Demonios del eclipse

Capítulo 4.

Había terminado la semana, la manada había estado reclutando lobos, pero encontraron muy pocos de los cuales no todos quisieron unirse por temor a Arkain, pues a pesar de que se había ido de Virginia, su existencia seguía alimentando la leyenda del poderoso y sanguinario vampiro ancestral.

Un día por la tarde, la búsqueda de los nuevos miembros los llevó con el grupo VK, un grupo de cazadores experimentados que se localizaba en Oregón pero que por casualidad o destino habían llegado a Virginia, pues el mismo rumor sobre Arkain que atemorizaba a los lobos había sido el mismo que los había traído hasta aquí.

—Recuérdame por qué John nos pidió que viniéramos —añadió Jace al bajar del auto— ¿acaso esto no fue una iglesia antes?

—Si…hasta su derrumbe por el terremoto de hace unos años —comentó Mason desinteresado—, ahora es…un edificio extraño con forma de iglesia —frunció el ceño.

— ¿Por qué alguien compraría y arreglaría esta cosa? —protestó el rubio— Incluso todavía tienen algunos de sus escombros, deberían tirarlos.

—A lo mejor es concreto sagrado —bromeó Liam— ¿sabes quién es el nuevo dueño?

—John no fue muy específico…

—Déjame ver si entiendo —interrumpió Jace—, John nos mandó para buscar lobos en un lugar extraño que pertenece a alguien del que no sabemos nada ¿estoy bien? —alegó de malas.

—Ah…si, de hecho, es justamente eso lo que ocurre —respondió Mason—, pero te faltó algo —se sonrió orgulloso—, yo estoy a cargo.

—Oigan —habló Liam más alejado—, jefe uno y dos ¿entraremos o no?

Los tres entraron aparentemente relajados, pero en el fondo se encontraban nerviosos y a la defensiva.

— ¿Será que haya trampas? —susurró Liam a Mason.

—Era una iglesia, sería tonto que hubiera trampas —replicó Jace confiado.

Y sin aviso los tres chicos terminaron de cabeza en una de las trampas que el rubio accionó sin darse cuenta.

— ¿Decías algo? —Le reprochó Mason a su primo— ¿Ahora como bajaremos de aquí?

—No lo sé, pero espero sea rápido…la sangre está bajando muy rápido a mi cerebro —alegó Liam inquieto.

— ¿Cómo puedes saber eso?

— ¿El bajar de la sangre? —Dijo ingenuo— Bueno, supongo que…

— ¿Pueden callarse ambos? —Protestó fastidiado Mason.

— ¿Esos son pies o ya llegó la sangre a mi cabeza? —Expresó Jace dudoso.

Unos hombres se acercaron a la trampa colgante y comenzaron a reírse de los tres chicos.

—Esto sí que es una sorpresa —añadió uno con sarcasmo— ¿acaso no saben leer? El letrero dice propiedad privada…no pasar.

—Prometemos irnos si nos bajan…por favor —replicó Liam nervioso.

El hombre dio una orden con su mano y al instante otro de ellos bajó una palanca, dejándolos caer de golpe en el suelo.

—Ahora —se puso en cuclillas para hablar con ellos tirados—, van a decirme quienes son y por qué están aquí —amenazó.

—Solo si nos dicen quienes son ustedes, porque no creo que sean una fundación de caridad —aseguró Jace muy fanfarrón

—Llévenlos adentro —ordenó sonriendo maliciosamente—, tenemos invitados.

Otros tres hombres se acercaron a los chicos y los levantaron para llevarlos por un pasillo exterior al patio trasero, al llegar les pusieron unas esposas en las muñecas.

— ¿Esto es necesario? —Protestó ofendido el rubio— Ni que fueramos…

— ¿Ni que fueran qué? —Comentó insinuando— Pónganse cómodos…vamos a hablar.

—Queremos hablar con su líder —interrumpió Liam—, no se ofenda, pero…no tiene cara de líder —añadió temeroso.

— ¿Qué dicen chicos? —Alzó la voz— ¿No tengo cara de líder?

Los que estaban ahí se carcajearon mientras que los tres lobos se sintieron intimidados.

—Tienes razón niño, yo no soy el líder, pero él no está —encogió sus hombros.

— ¿Y quién está a cargo? Porque imagino que dejó a alguien ¿no?

—No te sientas tan confiado —susurró amenazante—, este es nuestro espacio no el suyo… ¡Tráiganla! —ordenó— Quieren hablar con quién está a cargo…pues que hablen.

— ¿Dijo tráiganla? —murmuró Jace entre ellos— ¿Es una mujer?

— ¿A dónde nos mandó John? —Se quejó Liam en voz baja.

Los tres se mantuvieron parados esperando a quien mandaron a traer, esperaban a una mujer mayor, pero en su lugar entró caminando una chica alta, delgada de ojos verdes con una cabellera rubia ligeramente rizada y una tez blanca, y que posiblemente era de la misma edad que ellos.

Al instante que la vieron entrar la expresión de los tres cambió, en especial de Mason quien parecía ligeramente más atraído a la mirada fría de la chica.

— ¿Quién de ustedes está a cargo? —Habló la rubia seria.

—Él —respondieron Liam y Jace empujando a Mason hacia ella.

Ambos se observaron fijamente por milésimas de segundo hasta que ella le dio una fuerte cachetada.

— ¿No leíste el letrero? No pueden pasar —Reprochó molesta—, mucho menos ustedes…no se aceptan lobos, así que váyanse —ordenó sin quitar la mirada fría de su rostro.

— ¿De qué estás hablando? —Replicó Mason sobándose la mejilla.

—Alec… —pidió que se acercara el chico— Me recuerdas sus nombres por favor.

—Los lobos Barrow —contestó el castaño—, son de la manada de John…

— ¿Quieren más información? —Los miró la chica retándolos— Váyanse ahora y no tendremos problemas.

—No podemos hacer eso —interrumpió Liam—, estamos reclutando lobos y seguimos un rastro que…

— ¿Qué los llevo hasta aquí? Se equivocan, esto no es un refugio de omegas.

—A todo esto ¿Cómo saben de nosotros y sobre los lobos? —Miró Jace con recelo— Caímos en su trampa, pero imagino que era para otra cosa ¿cierto?

—Miranda…—Le susurró Alec a la chica en el oído.

— ¿Miranda? ¿Ese es tu nombre? —Cuestionó Mason relajado— ¿Eres la hija del cazador Barton?

— ¿Cazador? ¿De qué diablos hablas Mason? ¿Conoces a estas personas? —Protestó molesto Jace— ¿Ustedes son cazadores?




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