Demonios del eclipse

Capítulo 40.

Kalisman estaba irritable y para calmarse jugaba a los dardos con Marcel, el objetivo no era darle a alguno de los círculos sino a la cara de un hombre que tenían en la sala de juegos desangrándose apenas con vida.

—No entiendo por qué estás de pésimo humor —expresó el moreno sin ganas de seguir jugando—, la bruja no puede librarse de ti…nadie puede —añadió de mala gana.

—Claro que no puede, pero tratará de zafarse y la necesito en mi plan —admitió molesto arrojando un dardo con mucha fuerza—, viste lo que pudimos hacer uniendo nuestros poderes…no dejaré que esa brujita se vaya de mis manos.

— ¿Qué pasa si ya lo hizo? No puedes obligarla…ella podría controlarte a ti —abrió sus manos haciendo más obvio su punto de vista—, no olvides que manipula las emociones demasiado bien.

—Pero aún no está fusionada con su hermana…

— ¿Quién no te dice que por eso se quiere zafar? —Arqueó sus cejas y lo miró jocoso— Se fusionará, aumentará su poder y si la haces enojar es probable que venga por ti, es decir, dejó encerrada a su hermana en un manicomio ¿crees que no querrá cobrártelas? Esa chica está mal —giró su indice a lado de su cabeza.

— ¡Maldita perra! —Gritó furioso el rubio tomando un plato de la mesa de centro que contenía botanas y lo arrojó al cuello del hombre, decapitándolo.

—Elijah lo limpiará, yo no… ¿Y dónde carajo está Elijah? —Alegó en voz alta.

Kalisman respiraba agitado y al oír la pregunta del moreno apretó sus dientes.

—Elijah cree que puede jugar a la parejita, pero eso está por verse —dijo jadeando y se fue.

En la madrugada después del incidente del baile en la mansión de Kalisman, Melissa Thompson estaba con este en una de las habitaciones del lugar.

— ¿Podrías haber hecho esto un poco más sutil? —Se quejó la pelirroja— ¡Llamaste a la policía! Estás demente…

—Cierra la maldita boca —le ordenó apretándole las mejillas—, imagino que nunca te han dicho que tu voz es irritante.

—No dijiste eso cuando te daba info… —dejó de hablar cuando Marcel entró al cuarto.

—Todos se fueron, ya revisamos todo —avisó entregándole una bolsa con joyas—, la familia de esa chica también.

—Todavía no entiendo por qué trajiste a Lydia…más vale que no la hagas parte de esto —habló rotundamente al pararse de la cama.

— ¿Y si quiero hacerlo qué harás? —Se giró el rubio hacia ella con una mirada retadora— ¡Ninguna niña estúpida vendrá a decirme que hacer y que no! —Caminó hacia ella para atacarla.

La pelirroja no se preocupó por el rubio, por el contrario, extendió su mano y cerró su puño, el gesto detuvo al vampiro que la quedó viendo desconcertado, luego la bruja ladeó su cabeza y giró su misma mano para después abrirla. Kalisman cayó al suelo de rodillas mientras trataba de jalar aire.

Marcel se fue contra ella para tomarla del cuello y alzarla, haciéndola perder el control sobre Kalisman.

—Marcel —dijo el rubio para que la soltará.

Melissa quedó jadeando por la falta de aire, aunque su mirada molesta seguía en ambos vampiros.

—Lo único que te mantiene de pie es todo el enojo que acumulas —confesó la bruja sobando su cuello—, disfrazas tu miedo con enojo ¿dime que se sintió volver a temer?

—Dimelo tú, no olvides que tienes tu vida en las manos de mi padre, pero como él no está, adivina… ¿quién te matará si quiere?

—Podrás ser el hijo de un poderoso y temible vampiro ancestral, pero todos te siguen solo por ser su favorito no porque tu valgas algo —despotricó sin cuidado aún en el piso—, y lo sabes.

—Cuida tus palabras bruja —la alzó del brazo—, no me importa si rompo tu lindo cuello porque puedo ir por tu hermana.

—No me das miedo Kalisman —pronunció el nombre de forma que deleitaba cada letra—, serás un vampiro, pero yo soy quien controla esto —tocó el pecho del rubio para usar su poder—, y sin mí no harás nada.

Melissa usó su poder para infundirle todo el miedo posible.

—Dime ¿Qué se siente ese vacío en tu estomago? —Nuevamente tenía al rubio sin poder respirar cayendo al suelo— Para los vampiros debe ser peor, sus emociones son más intensas incluso más que las de un lobo —sonrió perversa.

Marcel iba a ir hacia ella, pero esta vez la bruja lo detuvo de la misma forma que al rubio.

—Creo que me tomé muy literal la frase “el miedo te paraliza” —se burló y caminó entre los dos para salir de la recámara.

Elijah estaba sentado en una de las mesas del fondo de una cafetería de la plaza cuando entró la chica de ojos pardos con unas bolsas de supermercado.

—Pedido para Elijah —avisó un chico de rizos en el mostrador.

El vampiro se acercó a recibir su frappé cuando la chica lo saludó.

—Es inglés, pero no bebe té ¿No le parece extraño? —Comentó Lydia con una risita.

—Señorita Wilson que sorpresa —fingió no haberla visto—. He pasado la mitad de mi vida bebiendo té y cuando descubrí el café…bueno no pude evitar volverme adicto a él —sonrió perdido en los ojos brillosos de la chica— ¿Usted cuál prefiere?

—Su té helado señorita —avisó el mismo chico de rizos acercándose al mostrador.

El vampiro y la chica se vieron con una pequeña risita, luego ella tomó su bebida y sacó su cartera para pagar.

—Permítame —Elijah le detuvo las manos a la chica y entregó su tarjeta—, yo invito.

—Es muy amable de su parte, pero…

—Tómelo como una disculpa por haberla dejado sola en el baile, además después de lo que ocurrió me siento todavía peor.

—No tiene que disculparse…y si lo de Ethan fue una tragedia —frunció sus labios con sentimiento.

— ¿Lo conocía? —Frunció el ceño sorprendido.

—Era hermano de un amigo mío, recién supo de él y ahora, bueno… —dejó salir un suspiro amargo— Es una pena porque era tan joven, tenía un futuro que vivir, sueños que cumplir, es muy injusto.




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