Hace doce años.
Liam, de 6 años se encontraba llegando a su casa luego de asistir a la escuela primaria, y fue directo al comedor donde estaba sentada su madre en la esquina de la mesa.
—Mira lo que hice —le mostró emocionado un dibujo a su madre—, ¿te gusta?
—Si, es muy lindo —sonrió triste y le acarició la mejilla al niño.
— ¿Qué tienes mami? ¿Estás triste? —Notó la actitud de su madre y se preocupó— ¿Qué te pasó en la cara?
— ¿Eh?
La mujer se puso nerviosa y trató de cubrir su rostro del niño, pero no tenía caso, el pequeño ya había visto los golpes en su cara.
— ¿Esto? —Sacó un espejo de su bolso que estaba en la mesa para verse— Oh, tranquilo…me caí hace rato de las escaleras, no creí que quedarían marcas —sonrió para calmar al niño.
— ¿Y papá? —Frunció su boca— Quiero enseñarle mi dibujo.
—Salió…volverá más tarde —acarició su cabeza hasta llegar a su oreja— ¿Quieres comer? Hice macarrones con queso.
—Al rato que llegue papá —hizo un gesto de tristeza— ¿salió con sus amigos al lugar de colores?
—Ah… —se extrañó al oír lo que preguntó— Si, eso hizo —suspiró cansada.
—No me gusta que vaya, siempre regresa enojado —confesó cabizbajo.
—A mí tampoco —contestó triste al abrazarlo y darle un beso en la cabeza.
—Deberías decirle que ya no lo haga —pidió en voz baja mientras abrazaba con fuerza a su madre.
—Un día de estos lo haré —se quedó abrazándolo con un semblante abatido.
Ese mismo día en la noche.
El padre de Liam llegó a su casa con un fuerte olor a alcohol, señal de que había estado bebiendo demasiado en un club con sus amigos con los que bebía siempre los viernes.
— ¡Dios! Hueles demasiado a alcohol —se quejó Marie al recibirlo en la sala—, estuviste bebiendo demasiado ¿hasta cuándo piensas seguir así?
—Ahí vas de nuevo —alegó fastidiado—, solo tomé un par de copas y tú ya estás haciendo un alboroto por nada —la empujó para hacerla a un lado y seguir su camino.
— ¿A dónde vas? Tenemos que hablar —le habló seria.
— ¿Hablar de qué? Hazlo en la mañana ¿quieres? —Volvió a ignorarla y abrió el refrigerador.
— ¿Cuándo Liam te vea ebrio…de nuevo? ¿O qué tal cuando vuelva a preguntarme por los golpes en mi cara? —Se cruzó de brazos y alzó la voz.
El hombre se irritó y cerró el refrigerador azotando la puerta.
—Si te preguntó por eso fue porque no supiste como cubrirlos —afirmó molesto—, te maquillas tanto para tus malditos reportajes y no puedes cubrir un par de moretones ¿Acaso eres estúpida? —Le gritó caminando hacia ella.
—No tendría que cubrirlos si tú dejaras de golpearme ¡Cada vez que regresas ebrio a casa!
Su esposo le dio una fuerte cachetada, pero no logró tirarla.
—No tendría que hacerlo si dejases de trabajar como “reportera” ¿acaso crees que te creo ese cuento? Estoy seguro que andas de ramera con los que están ahí.
—Ya hemos hablado de esto, soy reportera para eso estudié y no lo dejaré solo por tus malditos celos idiotas —se talló la mejilla y lo dejó para irse a su cuarto—, hablaremos en la mañana cuando estes sobrio.
— ¿A dónde demonios crees que vas maldita perra? —La jaló del brazo hacia atrás— Querías hablar pues ahora te quedas aquí.
Desde el cuarto de Liam se podían oír los gritos con insultos y los golpes que se daban contra las cosas que se rompían, por lo que el niño se despertó y bajó a ver qué pasaba.
Desde las escaleras el pequeño observaba como su amado padre golpeaba a su preciada madre que se hallaba en el suelo con sangre en el rostro que lo cubría su largo cabello oscuro.
— ¡Mami! —Gritó corriendo hacia ella.
— ¡Liam no! —Exclamó preocupada con las fuerzas que le quedaban.
Actualmente.
Liam de 17 años estaba en su cuarto despertando de una pesadilla.
—Carajo —se talló la cara al abrir los ojos.
—Buenos días a ti también —respondió su madre en la puerta—, es hora de ir a clases…llegarás tarde, andando.
—No quiero ir.
—Si, bueno yo tampoco quiero pagar impuestos, pero… —se encogió de hombros y rio— Arriba, lo digo en serio Liam.
— ¿Tú lo sabias? —Le preguntó a su madre que le daba la espalada en la puerta— ¿Sabías de él? ¿De la familia que tuvo en Washington?
—El desayuno está listo —evadió las preguntas sin mirarlo a la cara.
— ¿Por qué nunca me dijiste? —Se paró rápido para tomarla del brazo— Todo este tiempo lo has sabido…por ellos él actuaba así ¿cierto?
—Liam…no quiero hablar de esto.
— ¿Por qué no me miras a la cara? —Reclamó con la voz rota— ¿Te sientes avergonzada por algo? ¡Fue él quien jodió su matrimonio! ¡Fue él quien jodió nuestra familia! ¡Él nos jodió a ambos! Y él nunca sintió vergüenza ¿Por qué tú si?
—Liam tu padre está muerto ¿podrías mostrar un poco de respeto?
— ¿Por qué? —Protestó molesto— El nunca mostró respeto por nosotros…por ti ¿Por qué tú si muestras respeto por un hombre que no valió nada?
—Ah…no quise interrumpir, pero los huevos se quemaron —habló un muchacho más joven que Liam.
El muchacho tenía una apariencia similar a la de Liam, solo que menos alto y con los ojos un poco más claros.
—Y nuestro padre aprendió a valer algo antes de morir… —expresó titubeante.
— ¿Qué hace él aquí? —Miró a su madre molesto— ¿Qué demonios haces tú aquí? —Le reclamó al chico.
—Liam basta —le regañó en voz baja—, está bien Ethan…bajo enseguida —habló con un tono amble y comprensivo.
—Ok Marie —contestó nervioso y sintiéndose culpable—, y buenos días Li…
— ¡Largo! —Fue y le cerró la puerta en la cara a Ethan antes de que terminara de hablar— ¿Dejas que te llame Marie? ¿Acaso quieres adoptarlo o algo así?
—Liam su madre está enferma —replicó indignada por la actitud de Liam—, y su padre acaba de morir ¿podrías tener un poco de tacto?
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Editado: 06.04.2022