Demonios del eclipse

Capítulo 47.

Miranda se encontraba en la cafetería a punto de terminar su turno, y Lissa estaba ahí esperándola para irse juntas. Como Melissa Thompson no estaba en Richmond, no había problema en que Lissa estuviese en ocasiones fuera del refugio, ya que no levantaría sospechas ante el aviso de paciente desaparecida que seguía circulando en las calles desde hace meses.

—Solo tardaré media hora más ¿segura quieres esperar? —Fingía tomar la orden para evitar regaños.

—Si, además no hay nadie en el refugio a esta hora —comentó desinteresada—, Mason y Liam siguen trabajando en el consultorio del padre de Mason.

—Pero creí que los jueves no iba Liam.

—La asistente del papá de Mason se resfrió así que él cubrió su turno —explicó encogiendo uno de sus hombros.

—Miranda te pago para que trabajes no para que platiques —la voz molesta de un hombre se escuchó en el mostrador.

La rubia apretó sus dientes frustrada y se dio la vuelta cambiando su expresión para que no la viera su jefe que la vio fijo hasta que regresó a la cocina.

Lydia estaba entrando cuando Lissa la vio y le sonrió incitándola a sentarse con ella.

—Por un momento creí que eras… —apretó sus labios arrepintiéndose por lo que estaba diciendo— Lo siento, es que aún no me acostumbro a todo ese asunto.

—Descuida —se rio—, supongo que si te quedarás en Richmond podrás hacerlo.

—Oh ¿Liam les contó? —La miró sorprendida. Lissa asintió— Mi mamá nunca se quiso ir, pero fue idea de mi papá, y ahora que estuvimos aquí ella halló un apartamento cerca que le gustó…

—Y ahora no quiso irse —respondió por lo bajo en un tono irritado.

—Si… —la vio confundida— Convenció a mi padre y me quedaré hasta terminar la preparatoria, luego iré a la universidad asi que no sé si sea buena idea.

—Seguro que sí, tus viejos amigos estarán feliz de verte de nuevo por aquí, sino pregúntale a Liam —una sensación de celos se podía sentir cuando hablaba.

— ¿E-está todo bien? Luces molesta ¿hice algo malo?

— ¿Qué? ¡No! —Alzó la voz alterada— Lo siento, yo solo…no sé qué está pasándome últimamente —frunció sus labios evitando la mirada de Lydia.

—Creo saber que es —tomó la mano de la pelirroja—, y te digo de una vez que no tienes por qué sentir celos…Liam y yo somos solo amigos.

La palabra celos puso nerviosa a la bruja quien se le ruborizó toda la cara.

— ¿Por qué estás interesada en Elijah? —Cambió el tema para terminar con sus nervios.

La chica de ojos pardos cambió su semblante tan pronto oyó el nombre, se aclaró la garganta y quitó su mano puesta sobre la de la pelirroja.

—Entre Elijah y yo no ocurre nada que pueda hacerme estar interesada en él —replicó tajante, casi molesta—, él mintió y se podría decir que me usó ¿Por qué estaría interesada en un tipo como él?

—Estás molesta, pero créeme…él nunca te usó ni te mintió —aseguró determinada—, si, te omitió detalles…pero no con mala intención.

—Lo defiendes como si fueras su amiga.

—Lo soy, bueno…él es mi amigo, y creo en él —sonrió orgullosa.

—Pero él no es mi amigo y tampoco creo en él… —llegó Miranda interrumpiéndolas— ¡Hola Miranda!

—Hey…tu bebida de siempre ya está por salir —le comentó señalando al mostrador— ¿Lissa? —La miró insinuando que ya se iban.

La pelirroja se levantó con su frappé y ambas se despidieron de Lydia. Miranda y Lissa salieron de la cafetería, caminaron distraídas llegando a pocos metros de donde estaba la camioneta de la rubia hasta que una mujer que confundió a Lissa con su hermana las hizo detenerse.

—Me da mucho gusto que ya estés de vuelta —saludó la mujer—, desde que saliste de vacaciones tus padres se la pasan en el trabajo… —comentó con gracia.

La mujer era vecina de los Thompson, se llevaba bien con ellos y conocía a Melissa desde niña.

—Ay se me está haciendo tarde, Henry se va hoy a la universidad —añadió apurada—. Este es tu último año ¿cierto linda? —La pelirroja le asintió nerviosa— Imagino que ya debes saber a dónde ir, sé que eres muy lista ¿estudiarás medicina como tus padres?

Las preguntas estaban sofocando a Lissa que no sabía responder más que con asentimientos con la cabeza.

—Bueno, ya debo irme…ojalá pudieras venir a su fiesta de despedida —sonrió y le tocó el hombro.

La mujer se fue y ambas chicas soltaron un suspiro de alivio.

— ¡Cielos! Creí que nunca se iría —expresó Miranda exasperada. Lissa soltó una risita al aire— ¿Estás bien? Pareces algo…triste ¿tiene que ver con lo que dijo esa mujer?

—Bueno…Alice ha tenido una vida, tuvo un pasado, un presente y por lo visto también tendrá un futuro —confesó con una voz apagada viendo a la nada—, y yo solo…

—Has estado doce años encerrada en un manicomio —la voz ronca que les era familiar llamó su atención—, y sales solo para desaparecer en un intento desesperado de vencerme.

Cuando ambas chicas voltearon a ver de quien se trataba el semblante en sus caras cambió bruscamente, la sola presencia de Melissa Thompson era suficiente para poner de mal humor a la rubia por el contario de Lissa, quien no había vuelto a ver a su hermana desde su visita a Orkus, y hacerlo después de saber lo que podría estar planeando le cortó la respiración.

— ¿Disfrutando de hacerte pasar por mí en las calles?

—Alice… —pronunció asustada Lissa.

Melissa miró hastiada a su hermana al pronunciar su verdadero nombre, pero luego volteó hacia Miranda que la veía amenazante, con un solo movimiento en de su mano puesta a su costado pudo manipular las emociones de la rubia al punto de provocarle un terror que incluso podía sentir un vacío en ella haciéndola caer al suelo sin poder respirar bien.

— ¡Miranda! —Exclamó Lissa preocupada. Trató de agacharse para ver cómo estaba, pero Melissa la tomó del brazo— Detente, por favor.

— ¿Por? Tú también puedes hacer esto ¿o no? —Le dijo burlona— No, claro que no —se carcajeó—. Buen intento con ganarme, porque esta vez no podrás hacerlo ¿Creíste que no sabía que me dejabas ganar cuando éramos niñas? —Apretó con fuerza su garre contra Lissa y la miró con enojo.




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