Demons

Capítulo uno.

-¡Yasmine, vamos, apúrate!, ¿porque tardas tanto?- reniego con desesperación mientras casi corro a la cocina, buscando algo rápido para desayunar antes de irme a mi primer día de clases.

—Clary, deja a tu hermana en paz y ven a desayunar. El desayuno es... —comienza a decir mi mamá, pero la interrumpo sin pensarlo.

—Sí, sí... es la comida más importante del día, lo sé. Lo dices todo el tiempo, mamá —respondo con una pequeña sonrisa mientras agarro una manzana del frutero.

—¿Mamá, has visto mi chaqueta café? —pregunta Yasmine desde el cuarto de lavado, revolviendo todo a su paso en busca de esa vieja chaqueta.

—Yas, si la encuentro, ¿podrías de una vez terminar de alistarte? Ya me quiero ir. No quiero que se me haga tarde —grito desde las escaleras mientras subo al cuarto que compartimos.

Resoplo. Primer día de clases y ya siento que voy contra el reloj. Nada nuevo

Llego al cuarto y comienzo a buscar debajo de su cama. Encuentro una caja vieja, pero no le doy importancia. Solo quiero encontrar esa chaqueta y salir de una vez. Me topo con un montón de ropa sucia, lo cual me arranca una mueca de asco. ¿Cuándo fue la última vez que limpió esta parte del cuarto?. Finalmente, ahí está. La chaqueta. Me levanto con la prenda en la mano. De reojo miro su cama, el escritorio lleno de cosas y el tocador. Ahí está mi celular. Lo tomo rápidamente y salgo del cuarto.

Bajando las escaleras, me topo con Yasmine. Le extiendo su chaqueta.

—¿Lista?

—Lista. Solo voy por mi mochila. Ve subiendo al auto, ahí te espero —responde con algo de prisa mientras vuelve a subir.

—Toma —dice mi mamá, entregándome mi mochila. Luego, con un tono que ya conozco, agrega—: Ah, por cierto. Supongo que no querrás llevar algo para comer, así que ten.

Me entrega algo de dinero. Pero esa forma en la que lo dijo... como si siempre supiera lo que voy a hacer.

—No lo necesito, pero gracias, mamá —respondo con un tono seco. Me doy media vuelta, caminó unos pasos, pero luego me detengo. La miro.

—Suerte, y cuídate mucho —dice con una dulzura que me desarma un poco.

Vuelvo sobre mis pasos, le doy un abrazo rápido, cálido, sin decir más. A veces un gesto dice todo lo que las palabras no logran

Salgo y voy directo al auto. Yasmine ya está dentro, esperándome.

—Y te quejabas de mí porque no me apresuraba —dice entre risas mientras me subo. Arranca rumbo a la preparatoria Winnedson.

El camino está lleno de música, risas y... un casi atropellamiento de un gato. (Sí, literalmente). En una de esas, pasamos por un bache que hace que mi celular se me resbale de las piernas y caiga al piso del auto, justo cuando ya estábamos a unas cuadras de la escuela.

—Llegamos a donde tanto deseabas. Ahora bájate —dice Yasmine mientras abre mi puerta desde su asiento.

—¡Espera, Yas! Se me cayó el celular y no lo encuentro —digo, un poco desesperada mientras palpo por el suelo del auto.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.