Delta 4053

XVI

Los helicópteros de combate se desplomaban en el delta, explotaban y se desbarataban, el ruido de las explosiones ahogaba los gritos de los refugiados en el puente. Los viejos Eurocopter artillados heredados de la antigua república, apenas si podían hacerle algo a los de la flota de los andinos. Los puestos de la artillería en tierra habían sido abandonados, algunos miembros del gabinete del General insistían en no seguir resistiendo o el desastre podría ser mucho peor.

González quería salir a combatir, pero sus órdenes eran permanecer al lado del General, y afortunadamente así fue, tres miembros del gabinete intentaron asesinar a Vigilo en aquella reunión, pero González fue más rápido y mató a dos, dejó uno para ser interrogado.

Cayó la noche y los MI-35 del ejército andino se replegaron, aunque ignoraban las razones, así fue. Habían logrado sobrevivir al primer ataque a la base. El General mandó a llamar a Zohe a su oficina. González, como una sombra estaba allí.

—Padre —saludó Zohe al llegar. Hizo un gesto hacia González y este le respondió con un gesto cansado, quién sabe cuántas horas tendría sin dormir.

El General lucía cansado, y por primera vez Zohe veía las marcas de los años en él.

—¿Aún recuerdas cómo pilotar un avión? —preguntó el General.

—Sí, padre —respondió dubitativa.

Zohe, hacía mucho tiempo, sólo por “diversión” y animada por Briñez había aprendido a pilotar los viejos Hongdu Karakorum, ya que ella se había unido al cuerpo terrestre del ejército. Su padre después de levantarle el castigo insistió en que debería aprender a manejar todo tipo de vehículo, ya fuera terrestre, marítimo o aéreo. Había seguido practicando hasta hacía menos de un año; aunque no pertenecía a la flota de pilotos, ser la hija del General, tenía sus ventajas.

—Muy bien —respondió el General con algo de optimismo. Quedó con la mirada extraviada durante unos segundos, que a Zohe le parecieron eternos.

—Padre…

El General se puso en pie, caminó al ventanal de la oficina y habló.

—Nunca he sido un hombre religioso, muchos menos escrupuloso, he hecho lo que he tenido que hacer sin titubear, realmente no aspiraba al poder, hasta que naciste. Lo procuré solo con un propósito: tu supervivencia. Luego con el paso de los años y tu bienestar lo olvidé y mi megalomanía rigió, me creí incapaz de ser engañado o derribado.

»Pero, solo soy un hombre, esta noche lo recordé. Un hombre cuyo poder radicaba en su pueblo. Y que si sigo con vida hasta este punto es gracias a González. Giró y los observó a ambos, por eso les informó: “en el hangar 100 de la pista de aterrizajes vas a encontrar un Y-8 que puedes cargar con suministros y huir a la región del Delta o al sur del continente, podemos arreglar tu asilo en algunas de esas regiones”.

Zohe y González intentaron interrumpir al General, pero él, con un gesto los calló.

—Si no es ese su deseo, el de huir, si lo dispones, encontrarás un Sukhoi en reserva, capaz de hacer mierda a la flota de helicópteros que nos han estado jodiendo en las últimas partes. Pueden fallar muchas cosas, pero es tu decisión, hija.

Zohe miró a González y luego a su padre. Ya había tomado su decisión.




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