Demonología

Capítulo 29: 333 demonios (L)

L

Labasú: su nombre significa ‘el que derriba’. Es un demonio babilónico que solía traer la desdicha a los hogares; era identificado como un ladrón detestable.

 

Lagasse: demonio de la hipocresía.

 

Lamashtu, también conocida como Lamastu y Labartu: divinidad asirio-babilónica, hija de Anu. Es un demonio de sexo femenino, negro, estéril e insaciable, con figura de monstruo con torso de mujer y cabeza y garras de león, orejas y dientes de asno, provisto de alas, y en posición de amamantar a dos cachorros sentado en un asno. Era muy temido por las mujeres parturientas y las madres lactantes. Adopta siete formas diferentes, y es uno de los siete demonios de Babilonia.

 

Lanithro: demonio del aire.

 

Láquesis: La segunda de las tres Parcas (o Moiras) griegas, hijas de Zeus y Temis, las cuales regían el destino de los mortales. Láquesis, ‘la que tira la suerte’, determina el futuro de las personas. Es ella quien decide el largo del hilo de cada una de las vidas humanas, y por tanto, la duración de la vida correspondiente a cada persona.

 

León del infierno: demonio que figura en casos de posesión, en todos ellos como íncubo.

 

Leraje, también conocido como Leraie, Leraikha, Leraye, Loray y Oray: gran marqués infernal causante de grandes batallas y disputas. Es descrito como un apuesto arquero vestido de verde que carga un arco.

 

Leshy, también conocido como Ljeschie y Lieschi: demonio eslavo que nació de la relación carnal de un diablo con una mujer. Tiene forma humana, pero con piernas, orejas y cuernos de cabra, semejante a un sátiro griego; posee la facultad de adquirir la altura del medio donde se mueve.

 

Lete, también conocido como Leteo: demonio-río griego de los infiernos. Sus aguas hacían olvidar todo lo pasado a quienes las bebían.

 

Leviatán, también conocido como Liwyatan: Bestia marina del Antiguo Testamento, a menudo asociada con Satanás. El término Leviatán ha sido reutilizado en numerosas ocasiones como sinónimo hoy en día de gran monstruo o criatura.

 

Licas, también conocido como Lycas y Alybas: demonio del Támesis (Inglaterra). Era sumamente negro, con cuerpo hediondo y cubierto de una piel de lobo; se le propiciaban sacrificios humanos anuales.

 

Lilitu, también conocido como Lilit y Lilith: demonia, primera mujer creada (antes que Eva). Uno de los tres demonios de la noche mesopotámicos, junto con Lilu y Ardat Lili. El sexo de Lilit es femenino.

 

Lilu, también conocido como Lilla: uno de los tres demonios de la noche mesopotámicos, junto con Lilit y Ardat Lili. Es un espíritu errante de sexo masculino, existente en la mitología acadia. Equivale a la figura del vampiro.

 

Loki: su nombre significa ‘luz y llama del fuego’; también ‘el que cierra’, ‘el que termina’. Es el dios del fuego y diablo teutón; cambia permanentemente de forma y su figura es grotesca. Deidad del agua y del calor extremo, devorador de cadáveres, prototipo de la mentira; a veces es hermoso y de aspecto agradable, pero su naturaleza es perversa. Su padre se llama Farbanti, ‘el peligroso’, ‘la tempestad’, y su madre es Nal, ‘el abeto’; Midgard es su hija y Sigyn su esposa.

 

Lloth: demonio imaginario femenino relacionado con las arañas, la magia oscura y el inframundo. Se especula que tiene una correspondencia en el mundo real y en una cita de las claviculas de Salomon.

 

Lucífago Rofacale: rey demoníaco encargado del gobierno del infierno por orden de Lucifer. Es el primer ministro del infierno. Sólo puede asumir un cuerpo de noche, pues odia la luz. Entre sus muchos deberes están la pena de la enfermedad y la deformidad, la creación de terremotos, y la destrucción de deidades sagradas.

 

Lucifer, también conocido como Luzbel, Fósforo o Eósforo: demonio grecorromano identificado con uno de los ángeles caídos. Según mitos hebreos no bíblicos, Lucifer era un querubín que, por soberbia, se rebeló contra Dios y como castigo fue expulsado del cielo por el arcángel Miguel. A pesar de que la mitología hebrea consideraba a Lucifer y a Satanás como dos entidades separadas, el cristianismo fundió ambos conceptos para identificarlos, sin más, con el Diablo.




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