaba más tranquila de lo habitual, el bullicio del día se había calmado, y las estanterías llenas de libros le daban la sensación de estar atrapada en una burbuja de papel y palabras. Iraide se dirigió al pequeño despacho en la parte trasera de la librería, sentándose frente a su escritorio, tratando de organizar sus pensamientos. Sin embargo, todo parecía desmoronarse una y otra vez.

De un lado, la librería, su refugio y su vida, con todas las dudas sobre su futuro. Del otro, Asher, con su propuesta de compra y sus sentimientos que ahora se entrelazaban con la confusión y la atracción que ella misma sentía, aunque no quisiera admitirlo.

El sonido de la puerta abriéndose la sacó de su ensimismamiento. Levantó la mirada, esperando que fuera uno de los clientes habituales. Sin embargo, al ver a Asher de pie en el umbral, una sensación de mariposas revoloteando en su estómago la invadió.

—Pensé que podríamos hablar un poco más —dijo Asher, con esa sonrisa que le era tan familiar, pero que ahora parecía tener un nuevo significado.

Iraide asintió, intentando mantener la calma, pero la tensión en su cuerpo era evidente. Se levantó de su silla, tratando de parecer despreocupada, aunque las palabras que había intentado organizar en su mente se sentían lejanas.

—Claro, adelante. ¿Qué necesitas? —preguntó, su voz un poco más grave de lo habitual.

Asher cerró la puerta detrás de él y caminó lentamente hacia ella, pero no la miraba de manera posesiva o invasiva. Había algo diferente en su presencia. Era como si la respetara más que nunca, como si supiera que no podía forzar nada, pero también como si estuviera seguro de que algo estaba creciendo entre ellos.

—No vengo por los negocios —dijo Asher, con una sinceridad que la desarmó. Y luego, con un leve suspiro, añadió—: Quiero hablar de nosotros, de lo que está pasando, de lo que podría pasar.

Iraide se quedó en silencio, observándolo. La verdad era que su mente no sabía cómo procesar lo que Asher había dicho, ni cómo empezar a entender lo que sentía por él. Había construido una muralla emocional alrededor de su corazón para evitar involucrarse, para no arriesgar lo que había luchado tanto por mantener. Pero con Asher… todo era diferente.

—No sé si esto es lo que quiero, Asher —dijo, finalmente, sintiendo que su voz temblaba ligeramente. Decirlo en voz alta era más difícil de lo que había imaginado—. He pasado tanto tiempo tratando de mantener las cosas bajo control, enfocada en la librería, en salvarla. Y ahora… ahora me siento como si estuviera perdiendo el control de todo.

Asher no se acercó más, se quedó allí, a una distancia respetuosa, observándola como si entendiera perfectamente lo que estaba diciendo. Era un hombre que había aprendido a leer entre líneas, a captar los matices en las personas, y eso era lo que más confundía a Iraide.

—No tienes que decidir nada ahora mismo —respondió él, su tono calmado pero firme. —Lo único que quiero es que sepas que estoy aquí. Si quieres que esto siga siendo solo profesional, lo acepto. Si no quieres que nada cambie, seguiré siendo el mismo. Pero si decides que hay algo más entre nosotros, entonces también estaré aquí para eso.

Iraide respiró hondo, sintiendo cómo sus emociones se desbordaban. **¿Por qué tenía que ser tan complicado? ** **¿Por qué no podía simplemente concentrarse en salvar la librería sin tener que lidiar con lo que sentía por él? **

Pero la verdad era que sus sentimientos por Asher ya no podían ignorarse. Cada vez que lo veía, algo en su interior se aceleraba. No quería que su librería se convirtiera en una excusa para esconder lo que estaba pasando entre ellos. Pero tampoco quería ser arrastrada por algo que no podía controlar.

—No quiero perderme en esto, Asher —dijo con suavidad, sus palabras flotando en el aire entre ellos—. No quiero que esto me consuma, que me haga perder el rumbo. La librería… es mi vida, y he luchado tanto para mantenerla a flote. No sé si puedo permitirme algo más ahora.

Asher la miró fijamente, y por un momento, su expresión se suavizó, como si comprendiera la magnitud de lo que ella decía. Dio un paso atrás, rompiendo la cercanía que había empezado a crearse, y con un gesto de respeto, asintió.

—Lo entiendo —dijo, sin presionar. —La librería es tu vida. Y yo no quiero poner eso en riesgo. Solo quiero que sepas que estoy dispuesto a esperar. No importa cuánto tiempo pase, si algún día decides que hay algo entre nosotros, yo estaré allí. Pero no voy a presionarte.

Iraide se quedó allí, mirándolo en silencio, observando cómo cada palabra que decía parecía un peso menos sobre sus hombros. Asher no la estaba presionando, no la estaba apresurando a tomar una decisión. Y eso le dio un respiro.

**Quizás no todo lo que él sentía por ella era un error. **

Quizás había algo real allí, algo que no necesariamente tenía que destruir todo lo que había construido. Pero no sabía si estaba lista para dar ese paso, y eso la aterraba.




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