En cuanto distinguí el rostro de Taehyung, quité la mirada. Después de lo que había pasado no me sentía capaz de conversar con él. Incluso aunque se hubiese tratado de una alucinación, habría sido como despertar de un mal sueño y seguir teniendo ese resentimiento a pesar de que lo que soñaste no hubiese ocurrido realmente.
—Bueno, yo iré a ver la cuenta del hospital. —Mi hermana sonaba consternada, pero finalmente giró los talones y se encaminó hacia la puerta. Sus pasos se alejaron y yo seguí sin mirar a Tae, con los ojos fijos en la ventana. Entonces sentí sus brazos rodearme con firmeza, y su nariz se abrió paso hasta mi cuello, haciéndome cosquillas. Pronto sentí la húmeda calidez de sus lágrimas en mi piel.
—Daphne... No sabes... no, cualquier palabra sería inútil en este momento. Sólo doy gracias por haber podido reunirme contigo otra vez. Al parecer algo de misericordia queda en este mundo para alguien como yo.
—Deja de decir eso. —Le aparté, incómoda, mirándolo al fin. Su rostro demostraba con absoluta claridad la sorpresa y la confusión que lo embargaron.
—¿Qué... qué pasa?
¿Cómo decírselo? ¿Cómo decirle lo que había visto y que me corroía como ácido las entrañas? Si resultaba no haber ocurrido, entonces sólo dejaría ver una profunda falta de confianza no sólo en mí misma, sino en él. En el fondo no quería herirlo gratuitamente y de dar por hecho algo así sólo le provocaría dolor.
Me pasé las manos por el rostro, confundida también. Realmente no sabía qué hacer. Era uno de esos momentos en los que te das cuenta de que, hagas lo que hagas, las cosas saldrán mal de igual manera. De decirle lo que me atormentaba sólo lograría romper nuestro vínculo, fuera real o no lo que estaba en mi mente, pero de no hacerlo, la desconfianza crecería en mí como las raíces de alguna hierba maligna provocando que, irrevocablemente, termináramos alejándonos tarde o temprano. Suspiré con frustración.
—V, quizás no es el mejor momento para que hablemos. Estoy cansada y tengo mucho en qué pensar.
—¿V? —Su voz sonaba metálica y nasal.
—Taehyung... —Dije con más suavidad.
—Daphne... Te conozco, y sé que no estarías enojada conmigo por algo como no haberte encontrado antes. Te he sentido lo suficiente en mí como para saber que realmente tu determinación era desaparecer y que tus planes fueron frustrados. Sé que el estar aquí no es para ti una salvación. Y sé que hay algo que te duele y que te hizo tomar esa decisión. Mi pregunta es ¿qué es lo que te rompió tanto por dentro que decidiste simplemente renunciar a todo?
—Esa es una muy buena pregunta, Sherlock. Pero me temo que no es el momento aún de responderla.
Taehyung cerró los ojos y se frotó la frente con los dedos.
—Hay muchas cosas que quisiera decirte en este momento. —Susurró claramente irritado—. No sabes... Nunca pensé en que diría algo así, porque yo mismo sé lo que es tomar una decisión como la que tomaste, pero nunca fui tan consciente como ahora de las consecuencias nefastas que tiene el hacer algo así. Daphne, fuiste una egoísta. Sé que uno tiene que velar por su propia vida y vivir sin que los demás interfieran en lo que deseas. Pero morir... no sabes el profundo dolor que causa a los demás. No sabes el profundo dolor que a mí me causaste. ¿Por qué? —Su voz se alzaba progresivamente— Dijiste que me querías ¿por qué pretendías entonces desaparecer? ¿¡Por qué querías quitarme mi última esperanza!? ¿¡Es que acaso no ves que te amo y que sin ti este vagar incesante se convierte en el infierno que fue desde un principio!? ¿¡Por qué no pensaste en mí!?
La puerta de la habitación se abrió y entró quien más me temía que apareciera. Tenía el horrible presentimiento de que esto no iba a ser bueno.
—Señor, escucho sus gritos desde el pasillo. Tiene que entender que a los pacientes no se los puede... —La doctora Kim alzó la cabeza para encontrarse con los ojos de Taehyung y, claramente, lo reconoció en seguida.
Ambos se observaron en silencio por unos pocos segundos que parecieron eternos.
—Eunjin...
Múltiples emociones surcaron el rostro de su hermana. Se veía que era tan transparente como Taehyung.
—¿Cómo te atreves? —Dijo ella calmadamente, pero con los puños cerrados con fuerza. —¿¡Cómo te atreves a venir aquí!? —Gritó entonces, sin poder contenerse más—. ¡Si fingiste estar muerto, entonces no tengas el maldito descaro de volver a aparecer para arruinar vidas más de lo que ya lo hiciste! —Sus manos comenzaron a golpear el pecho de Taehyung y él se quedó completamente inmóvil, con los ojos cerrados, soportando los golpes—. ¿¡Sabes que papá cuando supo de tu muerte tuvo un pre infarto!? ¡No tienes idea del dolor que causaste! —Las lágrimas caían del rostro de ambos—. Eres un maldito egoísta. No quiero volver a ver nunca más tu cara.
Eunjin se apartó de Taehyung, pero éste la tomó de las muñecas.
—Eunjin... No es lo que piensas. Esto es un tremendo error.
—Lo mismo digo yo. Habría preferido que estuvieras muerto. —Entonces se soltó bruscamente del agarre de su hermano y se fue caminando a paso rápido.
Taehyung se quedó unos segundos mirando al suelo.
—Tae... —Lo llamé débilmente. Pero él me fulminó con la mirada y dándose la vuelta, también se marchó.
¿Qué significaba eso? ¿Por qué demonios me miraba así? Yo no tenía la culpa de que su hermana estuviera en aquel lugar y de turno precisamente cuando él se aparecía. Sin embargo, pese a saber esto, una sensación de malestar me invadió. Sentía que las cosas entre nosotros estaban naufragando en un mar que nos separaba poco a poco.