No digo nada. Solo lo observo sin moverme ni un mísero centímetro. Trago saliva con fuerza sabiendo que si no hago lo que él me dice, todo podría acabar mucho peor.
— ¿Ahora eres muda?— suelta en tono irónico. No quita sus ojos de los míos. Frunzo un poco mi nariz. Él la mira unos segundos, para luego alejarse un poco soltando el agarre.— ¿Creíste que no me di cuenta hacia dónde te fuiste?— niega agachando la cabeza un poco.
— Pero...— me quedo callada sin saber qué decir. Mi ceño se frunce haciendo una mueca notable con mi boca.
Bajo la mirada viendo como saca una pistola del bolsillo del interior de la chaqueta. No aparto la mirada de ese objeto hasta que lo acerca a mi frente. Fijo mi mirada en sus ojos.
— No viste hacia dónde fui...— susurro más para mi que para él. Su ceño de frunce al escucharme. Noto como la fría pistola se posiciona justo en el medio de mi frente.— Eres el chico del coche, el que entró a mi cuarto destrozándolo todo, el que en...
— ¡Calla!— grita alto y claro. Mi corazón se acerlera aun más. Forma su boca en una fina línea.— Lo has pillado más rápido de lo esperado...— bajo la mirada fijándola en un punto fijo del suelo. Noto como la pistola se aleja de mi frente y va bajando hasta quedar en mi barbilla. Va subiéndola lento.
— ¿Qué quieres...?— susurro apretando la mandíbula. Sus ojos se oscurecen un poco más. Da un paso hacia delante haciendo que nuestros pies choquen. Acerca su cara a mi oído.
Siento una mezcla entre miedo y alivio, un alivio que da la certeza que de no me matará.
— Matarte.— susurra. Los bellos del cuello se me erizan al escuchar su dura voz. Niego con un simple movimiento de cabeza.
Una pequeña lágrima empieza a bajar por mi mejilla lenta. Él me mira con asco volviendo a quedar frente a mi.
Vale, toda esa confianza se acaba de ir a la gran mierda.
— No sabes el gusto que me da verte de ésta manera...— sonríe sin mostrar su dentadura. Alzo mi mano quitándola brusca.
— Dejame ir.— mi voz sale en un hilo. Me abrazo a mi misma intentando convencerme de que todo esto es solo un sueño.
Vuelvo a sentir la fría pistola, pero ahora en mi cuello. Ruedo los ojos dando con ésta.
— ¿Ha sido una orden?— pregunta a ma vez que gruñe fuerte. Hago una mueca de dolor al sentir como empuja la pistola en mi cuello. Niego haciendo que más lágrimas bajen por mis mejillas.— Acabas de sentenciar tu muerte...— sus palabras salen tranquilas. Más miedo corre por todo mi cuerpo.
Acerca su mano a la que sostiene la pistola y hace un movimiento rápido cargándola. Me asusto al escuchar ese pequeño ruido. Intento dar un paso hacia detrás, pero no puedo, estoy completamente pegada a la pared.
Me sobresalto al escuchar el sonido de un móvil, y yo no traje mi móvil...
Bajo la mirada viendo como se mete la mano libre en el bolsillo del pantalón y saca su móvil. Lo coge contestando a la llamada.
— ¿Qué mierda quieres?— pronuncia serio. Frunce el ceño al escuchar al causante de la llamada.— Ahora no puedo, estoy ocupado.— me mira de reojo. Niega cerrando los ojos con fuerza.— Encargate tu de ello. He dicho que no puedo.— se escucha un grito tras la línea, pero no consigo escuchar lo que dice.— Vuelves a gritarme y...— aprita la mandíbula con fuerza. Abre los ojos quitando la pistola de mi cuello con fuerza.— En cinco minutos llego.— cuelga y vuelve a dejar el móvil en dónde se encontraba antes de cogerlo.— Volveré.— gruñe antes de irse y dejarme aterrada en el callejón sin salida.
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— ¡Vete!— Frunzo el ceño al escuchar el fuerte grito de Payper. Cierro la puerta principal y miro hacia los lados. Nadie.
— ¿Payper?— la llamo. La casa se vuelve en un total silencio. Camino hacia las escaleras y empiezo a subir a pasos ligeros.
— No quiero volverte a ver...— sus palabras salen con rabia. Miro detrás mía. Escucho un fuerte portazo abajo.— Esto me lo vas a pagar Wendy...
Camino con pasos más acelerados abriendo la puerta del cuarto de mi hermana. Frunzo el ceño al verlas una enfrente de la otra.
— ¡Yo no tuve la culpa!— grita Wendy con fuerza señalando a mi hermana. Ésta niega encogiendo los labios. Lágrimas bajan rápidas por sus mejillas.— Es de cobardes llorar, Payper.— ríe su amiga con gracia.
— Fuera.— gruño. Las dos fijan la mirada en mí sorprendidas. Payper me mira con temor.— No lo volveré a repetir, Wendy.— ésta, sopla bajo echándole una mirada de muerte a Payper.— Ya no eres bienvenida en esta casa. Largo.— señalo al exterior del cuarto totalmente seria. Pasa por mi lado mirándome con gracia. Para en el marco de la puerta girando en nuestra dirección.
— Te arrepentirás de esto, amiga.— pronuncia la última palabra irónica. Ríe bajo.
Fijo la mirada en mi hermana menor. Se lleva las manos a la cara sollozando más fuerte. Camino hacia ella y me siento en la cama quedándome a su misma altura.