Pongo la mano en el pomo de la puerta. Respiro hondo antes de entrar.
No se escucha nada.
Lo encuentro todo ordenado, en su lugar. Pero él no está dentro. Miro hacia la ventana encontrándola abierta. Me acerco y al escuchar el "pip" me giro encontrándolo muy cerca mía.
Doy un leve salto llevándome las manos al corazón. Noto como éste late a gran velocidad.
- Te agradecería que no me asustaras de nuevo.- digo fijando a la misma vez los ojos en los suyos totalmente abiertos.
- Necesito decirte algo.- se gira y se sienta en la cama.
Lo miro con el ceño fruncido. Mueve su mano dándome a entender de que me acerque.
Me quedo parada pensando en si hacerlo o no. No quiero volverme a sentir mal.
Aunque, debería hacerlo, porque si no lo hago, luego me llevaré los días y las noches pensando en qué quiso decirme.
Me acerco quedándome junto a él, de pie. Frota sus manos en sus pantalones con la mirada fija en el suelo.
- Hay un pequeño problema.- nuestras miradas se conectan. Mis cejas se encuentran alzadas sin entender nada.
Se levanta de forma rápida de la cama y comienza a andar por el cuarto con las manos en su cabeza.
El Aaron que estoy viendo ahora, nunca lo había visto. Siempre su mirada había sido fría, neutra, y hoy, es preocupada.
- ¿Qué pasa?- al escucharme, se gira y me mira tragando saliva con fuerza.
- Na... Nada.- niega moviendo la cabeza hacia los lados.
Vamos Aaron... Cuéntamelo.
La mayor parte del tiempo no lo entiendo. Me acaba de decir que hay un problema, y ahora me dice que no pasa nada...
- Sí pasa. Cuéntamelo.- niega de nuevo agachando la cabeza.
Vuelve a sentarse en la cama dejando caer su espalda en la suave colcha.
Me giro y me siento en una silla que se encuentra justo detrás mía. No lo vuelvo a mirar. Solo espero a que comience a hablar, cosa que no hace.
Escucho un leve sonido de su parte, dándome a entender de que está... Llorando.
- Aaron, ¿Qué pasa?- repito la misma pregunta que hice hace unos minutos atrás.
Me levanto y me tiendo a su lado en el cómodo colchón. Me coloco de lado encontrándolo con la mirada fija en el techo y una lágrima bajando por su mejilla.
Jamás lo había visto así. Éste no es el Aaron que conocí. Pero a decir verdad, lo prefiero así. No quiero volver a ver ese rostro neutro el cual no sé distinguir lo que siente.
- Volvió.- susurra cerrando los ojos.
- ¿Quién volvió Aaron? ¿Quién?- niega, niega y niega.- Con tu permiso, me voy.
Me levanto de la cama y camino a la puerta abriéndola, pero antes de que pueda salir, su mano me detiene.
Sonrío victoriosa...
- No te vayas.- dice muy bajo.
Sus ojos intentan buscar algo en los míos, pero ahora soy yo la que se muestra neutra. Quiero que él sienta lo mismo que yo cuando él se ponía así. Quiero que sienta el mismo daño que él me producía a mi.
Camina de nuevo a la cama llevándome a rastras. Nos sentamos mirando los dos al frente, sin decir nada más.
Me estoy cansando de esperar a que hable. Si no lo va ha hacer, me voy y listo.
Pero no quieres irte...
- Están en peligro.- gira su cabeza fijando su mirada en mí, pero yo no lo hago.- Debemos sacarlos de aquella casa. En cualquier momento nos encontrará y acabará con todos nosotros...
- ¿Quién ha vuelto?- pregunto ignorando todo lo anterior.
Observo sus apasionantes ojos, su rostro preocupado, las pequeñas arrugas en su frente a causa del fruncido de sus cejas.
Si es Yoi el que nos ha encontrado, yo misma me encargaré de él. No dejaré que nos siga destruyendo la vida.
Aunque sea mi padre...
- Nyll.- ahora soy yo la que frunce el ceño. Nunca, jamás había escuchado ese nombre.- Mi padre.- dice con los dientes apretados.
Si mi rostro estaba serio, ahora lo está mucho más.
No quiero conocer a ese hombre. Si él fue el que enseñó a Aaron todo lo que sabe hacer, es porque es aun peor.
Todos se me vienen a la cabeza como pequeños flashback. Payper, Izan, Gyula, Owen, y no menos importante, Tara.
- ¿Qué tienes pensado hacer? ¿Enfrentarlo? ¿Matarlo?- asiente con la mirada fija en el suelo.
- Estás loco si es que piensas hacer eso.- me levanto de la cama rápida poniéndome en frente, cruzada de brazos.- En definitiva, estas loco.- repito al ver una sonrisa ladeada en su rostro.