La tarde pasó en un abrir y cerrar de ojos, pero para Iraide, el tiempo parecía haberse detenido. Había intentado distraerse con el trabajo, reorganizando algunas estanterías y atendiendo a los clientes que venían a la librería, pero nada de eso lograba calmar la maraña de pensamientos que rondaban su mente. Asher, su propuesta, y lo que sentía por él, todo se mezclaba en su cabeza como un rompecabezas incompleto.
Al caer la noche, Iraide cerró las puertas de la librería con una sensación de vacío. No era solo la incertidumbre sobre su futuro lo que la inquietaba, sino la presencia de Asher. Aunque él había sido claro en su decisión de no presionarla, el hecho de que él estuviera dispuesto a esperar la ponía en una posición aún más complicada. Ahora tenía más que nunca que enfrentarse a lo que realmente quería para su vida.
Se detuvo frente a la ventana del despacho, mirando las calles vacías. El frío nocturno se sentía en el aire, pero dentro de ella, el calor de sus propios pensamientos la mantenía atrapada.
—¿Qué se supone que debo hacer? —se preguntó en voz baja, sin esperar una respuesta.
Una parte de ella deseaba que todo fuera más simple, que pudiera tomar una decisión rápida, clara, como había hecho tantas veces en los años que había pasado sola en la librería. Pero ahora, con Asher involucrado, todo era más complicado. Había algo en él que la desbordaba, algo que la atraía y la aterraba al mismo tiempo.
El sonido de su teléfono la sacó de su ensimismamiento. Miró la pantalla: era un mensaje de texto de Asher. Sintió una mezcla de alivio y nerviosismo al abrirlo. Su dedo temblaba ligeramente al deslizar la pantalla.
*"Espero que estés bien. Si necesitas hablar, sabes dónde encontrarme. No importa lo que decidas, estoy aquí."*
Las palabras de Asher eran sencillas, pero cargadas de un significado profundo. **"No importa lo que decidas”. ** Esa frase resonó en su mente como un eco.
¿De verdad no le importaría si ella decidía no seguir adelante con él? Iraide no estaba tan segura. Había algo en su forma de mirarla, en sus palabras, que le decía lo contrario.
Suspiró y se dejó caer en la silla frente al escritorio. Se sentía atrapada entre lo que quería y lo que creía que debía hacer. ¿Debería seguir con su vida como antes, poniendo todo su esfuerzo en salvar la librería? ¿O arriesgarlo todo por algo que no podía controlar, por una relación que podría poner en peligro su estabilidad emocional y profesional?
La puerta de la librería se abrió con suavidad, interrumpiendo sus pensamientos. Iraide levantó la cabeza, sorprendida. Era tarde para que alguien entrara, y más aún para que alguien fuera Asher, quien solía ser tan puntual en sus horarios. Pero al verlo entrar en el umbral, algo en ella se desmoronó. Era como si, en ese momento, el reloj de arena de su vida hubiera comenzado a contar, con cada grano de arena cayendo lentamente hacia su futuro incierto.
—Pensé que estarías en casa —dijo Iraide, con la voz un poco más baja de lo que hubiera querido. No estaba segura de sí estaba aliviada o frustrada por su presencia.
Asher la miró desde la puerta, su expresión cálida pero seria. Estaba de pie en el umbral, con las manos en los bolsillos, como si esperara que ella lo invitara a entrar.
—No podía irme sin verte. No después de nuestra última conversación. —Su voz era suave, pero había algo en ella que la hacía sentir como si estuviera tomando un riesgo. —Y sé que no he sido claro, que te he dado espacio para procesar todo lo que está pasando. Pero no quería que pensases que me voy a ir sin más.
Iraide no sabía si debía sentirse agradecida por eso, o si lo que Asher estaba haciendo era solo una forma de ponerla aún más en una encrucijada. Cada palabra que él decía parecía agregar peso a las decisiones que debía tomar, pero al mismo tiempo, había una ternura en su mirada que no podía negar.
—No se trata de lo que tú quieras o no, Asher. —Iraide se levantó lentamente, dándose la vuelta para mirarlo. —Se trata de mí, de lo que yo quiera. No puedo simplemente… dejar que todo esto se me escape de las manos.
Asher la observó en silencio por un momento, sus ojos oscilando entre la determinación y la preocupación. Finalmente, dio un paso hacia ella, con una mirada que intentaba transmitir comprensión.
—Lo entiendo, Iraide. No quiero que sientas que estás perdiendo el control, ni que esto sea una amenaza para lo que has construido. —Hizo una pausa, como si estuviera eligiendo sus palabras con cuidado. —Solo quiero estar allí para ti. Si decides que esto entre nosotros no tiene futuro, lo aceptaré. Pero si decides lo contrario, quiero estar aquí también. Sin presionarte. Sin expectativas. Solo quiero que tomes tu tiempo.
Iraide sintió el peso de sus palabras en su pecho. No había exigencia, solo una honestidad que la dejaba sin palabras. Y por un momento, se permitió pensar en lo que Asher había dicho, en lo que realmente quería para sí misma. La librería era su vida, sí, pero ¿qué sería de ella sin poder compartirlo con alguien que la entendiera? ¿Qué pasaría si el riesgo que más temía era precisamente el de quedarse sola en su burbuja, sin permitir que alguien más entrara?
**¿Estaba lista para dar ese paso? **
Asher se acercó más, sus pasos suaves sobre el suelo de madera. Cuando estuvo a su lado, ella levantó la mirada, encontrando en sus ojos una paz que no esperaba.
—No estoy pidiendo que decidas ahora —dijo, apenas un susurro—. Solo quiero que sepas que estoy aquí. No importa cuánto tiempo tome.
Iraide cerró los ojos por un momento, sintiendo cómo el nudo en su pecho comenzaba a aflojarse. Tal vez no tenía que decidirlo todo en ese momento. Tal vez el paso más importante era simplemente ser honesta consigo misma, con lo que sentía y con lo que quería.
Finalmente, abrió los ojos y lo miró.
—No sé qué va a pasar, Asher. Pero… gracias por darme el espacio. Y por ser honesto. Eso es todo lo que necesito ahora.
Editado: 01.06.2025