Vigilo veía desde una ventana el campo de entrenamiento, donde Zohe jadeaba e intentaba meter aire en sus pulmones, sin mucho éxito. Comenzaba a doblarse para recuperar el aliento. Un error, la cantidad de aire que lograría aspirar sería menor, que si estuviera erguida. Estaba en pésimo estado físico, pero por algo debía empezar.
—¡Muévete recáncano peluo! —la voz de González, restallaba en el aire como un látigo—. No puedo creer que ya hayas olvidado todo lo aprendido. ¡Muévete! O debo llamar al marica ese que tenias de novio para que te ayude.
Zohe lo miraba furibunda, con las manos en las rodillas, y con la clara intención de darle un golpe.
El General sonrió con sinceridad, esos dos si sabían cómo sacarse de quicio.
Zohe se enderezó, pero no golpeó a González. Solo comenzó a dar saltos de tijera, mientras González seguía hostigándola. Era el ideal, para ese entrenamiento. Zohe tenía más fuerza física que la mayoría de los hombres que conocían, una de esas excepciones era González. Y ella sabía que si en óptimas condiciones estaba en desventaja, en su estado actual mucho peor.
Zohe era temperamental, pero también inteligente. Y sabía dónde estaba su ventaja y dónde no. Aunque tantas veces le ganara la impulsividad. El General no pudo evitar recordar las peleas que esos dos tenían de niños.
Aunque en un principio Zohe habia demostrado entusiamo por el nuevo añadido a la familia al ver que su padre lo habia adoptado como pupilo, surgieron los celos y las peleas, el niño habia procurado ganarse el cariño de ella y tolerar los ataques, pero al final terminaron riñendose y el general harto de eso, los puso en una confrontacion directa, el utimo en caer dejaba en paz al otro.
La pelea duro demasiado y al final tuvo que declarar empate, cosa que no le gusto a ninguno de los dos, pero la palabra del general era ley y asi habian mantenido una suerte de puyas y diretes a lo largo de los años.
Zohe daba estocadas hacia atrás, estaba completamente empapada en sudor, todo su cuerpo temblaba y estaba roja, pero veía fuego en ella. Y era lo que el General buscaba.
—¡Te faltan 200, hijita de Dios! —gritaba González.
—Señor—una voz conocida le habló al General
—Informe teniente —respondió sin dejar de mirar el campo.
—Señor, hay 500 intoxicados en el hospital principal y 12 decesos por la misma causa. Los especialistas sugieren que podría ser el agua, aunque aún no lo confirman.
—Asumo que esto lleva ciertas horas. ¿Por qué no lo informó antes? —cuestionó el General contrariado.
Silencio por parte del subordinado.
—Hice una pregunta.—se giró y vio a su grupo de seguridad a distancia prudente e imperturbable.
—Señor, el informe acaba de llegar… —respondió con nerviosismo el apelado.
—Muy bien, momento de comenzar a cortar cabezas.
Si algo odiaba el General era la ineficiencia.
NOTA DE LA AUTORA: ¡Una limosnita por favor! así me siento cada vez que pido me dejen sus comentarios... (lloro) sus comentarios y estrellas ayudan mucho a que el algortimo recomiende mi libro y eso ayuda a que más personas conozcan mis historias, que si se han paseado por mi perlfi se daran cuenta que son variadas, además de lo lindo que es tener interaccion con mis lectores.
Disfruté mucho eso cuando estaba publicando Hojas en el Lago. (Suspiros de autora)
Asi que espero seguir con ustedes por estos parajes de Booknet.
Por cierto ¿Qué les parece los recuerdos del general de Zohe y Gonzaléz? ¿La interacción de estos dos? ¿Y dónde creen que ande Marcos, será que Zohe ya se olvido de él?
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Editado: 28.07.2025