Un año después.
Recojo el rizado y negro pelo de Vania en una coleta alta. Sus pies se mueven hacia delante y hacia detrás mientras está sentada en la silla.
- Mamá me ha prometido ir al cine.- dice ella totalmente emocionada. Miro sus grandes ojos celestes sonriéndome.
Recuerdo perfectamente el día en el que la conocí sin saber que era ella la hija de Natali. Ese día en el que ella me habló cuando caí al suelo cuando iba corriendo, aquella niña de grandes ojos celestes, era Vania.
- Me gusta dormir contigo.- se gira mostrándome sus pequeños dientes en una sonrisa.- Mi mamá no me deja ver la tele antes de dormir.- confiesa un poco cabreada.
- A mi también me encanta dormir contigo princesa.- dejo un casto beso en su frente y se levanta de la silla contenta.- Pero sabes que solo los sábados te quedas a dormir conmigo, así que tienes que obedecer a mamá y solo ver la tele cuando ella te deje.- asiente.
Los sábados, Vania se quedaba a dormir conmigo ya que mi turno de entrada no era hasta las 12 p.m, y Natali no sabe con quién dejarla.
En todo éste tiempo, Natali me presentó a su pareja y a su querida hija Vania. Ellos también me trataron como a una más de la familia, por lo que me sentí totalmente cómoda con mi nueva vida.
La pequeña me coge la mano y salimos llegando en aproximadamente dos minutos al bar.
La pequeña corre hacia su padre que atiende a los clientes de la barra. Le da un beso en la mejilla y entra en el interior de la cocina a buscar a Natali.
Saludo a algunos de los clientes que vienen a menudo al bar. Doy un choque de puños cerrados con la pareja de Natali, Dany.
Cojo mi delantal poniéndomelo. Sonrío a Vania que viene agarrada del delantal de su madre mientras sale de la cocina con dos platos de comida en sus manos.
- Vania, ven cariño.- ella suelta a su madre y viene hacia mi. Me mira con cara de cachorrito sabiendo lo que le voy a decir.
- No me quiero sentar en la silla sola. Quiero estar contigo.- ésta niña sabe como ganarme al instante.
- Está bien, pero no puedes decirle nada a la gente. ¿De acuerdo?- asiente moviendo su cabeza eufórica.
A ella le encanta estar a mi lado mientras atiendo a la gente, y a la mayoría no parece desagradarle , es más, comienzan a decirle cosas bonitas y agradables que a ella le encantan.
Pasan los minutos y el lugar se va llenando aun más. Esto siempre se llena de gente a la hora de comer, y más los fines de semana.
- Ha llegado un nuevo cliente.- miro a Dany y luego hacia donde señala con la mirada.
Vania se pone a mi lado al escuchar a su padre y me encamino al chico de espaldas con la pequeña libreta en mi mano.
- Buenas, ¿Qué desea pedir?- el chico no se gira.
Su pelo es totalmente negro. Miles de tatuajes sobresalen por el cuello de la camisa haciendome recordar. Bajo la mirada a sus manos totalmente tatuadas.
Un fuerte pinchazo se instala en mi corazón. Mi cuerpo comienza a temblar al verlo girar.
Sus intimidantes ojos me miran... Distinto.
Su mano coge mi muñeca al hacer el amago de retroceder. Muevo mi brazo con brusquedad al sentir su agarre, al sentirlo a él.
- No puedes estar aquí. No debes estar aquí.
Sin poder impedirlo, mis ojos comienzan a aguarse.
Ya lo estaba olvidando.
Ya lo estaba superando.
¡Ya no quiero verlo más!
- Daisy.- escucharle decir mi nombre me cabreó, hizo que la sangre me hirviera. Niego sin poder apartar la mirada de sus claros ojos.
- Vete. No te quiero ver.- mis palabras salen con rabia, rencor, dolor...
Sus ojos se cierran haciendo que el aire entre por mis pulmones de forma violenta.
Parece tranquilo, mucho más de lo normal.
Su cabello está más largo. Su cara está un poco cambiada. Su cuerpo está mucho más tonificado desde la última vez que lo vi.
- Cambié.- mis ojos se abren al escuchar esa única palabra.- Y lo hice por ti.
- Nunca hiciste nada por mi Aaron, tampoco lo harías ahora.
Me asusto al verlo levantarse de la silla con rapidez quedando frente a mi. Elevo un poco mi cabeza para poder mirarlo a los ojos.
Giro mi cabeza hacia los lados viendo que Vania no está a mi lado.
Chica lista.
- Lo hice, puedo demostrartelo.- me suplica. ¿Me suplica?
- ¿Hay algún problema?- la voz de Dany hace que mis nervios aumenten. Lo miro sin saber qué decir.- Daisy, ¿Te está molestando?- las lágrimas no tardan en aparecer.
Me abrazo a mi misma y retrocedo separándome de él.
Me duele.
Todo lo vivido vuelve a mi cabeza en cuestión de segundos.
- Vete Aaron.
- Daisy.- la voz de Dany sale con un tono preocupado.- ¿Él tiene dos hermanos?- asiento con la cabeza confundida.- Owen y Gyula.- vuelvo a asentir.