Delirios [ Taehyung-Bts ]

Veintinueve.

—Taehyung, ahora que sé quién fuiste ¿por qué no me cuentas de tu pasado? No quiero conocerte a través de otros, aunque sea por el que fue tu mejor amigo. Quiero que seas tú el que me lo digas. Quiero que confíes en mí.

Taehyung me miró fijamente por unos segundos, como evaluando si debía decirme o no lo que había pasado en su vida.

—Está bien. —Dijo finalmente—Pero por favor, no vayas a creer que esa persona que fui y que te voy a describir soy yo. ¿Bien?    
—Bien. —Le respondí con cara de niña buena.        
—¿Por dónde quieres que empiece?     
—Por el principio, obviamente.  
—¿Cómo? ¿Desde que nací? Pero es que no recuerdo todo —Dijo riendo— ¿Quieres que te diga cuál fue mi primera palabra o algo así?      
—No, tonto. Aunque si quieres, estaría bien.

Él se acercó y besó mi frente. 

—Daphne... ¿es normal que sólo quiera besarte y dejar las charlas para otro momento?
—Yo también tengo ese deseo pero...   
—Entonces hagámoslo... 
—No. Prometiste decirme quién habías sido. —Taehyung hizo un puchero. 
—Está bien... —Pero volvió a besarme y me dio un ligero beso en los labios. —Voy a comenzar. Lo único que pido es que no me interrumpas, y que, si tienes dudas, me las plantees al final.  
—Bueno...
Entonces comenzó.

—Nací el treinta de diciembre del año mil novecientos noventa y cinco. Como puedes ver, mi cumpleaños es en el año nuevo occidental. Mi familia es cristiana y en cada uno de mis cumpleaños no dejaban de recordarme que era un regalo de dios —Al decir esto, sonrió con tristeza—. Desde que tengo memoria, mis cumpleaños siempre fueron felices. En esa fecha mi madre y mi abuela cocían yaksik y yo entraba a la cocina a robarme los jujubes. Mi abuela cocinaba la mejor miyeok guk de la historia y no acepto que me digan lo contrario porque estarán equivocados. 

»Pero bueno. Desde que era pequeño una de mis más grandes fascinaciones ha sido el cielo. Me la pasaba tendido sobre la tierra o sobre la hierba, fijando la mirada en las nubes. Tendemos a pensar que lo perfecto es eterno e inmutable, que está lejos de nosotros porque en nuestra vida el cambio es caos y destruye nuestra estabilidad. Pero lo cierto es que el cielo, que es mil veces más grande que nosotros, no está exento de cambios, sino todo lo contrario. Podía pasar horas enteras mirando las nubes, cómo mutaban su forma, cómo el sol se colaba entre ellas, cómo en los días nublados el cielo parecía cubierto de una capa de húmedos matices grises. Luego regresaba a casa para comer y miraba la tele, pero siempre con el cielo en mente. 

» También me gustaba mucho pintar, así que siempre dibujaba nubes con mis crayones de colores. Mi familia decía que soñaba mucho, y que por eso iba a llegar lejos y yo les creía.

» A pesar de que éramos pobres, mi infancia fue apacible. Mis padres se dedicaban al cultivo de la tierra y viví con ellos y con mis dos hermanos menores hasta que entré a la escuela. 

» La primaria no fue una buena experiencia. De pasar la mayor parte de mi tiempo a solas en el campo jugando con piedras y corriendo de aquí para allá ensuciándome las rodillas, tuve que adaptarme a un sistema muy rígido y sufrí mucho. Mis compañeros de clase se burlaban de mí porque decían que mi risa era rara, así que nadie quería jugar conmigo, pero eso último no era lo que me afectaba realmente. Sólo me volví más retraído y me volqué casi por entero a dibujar. Mis padres tomaron esto como una mala señal así que me preguntaron si quería trasladarme de escuela e ir a vivir con mi abuelita, a lo que accedí contentísimo. 

» Con ella pasé los mejores años de mi vida. El hecho de regresar a casa me ilusionaba muchísimo, porque mi abuelita me quería mucho y siempre me hacía dulces o pasteles con los que me esperaba. Su casa tenía un patio enorme y yo jugaba allí toda la tarde con los animales que había hasta que era la hora de cenar. Entonces me bañaba y comía, mucho, porque mi abuelita siempre decía que le gustaba verme comer bien. Luego hacía los deberes y me iba a la cama. A decir verdad, nunca me gustó mucho la lectura, pero antes de dormir mi abuela me contaba historias fantásticas y realmente las disfrutaba. ¿Sabes? cuando somos pequeños no distinguimos el límite entre la ficción y la realidad, pero cuando crecemos, empezamos a creer que lo sabemos todo y pensamos que lo que distinguimos como real es tal como decimos sin dar pie a la equivocación. Y no sabes cuán equivocados estamos... En fin. 

» En los años siguientes lo único que hacía, aparte de correr y saltar por todas partes, era dibujar y cantar, así que, mientras desconocía la existencia de las cámaras, entré al coro de la escuela. En ese tiempo tenía la voz blanca, así que alcanzaba tonos muy agudos, y con los elogios de mi profesora y de mi abuelita decidí que quería convertirme en artista. Mientras crecía le decía eso a todo el mundo, y cuando mi padre me oyó, me dijo que escogiera un instrumento para tomar clases, puesto que si quería incursionar en la música debía saber tocar como mínimo un instrumento, y dado que recientemente había visto un programa en la televisión en el que una chica tocaba el saxofón y me había impresionado mucho, decidí que ése sería mi instrumento. Me costó horrores el solo hecho de hacerlo sonar —rio—, y con todo lo que tenía que practicar para estar al día con las clases no estaba muy seguro de si seguir perseverando, pero continué a pesar de todo. Después, en el año dos mil diez me uní a una academia de baile y dejé el saxofón. 

» Allí comencé a hacer más amigos ya que compartíamos intereses. Pasábamos horas y horas en prácticas, sudando a mares. El ambiente era amable y todos nos llevábamos bien. A veces había problemas entre nosotros por la coordinación en las coreografías, pero principalmente todo resultaba en una fuente de satisfacción en mi vida, y a pesar de que aún no sabía a qué quería dedicarme con seguridad ya que todos los ámbitos artísticos me llamaban la atención, sentía que iba por el camino correcto. Cuando regresaba a la casa de mi abuela en autobús, miraba por la ventanilla con los auriculares puestos y mientras escuchaba música soñaba y pensaba en cómo iba a ser mi vida. Me la imaginaba estimulante, llena de desafíos, me imaginaba que iba a ser reconocido y que pintaría, bailaría y cantaría, pero ya ves. Nada de eso se concretó.



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En el texto hay: vampiros, amor drama, bts taehyung

Editado: 20.09.2021

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