Del odio al amor es solo un paso

el regreso de la tempestad

El viento soplaba suave, pero con una fuerza decidida, como si el día presagiara algo. Iraide caminaba hacia la librería con una ligera sensación de inquietud que no lograba comprender del todo. Los últimos días habían sido una montaña rusa emocional. Aunque había estado disfrutando de su nueva vida junto a Asher, sentía que algo no estaba bien, algo que no podía identificar con claridad. Los pequeños detalles, las miradas furtivas de Asher, las conversaciones a medio terminar, todo empezaba a acumularse en su mente.

Ese sentimiento se intensificó cuando, al llegar a la librería, vio a Elena. Estaba allí, de pie frente a la ventana, mirando los estantes con una expresión de nostalgia que no podía ser ignorada. No era la primera vez que la veía, pero sí la primera vez que la sentía tan presente en su mundo.

Elena había sido parte del pasado de Asher, una relación que él había mencionado pocas veces, siempre con respeto, pero nunca con la pasión que él mostraba por ella. Iraide había sido consciente de su presencia, pero nunca había sentido que fuera una amenaza. Sin embargo, algo había cambiado. Esa tarde, la silueta de Elena en la librería parecía como una sombra que oscurecía lo que Iraide había construido a su lado.

Elena levantó la mirada al oír la campanilla de la puerta al abrirse, y sus ojos se encontraron con los de Iraide. Su sonrisa era fría, medida, pero sus palabras fueron aún más cargadas de un significado implícito.

—Hola, Iraide —dijo, su tono dulce pero envenenado por una sutil provocación—. Qué bonito lugar has hecho aquí. Estoy segura de que Asher está muy orgulloso de ti.

Iraide sonrió con esfuerzo, obligándose a mantener la calma, pero algo en su interior se retorcía. Elena estaba jugando un juego sutil, y aunque Iraide lo sabía, no sabía cómo enfrentarlo.

—Gracias, Elena. ¿Buscas algo en particular?

Elena la observó un momento antes de responder.

—No, solo me siento aquí un rato. Asher y yo estábamos hablando de viejos tiempos y, bueno... pensé que sería bueno venir a ver cómo estabas. Después de todo, nosotros compartimos mucho, ¿verdad?

Iraide sintió un nudo en el estómago. Había algo en la manera en que Elena se expresaba, en la forma en que la nombraba, que no podía evitar que sus inseguridades se despertaran. Aunque ella confiaba en Asher, la presencia de Elena parecía ser una amenaza silenciosa que iba erosionando su seguridad poco a poco.

Poco después, Asher llegó. Iraide lo vio entrar, y su sonrisa se desvaneció al instante. Asher, al ver a Elena en la librería, se quedó paralizado un segundo, como si no supiera qué hacer. Al instante, su mirada se desvió hacia Iraide, buscando su reacción.

—Hola, Iraide —dijo Asher, su voz un poco más baja de lo normal.

Iraide asintió, pero no pudo evitar la pregunta que le ardía en el pecho.

—¿Qué está haciendo aquí, Asher? —preguntó, sus palabras saliendo más rápidas de lo que hubiera querido.

El rostro de Asher se tornó serio al instante, pero no por la pregunta de Iraide, sino por la tensión evidente en el aire.

—Iraide, es complicado... —empezó, antes de volverse hacia Elena, como si esperara alguna señal.

Elena sonrió suavemente, como si todo estuviera bajo control, mientras que Iraide sentía cómo la incertidumbre se apoderaba de ella

—Asher solo está siendo amable. Nos conocemos desde hace mucho, y aunque hemos seguido caminos separados, hay cosas que nunca se olvidan, ¿verdad? —dijo Elena con una voz que se deslizaba como seda, pero con una intención oculta que Iraide podía percibir claramente.

El silencio se alargó, y un sentimiento de incomodidad llenó el espacio entre ellos. Iraide observó la interacción entre Asher y Elena, y notó algo que antes no había percibido: la manera en que Asher trataba a Elena, la preocupación que había en su rostro, la tensión en su cuerpo.

Elena se adelantó, sus pasos suaves, casi invisibles, hasta que quedó justo frente a Iraide.

—Sé que Asher te quiere, pero... —comenzó, su tono ahora más grave—. Las personas que compartieron tanto tiempo juntas nunca dejan de tener un lugar especial en el corazón del otro. No puedes esperar que él olvide todo lo que fuimos de la noche a la mañana.

Iraide sintió cómo una ola de celos y frustración la invadía. Estaba claro que Elena no solo quería retomar su relación con Asher, sino que también quería hacerle entender a Iraide que su lugar en su vida nunca podría ser el mismo. Algo se quebró dentro de ella, y no pudo evitar que las palabras salieran más duras de lo que pensaba.

—No te equivoques, Elena —dijo con firmeza, mirando a Asher por un momento antes de continuar—. Lo que tú y Asher compartieron es parte de su pasado. Y yo soy su presente. Si hay algo que necesito saber, lo descubriré de él, no de ti.

Elena la miró, su sonrisa congelada. Asher, que había estado en silencio todo el tiempo, suspiró profundamente, dando un paso hacia Iraide.

—Iraide, por favor... No es lo que piensas. Elena está pasando por un momento difícil, y yo... solo trato de ser un buen amigo para ella. Pero tú eres mi vida ahora, y nunca habrá nadie más.

Sin embargo, algo en su tono, una pequeña vacilación en sus palabras hizo que Iraide se preguntara si realmente estaba diciendo toda la verdad. La inseguridad que había intentado ocultar se convirtió en una tormenta, y aunque amaba a Asher, una parte de ella no podía evitar sentir que la sombra del pasado de él estaba comenzando a oscurecer su futuro.

Elena se despidió con una última mirada significativa, como si supiera que había dejado su huella, y se marchó sin decir una palabra más.

Iraide se quedó allí, con el corazón agitado y la mente llena de dudas. Mientras Asher trataba de acercarse, ella dio un paso atrás, sus ojos fijos en los suyos, buscando algo que no sabía si encontraría.

—Asher... —dijo en voz baja, su tono lleno de incertidumbre—. Te creo... pero algo no me cuadra. ¿Lo que tienes con Elena realmente ha quedado atrás, o hay algo más que no me estás diciendo?




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