Corro. Corro sin parar recorriendo el exterior de la casa una y otra vez. Las gotas de sudor caen por mi frente. Siento mis mejillas arder del calor. A pesar del mal día, correr hace que entre en calor.
Paro apoyándome las manos en las rodillas. Con la cabeza gacha, cojo aire y comienzo a correr de nuevo.
Correr hace que me despeje de todo. Es como mi pequeña distracción de la realidad, me evade de ésta.
Hace ya unas tres horas desde lo ocurrido con Aaron.
He intentando no pensar mucho en ello, pero es imposible, es imposible no intentar comprenderlo. No hay chico más confuso que él, y eso me cabrea.
Decido dejar de correr para entrar a comer.
Nathan se encuentra frente a Gara, y Kai al lado de su padre, por lo que me siento al lado de ella. Los tres me miran atentos sin decir nada.
— Siento el mal olor.— muevo mi nariz hacia los lado y ellos sonríen a mis palabras.
— No pasa nada.— dice Nathan comenzando a comer.
Observo como Kai come moviendo la cabeza hacia los lados. Tararea una canción que no consigo saber de cual se trata.
— Daisy.— me llama Gara luego de unos largos minutos en silencio.— ¿Te encuentras bien?— asiento metiendo un trozo de carne a mi boca.
— ¿Por qué lo preguntas?— alza los hombros quitándole importancia a mi pregunta.
Algo viene a mi cabeza. Yo vi con mis propios ojos como Aaron se fue de la casa, puede que algo haya pasado.
— Kai.— llamo al pequeño de la familia. Tengo mayor posibilidad de que él me cuente la verdad, a pesar de que sus padres estén delante.— ¿Sabes dónde está Aaron?— Mira a sus padres y luego a mi. Niega volviendo a tararear su canción.
Encuentro a los dos dándose una mirada seria y preocupada. Aquí pasa algo...
— ¿A dónde ha ido?
A pesar de todo lo ocurrido, me preocupo por él. No quiero que le ocurra nada malo, por muy mal que me lo haga pasar a mí.
Nyll
— Por favor, diganme que no ha ido a buscar a su padre...— les suplico con la mirada.
Sus cabezas se agachan y devuelven sus miradas a mi.
Diste en el clavo Daisy...
Me levanto de la silla decidida a irme, pero Nathan se pone delante mía impidiéndomelo.
— Déjame ir...— digo con la mirada fija en el suelo.
— ¿A dónde iras? No sabes a donde ha ido.— niego mirándolo a los ojos.
— Pues dímelo tú. Seguro que lo sabes.— mi rostro se encuentra totalmente serio, igual que el suyo.
Niega deslizándose hacia la derecha, repitiendo mis mismos pasos. Echo la cabeza hacia detrás mirando el techo.
— No tienes ningún derecho en frenarme Nathan.— se forma una pequeña sonrisa en su boca.
— Te conozco más que a ti misma. Así que es mejor que te quedes, a que hagas una gran estupidez.— mi ceño se frunce al escucharlo.
— Claro, ahora todo el mundo me conoce mas que yo a mí misma.— asiente cruzándose de brazos.
— Yo era el que siempre iba con Aaron cuando había que protegerte.— ¿Protegerme? Río mirándolo.— sé lo de las fotos, las miles de veces que Aaron ha entrado en tu casa sin que os diéseis cuenta. Hay muchas cosas que aun no sabes Daisy, y mejor que no las sepas.
Retrocedo un paso girándome a ver a Gara. Ella me mira seria, al igual que Kai, el cual ha dejado de tararear.
— Puede morir.— digo intentando convencerlos. Gara niega sonriendo.
— Es imposible que muera por culpa de...— se calla mirando a Nathan.
— Nyll— acabo por ella. Los dos me miran con los ojos muy abiertos. Nathan asiente suspirando.
— ¿Qué pretendes hacer si los encuentras en plena pelea?— la pregunta del chico me deja un poco pensativa.
Hago una mueca con mis labios dándoles a entender en lo que pienso. En nada.
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Nos encontramos los tres en el coche de Nathan. Kai se ha quedado encerrado en el "cuarto secreto". No me ha gustado la idea de dejarlo solo, pero peor sería traerlo con nosotros.
Nos encontramos en total silencio, cada uno sumido en sus pensamientos.
Me siento nerviosa. No se como reaccionarán cuando me vean. No se si sabían que estaba con Nathan y Gara.
Bajamos del coche cuando estamos frente a la casa. Mis nervios han aumentado y el frío ha desaparecido.
Solo esta el coche de Owen, y ahora también el de Nathan.
Gara pone su mano en mi hombro y asiente con una pequeña sonrisa reconfortadora.
Antes de ir a buscarlo, pensamos en pasar para ver como estaban. No se que haría si algo les pasara.
La puerta se encuentra entreabierta, por lo que entramos sin llamar.
La casa se encuentra en un total silencio. Miro extrañada a los dos de mis lados.
— ¿Dónde están?— pregunto sabiendo la respuesta. No lo se.
Miro las escaleras y me dispongo a subir por ellas, pero la mano de Nathan me para.
Se toca la oreja y luego señala el techo. Pasos. Mi ceño se frunce al dejar de escucharlos.