Delirios [ Taehyung-Bts ]

Doce.

Nos habíamos detenido en medio del camino, y él seguía sosteniendo mi mano. Innegablemente estaba nerviosa. Confesar mi pasado a alguien que no quería que me juzgara era más difícil de lo que había pensado. Supuse que eso definiría la forma en la que me iba a mirar a partir de ahora y no quería, no, no quería que se alejara de mí. 

La sensación de desamparo se extendía por todo mi cuerpo. Cerré los ojos y me humedecí los labios con la lengua, pensando en lo que iba a decir a continuación. Las imágenes de Taeyang cayendo al vacío inundaron mi mente, los gritos, en cambio, se habían silenciado. El blanco de las paredes del hospital, la sangre que seguía corriendo... Imágenes que iban a quedar para siempre grabadas en mi memoria.

Una lágrima se deslizó por mi mejilla. 

Y de pronto lo sentí. 

Cálido. 

Sus labios se deslizaron lentamente por mi rostro, llevándose esa gota solitaria, besándome aquí y allá, sin tocar mi boca. Mi corazón adoptó un ritmo distinto, sereno y mi cuerpo se relajó, buscando más de su contacto. Un mechón de su cabello me acarició la punta de la nariz.

—Si no quieres hablar de ello está bien. Lo entenderé. —Su voz sonaba más suave que de costumbre, sus párpados eran iluminados por el resplandor de las farolas y su mano seguía cogiendo la mía.          
—Vante... —Y me eché a sus brazos sin entender qué era lo que me estaba sucediendo. Sólo sabía que quería estar allí, en él, respirando su aroma, sin pensar en nada más.      
—Daphne... —Sus brazos se cerraron en torno a mi espalda y rozó su nariz contra la mía. Sentí su aliento ligeramente metálico—. Daphne... —Me estremecí y él sólo me estrechó más, llevándome a su pecho, posando su mentón sobre mi cabeza—. Ven. —Me dijo él, tomándome de la mano—. Te llevaré a mi casa. Yo te llevaré a la tuya después. 

No pude decirle que no, simplemente porque no quería. Deseaba estar con él. 

Me llevó a un automóvil negro igual a muchos que había visto por la calle y una vez que subimos, arrancó y puso el álbum ANIMA de Thom Yorke.

Estuvimos en silencio durante el viaje y aproveché de observarlo a conciencia. Su mano izquierda se movía firmemente sobre la palanca de cambios y la derecha manejaba el volante con destreza. De vez en cuando la luz de los semáforos alumbraba las venas sobresalientes del dorso sus manos con sus luces verdes y rojas. Él observaba con atención el camino y de vez en cuando sacudía la cabeza para quitarse el cabello de los ojos.

La resolución en sus gestos resultaba endemoniadamente seductora en conjunto con su expresión seria y sus ojeras. Me miró un par de veces durante el recorrido, como asegurándose de que estaba junto a él y sonrió con dulzura en ambas ocasiones, haciendo que mi interior se estremeciera.

Estar a su lado en medio de la sinuosidad de las carreteras que atravesábamos y flanqueados por las luces de la ciudad, parecía algo totalmente irreal. ¿Acaso era verosímil todo lo que había sucedido en mi vida? ¿Qué se había hecho de todas esas experiencias? Ya no existían. Sólo existía este momento y no valía la pena cuestionarse si pertenecía o no a la realidad, porque de no hacerlo, me habría aferrado igualmente a su existencia, ya fuera ficcional o no.

Me ovillé en el asiento, mirando el bello perfil de Vante recortado contra la noche. 

El silencio era cómodo, la música era perfecta, sus gestos precisos. No quería que ese momento acabara.

—Llegamos. —Dijo Vante estacionando el auto junto a una gran casa al estilo hanok de aspecto imponente. —¿Aquí vives?
—Sí.

Sin esperar a que le preguntara más cosas, Vante se quitó el cinturón y salió del auto. Me las iba a arreglar para salir, pero Vante ya estaba sosteniendo la puerta por mí. Me sonrojé. Normalmente no sabía cómo actuar frente a ese tipo de gestos, así que sólo atiné a sonreír y darle las gracias.

El interior de la casa estaba oscuro, pero aun así se podía percibir su amplitud. Vante me cogió nuevamente de la mano y sin encender las luces me guio hasta el jardín trasero, donde seguimos caminando hasta unas escalerillas de piedra que conducían por otro sector a la construcción. ¿Viviría solo en aquella casa enorme? 

Abrió una puerta corrediza cuya estructura era de madera y me señaló el interior para que pasara.

Él entró después de mí, cerró la puerta y encendió una pequeña lamparilla de luz tenue, con lo que pude observar mejor lo que me rodeaba. Su habitación —supuse que se trataba de ella— era sencilla y elegante. Constaba de un armario amplio de madera negra y antigua, un colgador minimalista en el que había prendas de uso diario en colores neutros y de diseño sofisticado, un diván al pie de una espaciosa cama de mantas en colores beige y blanco, un velador sobre el cual descansaban la lámpara y algunos objetos de uso personal, y un mueble de estilo tradicional coreano —de la misma madera que el ropero— que tenía varios cajones y amplios compartimentos con puertecillas. La luz de la noche entraba por una gran ventana con diseños geométricos tradicionales. 

Me sentí impresionada. Mi casa y mi habitación no eran nada en comparación con el orden, la pulcritud y el refinamiento de aquella habitación y de su dueño. 

Vante se dirigió al diván y me señaló que me sentara a su lado. 

—¿Quieres algo? ¿Café? ¿Té?    
—La verdad un té sería genial. Hace algo de frío. —Y apreté más su abrigo contra mi cuerpo al decir esto. 



#5849 en Fanfic
#31819 en Novela romántica

En el texto hay: vampiros, amor drama, bts taehyung

Editado: 20.09.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.