Hoy no fue distinto a los demás, te busqué y no pude hallarte. Aunque luché contra mis emociones no pude darte la mano en medio de la oscuridad, no puedo dejar la culpa, a decir verdad, si hubiese corrido deprisa en mi sueño, no estarías aquí divagando entre mis pensamientos, pero te soltaste muy pronto, y caíste al precipicio de tu odio sin medida. Donde las sombras de tu ira consumieron y dañaron aquel corazón que alguna vez llamé: Corazón de Oro.