Los nervios carcomían a la mujer mientras se enfundaba en el traje de vuelo, se repetía una y otra vez, que volar un avión era como andar en bicicleta, nunca se olvidaba. Pero, mierda, estaba a punto de pilotar por primera vez una de las mejores aeronaves de combate creada. Sentía ganas de vomitar y ganas de cagar. La oficial de vuelo Briñez le ayudó a terminar de cerrar el traje.
Había sido un verdadero reto, confiar el puesto de artillero a un miembro de la base, dada las condiciones actuales; González pese a poder pilotar una aeronave, no tenía la destreza, ni la práctica, así que escogió a Briñez, esta había sido compañera de vuelos y confiaba ella, además que había sido de las oficiales que resistieron toda la tarde y había logrado derribar un par de Mi-35. Zohe no podía pilotar el Sukhoi sola, hubiera preferido ser artillera, ya que Briñez tenía más experiencia en vuelo, pero a la vez sabía que disparar, era aún más difícil y era algo en lo que no tenía experiencia. De cualquier forma, en esa misión, ambas jugarían un papel crucial.
¿Cómo había terminado un Sukhoi en la base?
Después de desintegrarse la República, el líder del estado Delta y del Zulia se repartieron, la más recientes adquisición de la antigua capital: dos aeronaves avanzadas, que, a pesar de las tres décadas transcurridas, eran lo más letal en materia de guerra, con una capacidad de combate que no podía compararse y que debido a la caída de su país fabricante, era un auténtico tesoro.
Suspiró profundamente.
Es que ahí estaba, la más confiable e indetenible arma de “Vigilo”, esperando repartir venganza y fuego, pensó ella, imponente y letal, mientras aún terminaba de admirar el Sukhoi.
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Editado: 28.07.2025