Demonio guardián

CAPÍTULO 13

Muevo la nariz aún sin abrir los ojos. Huele a... ¡Quemado!

Abro los ojos rápida y me levanto del sofá como una bala corriendo hacia la cocina. Quito la cacerola de encima del fuego viendo la pasta pegada en el fondo de ésta y con un color más oscuro de lo normal. Me llevo las manos a la cintura soplando de cansancio.

Ya hace cuatro días desde que Payper se fue y no supe nada más de ella, porque sí, lo hizo. Aaron no me mintió respecto a eso. Desde ese mismo día tampoco ha aparecido de nuevo. En parte esta bien, pero el estar sola del todo me desespera.

Cojo de nuevo la cacerola, abro la puerta que lleva al patio trasero y busco a Tara con la mirada para echarle la pasta que está más o menos bien, pero no la encuentro.

— ¡Tara!— sigue sin aparecer.

Me acerco a la pequeña casita que está en una de las esquinas del jardín. Abro la puerta con cuidado de no caer la pasta, pero algo hace que se caiga, o mejor dicho, alguien...

Encuentro a Aaron con Tara en sus brazos. Ella lleva algo de sangre en su abdomen, la lengua hacia fuera y con los ojos cerrados.

Me llevo las manos a la boca al reaccionar. Me acerco hacia él con pasos lentos. Pongo las manos en la cabeza de mi perra acariciándola como siempre hacía. Las lágrimas no tardan en salir y junto a ella mis sollozos.

...  la has matado. susurro formando mis manos en puños.

Sus ojos se fijan en los míos sin mostrar nada. Una doblada sonrisa se forma en su boca y mi ira crece por segundos.

Se gira, se acerca a la cama de Tara, la acomoda en ésta y se vuelve a girar para mirarme de nuevo.

 Era muy débilpor lo que no debía seguir viviendo. mi cabeza se ladea hacia la izquierda y junto mis cejas.

— ¡Eres un puto psicópata!— grito con rabia contenida. Las lágrimas dejan de caer para sentir una fuerte corriente eléctrica pasar por todo mi cuerpo.

Su boca se va agrandado hasta formarse en una inmensa sonrisa mostrando al completo sus dientes. Me quedo impactada. Es la primera vez que veo esa sonrisa.

— Esta me la pagaras...— gruño sin apartar la mirada de su sonrisa.

Hace los mismos gestos que yo hice anteriormente. Comienza a andar y al quedar a mi lado para, acerca sus boca a mi oído y me susurra.

 Recuerda que  me debes mucho mas. se aleja de mí lentamente y sin decir nada más sale del cuartito desapareciendo de mi vista.

— ¡No!— doy un golpe a la estantería de mi lado ocasionando un fuerte ruido al caer todo al suelo.

Me froto la cara no sabiendo qué hacer en estos momentos. Tara era mi único apoyo en estos momentos. Aunque no fuera una persona, para mi también era de mi familia y lo será por siempre.

No se como ha podido hacerle esto. Esta mañana jugué con ella y estaba bien. Estaba feliz y a la vez triste, pero solo era porque ya estaba mayor. Y ahora la mata...

Me acerco hacia el cuerpo inerte de mi preciada perra.

La tengo que llevar al veterinario, sí. No importa que ya no esté viva, quiero llevarla.

La cojo y antes de que sea más tarde, salgo del cuarto entrando en la casa. Cojo las llaves y salgo de nuevo con Tara en brazos.

A pesar de su pesado cuerpo, consigo cargar con ella.

No me importa lo que piense la gente, no me importa lo que luego puedan decir de mí. Desde hace poco eso me da igual. Solo quiero llevarla al veterinario y saber lo que le hizo.

Me quedo fijamente mirando a una niña de unos tres años que mira a Tara. La madre la acerca a ella al vernos.

— ¡Mira mami!— con su dedo señala a mi perra. La madre la coge en brazos y anda más rápida al pasar por mi lado.

Ando pocos minutos más y ya consigo ver el local. Cruzo la calle y sin esperar entro.

Me acerco al chico que se encuentra detrás del mostrador y él al verme retrocede un paso.

— Necesito ayuda por favor.— le suplico. Él lo antes posible se acerca mi y toca a tara.

— Su pulso es muy muy débil.— lo miro abriendo mis ojos todo lo posible al escucharlo.

Extiende su mano y le paso a Tara. Sale corriendo por el pasillo y entra a uno de los cuartos. Minutos después sale con una sonrisa ladeada.

— En unos instantes se encargaran de ella.— vuelve a ronreirme, pero son esas sonrisas que intentan mostrarte que todo esta bien, pero no lo esta, nada lo esta.

Miro hacia mi alrededor encontrando a una chica sentada en un banco y a su lado otro vacío. Me acerco y me siento a su lado.

Fijo la mirada en el frente no queriendo pensar en nada, queriendo dejar mi mente en blanco, pero la voz de la chica me interrumpe la acción.

— Estará bien.— dice.

— ¿Mm?— giro mi cabeza mirándola.



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En el texto hay: daisy

Editado: 31.03.2018

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