Demonios del eclipse

Capítulo 19.

En la mañana siguiente Liam se había alistado para irse a la escuela con el propósito de buscar a Melissa y hablar con ella sobre la chica del manicomio, sin embargo, por más que la buscó en las horas libres, el almuerzo y durante las clases que compartían, la chica nunca apareció.

Sin éxito alguno fue directo al refugio.

— ¿Pudiste hablar con Melissa? —Cuestionó Mason en cuanto lo vio entrar a la sala.

—No —respondió malhumorado—, no fue a clases.

—Que conveniente —comentó Lexi sarcástica y alzando sus cejas mientras bebía un jugo.

— ¿No tienes clases o algo así? Es temprano ¿no? —Liam miró a Lexi frunciendo el ceño— Creí que tu escuela tenía horarios más largos.

—Los tiene, pero ah… —jugaba con sus labios mientras abría un cacahuate— Era una clase de anatomía humana y… —mantenía una actitud desinteresada— El maestro que la da pues está muerto —encogió sus hombros y sonrió luego comerse un cacahuate.

Liam asintió alzando sus cejas sin decir algún comentario.

—Creo que eso tiene más sentido —apretó los labios Mason.

— ¿Dónde está…la chica? —Preguntó Liam sin saber cómo llamarla.

—John la cambió a uno de los cuartos, despertó anoche así que tuvieron que volver a dormirla.

—Bien —soltó sus cosas con desgano en la mesa y fue a ver la pelirroja.

— ¿Está todo bien con él? Parecía…

— ¿Irritado? Si yo también lo creo —añadió Mason sin preocuparse—, se le pasará.

Liam buscó entre las habitaciones hasta dar con la chica que aún vestía con la ropa del manicomio y que aparentemente estaba dormida, al entrar al cuarto lo hizo con cuidado para no hacer ruido y despertarla, pero fue en vano pues el efecto del sedante ya estaba acabando.

— ¿Dónde…? —Balbuceó la chica— ¿Dónde estoy? —Se tocó la frente y con esfuerzo abría los ojos.

— ¿Te lastima la luz? —Preguntó al ver que no podía abrir bien los ojos— Puedo correr las cortinas.

La chica asintió con su cabeza y el chico pronto caminó hacia la ventana para correr las cortinas y evitar que pasara mucho la luz hacia el rostro de la pelirroja que despertaba más tranquila que en la noche.

—Gracias —dijo tratando de incorporarse— ¡Ah! —Se quejó al marearse.

—Espera con cuidado —caminó rápido hacia ella para sostenerla—, no deberías tratar de pararte tan pronto.

Liam volvió a recostar a la chica en la cama con delicadeza, al hacerlo pudo notar algunas heridas en su cuello donde le insertaban los aparatos con los que experimentaban con ella.

—Te acaban de quitar los sedantes y toda…la medicación, tardarás un tiempo en acostumbrarte —le hablaba con tanta familiaridad, pero la veía con extrañeza.

La chica pudo notar la mirada del pelinegro y solo frunció sus labios.

—Soy igual a ella ¿cierto? —No dijo a quien se refería, pero ambos sabían de quien hablaba— Siempre nos decían que éramos como dos gotas de agua, pero curiosamente nosotras creíamos que no era así —se sonrió débil.

—Oí que te llamaban Alice ¿Ese es tu nombre? —Decía dudoso— ¿Alice Han?

—No, Melissa…Melissa Han —corrigió decaída—, ella es Alice, mi hermana.

—Lo siento, es que todos la llamamos Melissa —se sintió mal por la chica.

—Gracias —lo miró sin expresión alguna.

— ¿Por qué? No he hecho nada —frunció su frente confundido.

—Por sacarme —le respondió suave y rostro apagado—, gracias.

Liam asintió con su cabeza y ligeramente le sonrió.

—No hay por qué —le extendió un vaso con agua—, debes tener sed…toma.

La chica aceptó el vaso con su mano débil y temblorosa, bebió con rapidez el agua pues se encontraba deshidratada, además de tener unos labios agrietados y pálidos.

—El cuarto tiene un baño…puedes bañarte si gustas —decía nervioso ya que nunca había estado a cargo de una situación—, este cuarto era de…  —suspiró melancólico— No importa, quizás dejó algo de ropa, creo que te puede quedar —se paró para revisar entre los cajones.

El chico buscaba entre las gavetas de un pequeño ropero de madera que había en la esquina del cuarto. En el fondo del último cajón encontró una playera blanca deportiva sin mangas y un pantalón negro deportivo.

— ¿No te importa usar pantalones deportivos? —Frunció los labios al no encontrar más— Si es así puedo pedirle…

—Está bien —no mostró interés la chica—, descuida.

—Deja te ayudo —soltó la ropa en la cama y se apresuró para apoyarla sobre él— ¿Ya no te sientes mareada? —La llevó hasta el baño.

Melissa negó con la cabeza cabizbaja.

—Dejé la ropa en la cama, te la traeré.

Liam fue por la ropa y con la misma regresó, apenas si se había asomado en el baño para dejar la ropa sobre el lavabo cuando al alzar la mirada vio por el espejo que daba hacia la regadera donde el cancel no estaba por completo cerrado, que la chica se desvestía de la parte de arriba, quedando a la vista su desnuda espalda blanca y pecosa.

El pelinegro no se sintió cómodo por lo que hizo y desvió su mirada hacia otro lado para no ver el espejo mientras le decía dónde encontrar toallas en el baño, para luego irse.

Durante el tiempo que la pelirroja se bañó quedó absorta en sus recuerdos y al verse frente al espejo tocó su rostro sin poder creer que lo podía ver en un verdadero espejo y no en el reflejo de los cristales en Orkus.

— ¿Qué están haciendo? —Cuestionó Liam al entrar a la sala y ver a Lexi y Mason— ¿Qué son esas cosas? ¡¿No son del vidente o si?!

Sobre la mesa se encontraban algunos libros viejos y rasgados junto con algunos papeles con anotaciones y un almanaque maltratado.

—Mason dijo que podrían ser pistas para algo —se defendió la chica.

— ¿Por qué una foto personal podría ser una pista? —Alegó Liam arrebatando la foto de las manos de Lexi.

—Venía con el almanaque, yo que iba a saber —frunció el ceño.

— ¿Ya revisaron si tiene algo apuntado?




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