Después de entender quien es Lucifer y saber más sobre los demonios, ahora hablemos de la Demonología (del griego δαίμων, Daimon) es la rama de la teología y de la mitología que se encarga del estudio sistemático de los demonios y sus relaciones, haciendo alusión a sus orígenes y naturaleza. Los demonios, cuando se le considera como espíritus, pueden pertenecer a cualquiera de las clases de espíritus reconocidos por el animismo primitivo animismo, es decir, pueden ser humanos o no humanos, almas o espíritus separables desencarnados que nunca han vivido en un cuerpo. A este respecto podríamos distinguir varios tipos de demonios:
Ángeles caídos en desgracia según la tradición judeocristiana.
Almas humanas consideradas como genios o familiares.
Aquellos que reciben un culto (culto a los antepasados).
Fantasmas y otros aparecidos de carácter maligno.
Los íncubos y súcubos de la Edad Media son a veces considerados como seres espirituales demoníacos que además pueden dar prueba de su existencia corporal, como sería la supuesta descendencia (aunque a menudo deformada) entre estas entidades y el ser humano. Cabe destacar que el carácter maligno de los demonios no es ni mucho menos universal, ya que en algunas culturas y religiones, se les considera como entes inocuos e inofensivos para el hombre, tal es el caso de las creencias de los Mpongwe de Gabón y los Dayak de Borneo. La creencia en los demonios se remonta muchos milenios. Ya desde el Zoroastrismo, se enseña que hay 3.333 demonios, algunas de ellos con responsabilidades específicas en asuntos oscuros como la guerra, el hambre, las enfermedades, etc. La mayoría de las grandes religiones de la humanidad hacen referencia en mayor o menor medida de la existencia de los demonios.
Oriente Medio: En la mitología de Caldea estaba extendida la creencia de los siete dioses del mal conocidos como Shedu, espíritus demoníacos de las tormentas que eran representados como híbridos de toro con alas y hombre, derivados de los Lammasu utilizados como entes protectores de los palacios reales en la antigua Babilonia. En la mitología e Sumeria, también se hablaba del demonio Asag, un ser tan terrible que hacía hervir a los peces de los ríos tan sólo con su presencia. En Asiria y gran parte del resto de Mesopotamia existía la creencia en Pazuzu, el rey de los demonios del viento y las tormentas, aquel que podía traer plagas y peste. Este demonio es muy conocido por ser mencionado durante la famosa película de El Exorcista.
Lammasu.
Pazuzu.
Judaísmo: En el Talmud se menciona la existencia de 7.405.926 demonios, divididos en 72 compañías. Mientras que muchas personas creen hoy que Lucifer y Satán son nombres diferentes para el mismo ser, no todos los estudiosos aceptan este punto de vista. El uso del nombre “Lucifer” como identificador del diablo, se deriva de una interpretación particular de Isaías 14:3-20, un pasaje que no se habla de un ángel caído, sino de la derrota de un determinado rey babilonio, a quien se le da un título que hace referencia a lo que se denomina la “estrella de día” o “estrella de la mañana” (en latín, Lucifer, que significa “portador de luz”). En 2 Pedro 1:19 y en otras referencias similares, la misma palabra latina “Lucifer” se utiliza para referirse a la estrella de la mañana, sin ninguna relación con el diablo. Es sólo en tiempos posteriores al Nuevo Testamento, en donde la palabra latina “lucifer” empezó a utilizarse como un nombre para el diablo, tanto en los escritos religiosos como en la ficción, especialmente cuando se refiere a él antes de su caída del cielo. Los Grigori, Lilith y los Dybbuk, son también considerados entidades demoníacas en la tradición judía.
La Reina de la Noche – Lilith.
Cristianismo: En el Libro de Enoc ya se menciona a los Nephilim como ángeles caídos que tuvieron relaciones sexuales con mujeres en la Tierra (Epístola de Judas). En la tradición cristiana, los demonios son como ángeles: Espirituales, inmutables e inmortales. Los demonios no son omniscientes, pero cada uno tiene un conocimiento específico (a veces en más de una asignatura) y su poder se limita a lo que Dios permite, así que no son omnipotentes, ni se ha comprobado su habilidad de omnipresencia. También se cree que los demonios atormentan a las personas durante su vida mediante la posesión (Mateo 17:15-16), o simplemente por mostrarse ante personas que esto les asusta, o por visiones provocadoras que pudieran inducir a la gente a pecar o tener miedo. También se cree que los demonios tratan de tentar a las personas para que abandonen la fe y caigan en la herejía o apostasía. Según la tradición cristiana, los demonios poseen varios poderes sobrenaturales, entre los que se incluyen: Psicoquinesis, levitación, adivinación, posesión, telepatía, brujería, xenoglosia y capacidad para lanzar maldiciones, así como fuerza sobrehumana, el control de los cuatro elementos, control de animales y provocación. Los demonios utilizan varias combinaciones de estos poderes para hostigar, desmoralizar, confundir y desorientar a la víctima. Todos estos ataques, así como su efecto o alcance, puede ser anulada por Dios ya que los demonios se cree que tienen el poder de herir a las personas tanto física como mentalmente, pero sólo dentro de los límites de lo que Dios va a permitir. Según diversos grimorios medievales (Malleus maleficarum, 1486), cada uno de los demonios tiene una firma o sello con el que firman pactos diabólicos. En cuanto a la simbología, la estrella de cinco puntas (pentagrama invertido), que ha sido utilizado con varios significados en muchas culturas, puede representar a los demonios si tiene dos de sus puntas hacia arriba y una hacia abajo. La figura de Satán o el diablo ha sido asociada a diversos animales como la serpiente, la cabra y el dragón. No todos los cristianos creen en la existencia de los demonios en un sentido literal, existe la opinión de que el lenguaje del Nuevo Testamento en cuanto a los exorcismos es un ejemplo del lenguaje de la época que se empleaba para describir las curaciones de lo que hoy se clasifica como epilepsia o enfermedades mentales.
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Editado: 11.11.2020