Demencia delirante

 ಇ Capítulo II - Que todo el mundo sepa

 

「Demencia delirante」 

 

 Capítulo II: Que todo el mundo sepa.

 

   «Sé alegre, a pesar de haber considerado todos los hechos.»    

—Wendell Berry.

 

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Cuando llegamos a la plaza fuimos directo al mostrador en donde pedí un paquete especial de pareja que consisté en cuatro bolas de helado de chabacano con una fina capa de chocolate líquido, algunos frutos secos, almendras molidas y coco rallado.

Noté que el chico que nos atendía me veía raro, agradecí que no mirara a mi hermana de la misma forma, de lo contrario habría problemas; digo, no pude desquitarme con el doctor de cuarta por su insolencia, por lo que continuaba con ganas de descargar mi enojo con quien sea.

Sin embargo, percibí la incomodidad de mi pequeña hermana así que tan pronto nos entregó el helado lo tomé para dirigiernos a una mesa lejos de todos. 

Ya sentados y lejos de esos ojos inocimos observé como Arleth disfrutaba de la nieve, por otro lado, yo hacía lo imposible para no formar muecas visibles al llevarme un bocado de la parte que me tocaba, no cabe duda que lo mío es el helado de limón. No importa, lo que sea por la felicidad de mi princesa.

Para mi desgracía parecía que mi sacrificio fue en vano ya que su semblante se tornó abatido, seguro a causa de las personas a nuestro alrededor quienes nos veían incómodos.

Mi necesidad por confortarla se hizo presente, tomé su mano para besarla y decirle:

—Está bien, no te preocupes. Solo ignoralos —una sonrisa algo insegura fue lo que obtuve como respuesta.

Me daba importencia su reacción más porque lo único que podía hacer era respirar y dejarlo pasar, me era imposible hacer algo con respecto a las miradas prejuiciosa de esas personas. Ir por la vida golpeando a todo aquel que me hiciera sentir marginado no era una opción...o tal vez sí, empero a ella no le gustaría que eso ocurriera.

Creo que la principal razón de su comportamiento hacia nosotros es la aversión de nuestra relación, quiero decir, es más que obvio que compartimos rasgos sanguíneos, nuestra mirada esmeralda, facciones semejantes y cabellos dorados nos delatan como gemelos identicos aun si nuestras interacciones nos expone como lo que somos: enamorados.

Sé que piensan que es algo aberrante, estupidos, esto era amor de verdad.  A lo mejor no tan puro de acuerdo a sus estándares, mas a mi pespectiva lo era hasta niveles inimaginables.

Sí, me enamoré de mi hermana gemela y ella de mí.

Sí, no tuvimos miedo de proclamarlo a los cuatro vientos puesto que no tenemos de qué avergonzarnos ni nada que ocultar.

Porque antes de ser hermanos ella es una mujer y yo un hombre, por consiguiente no debería de existir un problema.

Y siendo sincero, ¿quién no podría enamorarse de ella, que es tan extraordinariamente bella por dentro y por fuera?

El que sea mi hermanita no significa mi amor por ella tenga que limitarse solo a lo fraternal sino todo lo contrario, de hecho, pensar que somos casi la misma persona produce que mi interior hierva de pasión por ella. Todavía recuerdo la expresión de mis padres cuando les dijimos lo que sentíamos el uno por el otro, para nuestra sorpresa no tuvimos una negativa de su parte a pedar de que su reacción fue algo particularmente extraña.

 

༺ ৎ୭ ༻

 

Arath y Arleth: 16 años.

Dos adolescentes se encontraban en el cuarto del varón, acostados lado a lado en la cama.

El chico tenía un brazo debajo de la cabeza de la blonda y el otro sobre la cintura de la misma. Entretanto, la muchacha se dejaba abrazar acariciando de vez en cuando el cabello dorado de su pareja. Se podía sentir la armonía en la habitación, a pesar de que ninguno hablaba la comodidad y dicha reinaba en ese lecho. 

—Arleth.. .—fue el muchacho quien invadió el silencio.

La mencionada se volteó y alzó un poco la cabeza para poder encarar a su compañero a los ojos, topándose con dos agujeros verdes con destellos de caramelo.

—Te amo, y lo sabes —empezó a decir—. Sé que tú me amas de la misma forma —sonrió ante lo dicho y ella lo imitó—, sin embargo, quisiera que todo el mundo lo supiera...

Ella se quedó pensativa, él sabía que este tema era algo sensible.

Su relación era clandestina, nadie más que ellos lo sabían dado que no tenían dudas de que si alguien más lo descubría, se armaría un caos.

Nadie los aceptaría, ni los apoyaría, hasta podrían marginarlos y quizás, sus padres los correrían de la casa.

En la preparatoria seguro los expulsarían y, posiblemente, la única forma de estar a salvo sería yéndose a otro lugar en donde nadie los conociera, nadie supiera su pasado y así nadie desvelara que la misma sangre corría por sus venas.




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