1 Semana después.
Una semana. Ya hace una semana desde que Aaron se fue. No tenemos noticias de él, pero tampoco es que me importe mucho...
Acaricio la cara de Izan con la yema de mis dedos. Sonrío de lado al ver como hace muecas con su boca.
Owen se encuentra frente a mí, con la mirada fija en su teléfono móvil. Hace algunas muecas y sigue escribiendo.
— Owen.— hago que su atención ahora esté puesta en mí.— Nada, dejalo.— niego agachando la cabeza.
No puedo preguntarle nada acerca de Aaron. Si está hablando con él se lo podría decir, y no quiero que Aaron piense que me preocupo por él, porque no es así.
Me levanto del cómodo sofá y dejo al pequeño en su cuna totalmente dormido.
Miro de reojo a mi cuñado encontrándolo de la misma forma, con la mirada fija en la pantalla del móvil.
Salgo de la casa a pasos lentos y comienzo a caminar por el bosque. Necesito despejarme un poco.
El radiante sol ilumina todo el lugar. El ambiente es cálido. Cierro los ojos por unos segundos al escuchar el canto de los pájaros.
Siempre me ha gustado la naturaleza. Las flores de múltiples colores, los grandes arboles los cuales llevan en el mismo lugar años. Todo aquí es bonito. El aire es distinto a la ciudad.
Me dejo caer en el tronco de un árbol al estar un poco cansada. Llevaré aproximadamente una hora andando.
Cada tronco tiene una marca la cual te lleva hacia un lugar u otro. Miro hacia todos lados, pero ningún tronco tiene alguna marca.
Mi corazón comienza a palpitar a gran velocidad con solo pensar que me he perdido.
Yo iba bien. Hace un minuto vi una marca, es imposible que me haya perdido.
Me llevo las manos a la cabeza y tiro de mi cabello frustrada. El teléfono móvil no tiene cobertura, por lo que es i servible.
Miro hacia todos lados viendo como si los arboles se movieran a mi alrededor. Agacho la cabeza y doy un fuerte grito cabreada por mi despiste.
Decido seguir caminando para ver si encuentro alguna otra marca. Nada.
Mi barriga ruge exigiendo comida, comida la cual no tengo, ya que fui tan lista de salir solo con el móvil.
El sol ya se va ocultando haciendo que haga un poco de frío. Solo llevo puesto una camiseta fina y una sudadera negra encima, y abajo una mayas finas de chándal.
Me giro al escuchar unas risas. Miro hacia todos lados asustada.
Nadie.
Vuelvo a escuchar más risas. Por instinto me agacho quedando de rodillas en el suelo.
Al dejar de escucharlas, me levanto y camino a pasos muy lentos.
Me quedo quieta al ver a cinco hombres dándome la espalda, y otro delante de ellos.
Retrocedo un paso y me escondo tras un tronco.
Uno de los cinco habla en voz alta, pero soy incapaz de escucharlo ya que no estoy muy cerca.
Achico mis ojos intentando ver la cara del que está frente a ellos. Bajo la mirada encontrando sus manos totalmente tatuadas.
Aaron.
Me quedo mirando un punto fijo en el suelo sin saber qué hacer. Si huyo podrían pescarme, y si los enfrento acabaría muy mal.
Pensándolo bien, es Aaron el que está en peligro. No debería hacer nada para ayudarlo, él no lo haría por mí. Pero si me voy, seguiré estando perdida...
Esta bien Aaron...
Me agacho y cojo una piedra grande del húmedo suelo.Me aparto de ese árbol y me posiciono en dos más abajo del que estaba. Siempre he tenido buena puntería, por lo que la piedra da justo en la cabeza de uno de ellos.
Me vuelvo a posicionar tras el tronco al escuchar el grito del chico. Me tapo la poca para intentar no hacer ruido.
— ¡Quién ha sido!— grita totalmente cabreado.
Miro hacia el cielo rezando para que no se hayan dado cuenta.
Me giro sacando solo uno de mis ojos encontrándolos de nuevo con toda la atención en el moreno.
Cojo otra piedra y apunto de nuevo a otro de ellos. Pongo mi rostro totalmente serio calculando la distancia y la fuerza.
Otro grito.
Me quedo en la misma posición que antes al escuchar pasos. Voy girando en el árbol al notarlo llegar a mi.
Miro hacia delante encontrándomelos a todos mirándome.
¡Muy bien Daisy!
Mi corazón comienza a palpitar a gran velocidad. Mi rostro se forma en una inmensa mueca al pasar por mi mente una mínima idea de lo que podría pasarme.
Muerte.
Fijo mis ojos en los de Aaron, y creo que es la primera vez que veo preocupación en su rostro.
Retrocedo un paso chocando con un cuerpo. Me giro mirando los ojos café del chico. Una inmensa sonrisa se instala en su rostro.
Me coge del brazo, y con fuerza me empuja dirigiéndome al lado del moreno.
Fijo la mirada en el suelo sintiendo mi cuerpo tenso. No tengo miedo porque pueda morir, si no, en la forma en que la podría morir.