Demons

5

Qué bonita sonrisa, pensé. Maldita sea, Clary, cálmate. Es muy lindo, pero seguro ni te voltea a ver así. Enfócate. Escuela. Prioridades. Solté su mano antes de que el momento se alargará más de lo necesario y que mis pensamientos se volvieran más evidentes de lo que ya eran.

—¿Me podrías prestar tu horario? —preguntó con naturalidad.

—Sí, claro —dije mientras lo sacaba de la mochila. Al entregárselo, nuestras manos se rozaron.

Su piel era suave. Y ahí estaban, mis cachetes otra vez ardiendo. ¡Respira, Clary!

-—Okey, parece que coincidimos en algunas clases —comentó, revisando el papel—. Puedo llevarte a tus salones y hacerte un pequeño recorrido, si gustas. ¿Ya fuiste a tu casillero?

—Sí, ya fui. Gracias —dije, tratando de mantener mi respiración estable. No quería que notara nada raro—. Tal vez pueda aceptar tu oferta del recorrido —añadí con una sonrisa tímida.

¿Por qué me siento como en una película adolescente cursi? Y peor aún… ¿por qué me gusta?

Sonó la primera campanada para la siguiente clase.

—Historia —murmuré con resignación—. Creo que esto va de mal en peor.

—Vamos, yo te llevo —dijo Isaac, moviendo la cabeza en dirección al pasillo. Lo seguí sin decir nada más.

Llegamos al salón de clases. El salón estaba medio vacío y, para variar, el profesor no había llegado todavía, ¿no se supone que los profesores deberían llegar temprano? Bueno, al menos esta vez no fui yo la que llegó tarde.

Se me escapa una pequeña sonrisa al mirarlo.

—Aquí, siéntate —indicó Isaac, señalando un par de asientos justo junto a la puerta.

Ese lugar no era precisamente mi favorito. Muy visible. Yo prefiero algo más neutral... por la mitad, donde puedo observar todo sin que nadie me note demasiado. Pero asentí y me senté. A veces es mejor no complicar las cosas. Ser la nueva este año ya es suficiente exposición. Y aunque debo confesar que es más relajante no sentir tantas miradas encima… aún me cuesta sentirme cómoda con tanta gente alrededor.

—¿Por qué aquí? —pregunto, arrugando un poco la nariz. Creo que mi cara de disgusto dijo más que mis palabras

—Ya verás —respondió con un guiño.

Wow. Me quedé más impresionada que otra cosa. ¿Qué rayos significa eso?

—Buenos días, chicos...

Esa voz...

Tomó asiento. Y cuando me doy cuenta de quién es la persona que acaba de entrar al salón, lo único que puedo hacer es arquear una ceja. Ni siquiera puedo abrir la boca del asombro. Siento cómo el aire que tomé se queda atrapado dentro de mí.

La observo. Va directo al escritorio, saca algunas cosas del cajón y otras de su maleta. Mi mente empieza a trabajar a mil por hora.

¿Dónde la he visto antes?.

¿No es la mamá de un compañero de mi antigua escuela?.

Estoy confundida. Mi memoria no es muy buena, que digamos.

—Bueno chicos, mi nombre es Christine Wallace y seré su profesora de Historia —lo dice de forma rápida, pero con un tono cálido, casi familiar—. Como hoy es su primer día de clases, me gustaría que se presentaran... pero no de la típica manera.

Genial, aquí viene algo raro.




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