Demonio

15 Septiembre

- Sara, ¿Por qué no descansaste hoy? Podías haber tomado el día libre. - Ahí estaba mi jefe alegando el por qué no tome mi día libre para ir a celebrar las fiestas patrias.

- Pues, no tengo problema en venir... - respondí.

Me dejó ahí sentada, cheque mi celular. Empecé a ver Facebook, eran cerca de las once.

Ví publicaciones de mis compañeros y sus fiestas.

Actualice la página principal y volví a ver Facebook, hasta que me apareció un post donde se explicaba la "supuesta magia" del 11:11.

Ví la hora, 11:11; cerré mis ojos y empecé a hablar bajo: "Deseo algo más que trabajar en urgencias, quiero por un momento que mi vida se vuelva divertida, con acción".

Terminé de decir el estúpido deseó y abrir mis ojos.

Alex venía corriendo hacia mí. - ¡Sara! ¡A quirófano ahora!

Me levanté de golpe y corrí atrás de él, después de todo la noche del 15 de septiembre iba a ser muy movida.

Entré a quirófano de urgencias, ví cómo las enfermedades rompían la ropa, bolsas de sangre por todos lados. Una noche común y corriente.

Me aliste para la cirugía.

- ¿Edad? ¿Nombres? - hablé, debíamos hacer un expediente. - ¿Causas de la herida? ¿Toxinas? ¿Drogas? ¿Alcohol? ¿Hombre o mujer?

- De 25 a 30 años, hombre, sin identificar. - me dijo la enfermera. Yo seguía de espaldas, preparando los últimos detalles. - Múltiples lesiones con arma blanca, negativo para toxinas, drogas, alcohol.

- Bien - me dí la vuelta y mis ojos no podían creer lo que veían. - ¿Cuántos años dijiste que tenía?

Lo ví tenía un muy buen cuerpo, al parecer hacía bastante ejercicio, las facciones de su cara eran perfectas, parecía un ángel, de esos qué relatan en las novelas de amor.

- Entre 25 - 30 años, suponemos que tiene algún problema genético, tal vez sea como los albinos. - respondió la enfermera.

- Ok... A trabajar - Empecé con la cirugía, tenía varias armas incrustadas al cuerpo, sigo sin entender cómo no se murió ése día.

La cirugía duró tres horas, salí exausta de ahí.

- Llevenlo a terapia intensiva, debemos monitorear que no tengo hemorragia interna. - Las enfermeras se lo llevaron.

- Bien hecho, tal vez hubiera muerto si tú no estabas. - Me sonrió Alex.

- Pues es mi trabajo salvar vidas, somos médicos. - le devolví la sonrisa. - Somos un equipo, todos trabajamos para salvar a alguien.

- Vamos, todavía no acaba el turno y estoy seguro que la pirotecnia causará muchos problemas. - empezamos a caminar a sala de urgencias.

Y era cierto, apenas salía de una cirugía cuando ya estaba en otra, está vez a causa de la pirotecnia.

Eran las ocho de la mañana cuando tuve un respiro, la noche fue más pesada de lo normal para un sábado de madrugada.

Debía hacer mi última vuelta a ver a los de terapia intensiva y ya podía ir a mi departamento a dormir.

Ví a unas enfermeras y médicos acumulados en una de las puertas.

- ¿Qué hacen? - pregunté al verlos ahí, cerraron la puerta de inmediato.

- Pues... El que llegó está guapo, ahora si aplicó lo qué dice la canción: A mí me gustan mayores... - dijo Laura.

- Ok... Pues mayor o no debo dar un último chequeo y me iré. - Abrí la puerta y para sorpresa mía no estaba.

Revisé el expediente y verifique que era el correcto, y sí era ese cuarto pero no estaba.

- ¿A dónde fue? - dijeron atrás de mi los acosadores.

- Es lo que quiera saber, genio. - respondí ante la pregunta de ellos.

Revisé por todos lados y nada, hice el informe correspondiente y me fuí. Ya no era mi problema.

Eran cerca de las diez de la mañana cuándo salí del hospital, empecé a caminar, hoy domingo no había mucho transporte y bueno después de festejar el 15 de septiembre a todo lo que da el cuerpo, había poca gente afuera.

Esperé en un semáforo para cruzar a la otra avenida y como si viera un fantasma, ví al "mayor" caminando desorientado. Estaba cruzando la avenida.

Al parecer le había robado la ropa a alguien, no llevaba la vestimenta del hospital, ¿Cómo lo distingui? Fácil, su cabello era distinto al del resto y era más alto.

Literal, corrí atravesando la avenida, me valió un nabo si me atropellaban, lo tlaquee como jugador de americano.

- Oye amigo, no sé quién eres, pero debemos ir al hospital. No te he dado el alta. - tomé aire, estaba agitada por correr. - Diablos, debo hacer ejercicio.

- Disculpa por darte problemas pero debo volver a Death Stone. - empezó a caminar de nuevo.

- Creó qué el golpe afecto tú cerebro. - me dejó hablado sóla. Volví a darle alcance.

- ¿Cómo te llamas? - pregunté, me pare frente de él.

- ¿Cómo salgo de aquí? - vaya conversación que tenía.

- Ok... - Puse mis manos en la cintura - Tienes que volver a hospital, ni estás bien...

- Ya te dije debo volver...

- Ajá, si como no. - lo ví directo a la cara. Se veía mal y de la nada de desmayó.

- No, amigo. ¿En serio? ¿Es una buena broma? Vamos reacciona. - en medio de la calle, un domingo estaba yo con un completo desconocido.

- ¿Te ayudo? - preguntó el señor de los jugos de la esquina.

- Si - chille - ¿Puede conseguirme un taxi?

- Claro hija, creó qué a tu amigo se le pasaron las copas. - me sonrió y fue a buscar un taxi.

Llegó a los pocos minutos, me dijo que había un taxi en la esquina.

Me ayudó a cargar al "mayor" y a subirlo al taxi; dí la dirección de mi departamento y por un momento odié mi departamento: 301.

Lo subí con ayuda de un vecino.

Lo deje en el sillón tirado, ahí en modo bulto.

- Seré idiota... ¿Por qué no lo regresé al hospital? - me pregunté.

- Porqué no lo sé... Odió ser buena persona, siempre ayudando. Me odió. - me respondí. - sólo esperó que no sea un secuestrador o violador o ratero.

Me dió curiosidad saber quién era, y bueno ví que llevaba una mochila robada dónde había metido sus cosas.

La tomé y vacíe el contenido en la sala, empecé a revisar, traía armas y libros en otro idioma, al parecer en latín o griego...




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