Demons

9

— ¿Amigos? — estiro mi mano, esperando que acepte, no me vendría mal un amigo que me pase las tareas.

—Amigos— responde alegre, estrechando mi mano mientras se levanta.

Lo tomó del brazo y bajó todas las escaleras hasta pisar tierra firme. El sol estaba en su punto más alto, y el calor se sentía en el aire. Justo entonces, escucho el timbre, es la hora del almuerzo. Lo suelto del brazo para poder preguntarle algo.

—Oye tengo curiosidad… ¿cómo explicarías mi ausencia en la clase anterior? — pregunto un poco dudosa, relamiendo mis labios.

—Pues… la verdad, que te di el recorrido por la escuela— sonríe al terminar, como si no hubiera nada más lógico que eso.

— ¿Por qué? ¿Qué querías que le dijera? — pregunta ahora él, mirándome con el ceño ligeramente fruncido.

—Nada en realidad, solo quería saber— le sonrió, encogiendome de hombros —Bueno, ahora que somos amigos, ¿por qué no vamos a almorzar juntos? — dije

—No me gusta comer aquí. Por lo general, como en un restaurante cerca de aquí— responde con naturalidad.

— ¿Podemos salir de la escuela? — pregunto, arqueando una ceja.

—Se podría decir que no, pero tiene sus ventajas ser presidente estudiantil. — dice, con una sonrisa cómplice.

—Okey, entonces vamos a tu restaurante— dije decidida, como si no estuviera a punto de romper las reglas.

Caminamos por los pasillos hasta llegar por donde había entrado hace tres horas. Que rápido pasa el tiempo, hace nada estaba cruzando esa puerta, confundida y ahora… ya hasta he conseguido un amigo. Al llegar al estacionamiento, me doy cuenta que iremos en auto. Wow, esa no me la esperaba. Lo sigo hasta ver una camioneta blanca, una Nissan Rogué, wow… okey, Camino con seguridad hacia el lado del copiloto para subirme.

—Clary- ríe fuerte —Es este… ¿En serio ya te ibas a subir ahí?— ríe a carcajadas.

Qué pena, que ganas de desaparecer. Tomó un bocado de aire, cerré los ojos un segundo y lo suelto. Trágame tierra. Rodeo el carro mientras él sigue riendo y entonces la veo, un Jeep Wrangler rojo. Me enamoré.

—Solo quería ser caballeroso, pero tú me has hecho el día— dice mientras sigue riendo. Abre la puerta del copiloto para mí.

—Ya cállate, todo el mundo se equivoca— lo fulmino con la mirada mientras me subo al auto.

Ríe una vez más. Luego cierra la puerta y rodea el auto para subirse al lado del piloto. —Admítelo, ha sido gracioso— me mira antes de ponerlo en marcha.

En la radio suena una canción muy bonita, lenta, pero cargada de emoción. Se nota que quien la canta lo hace desde el alma, me gusta.

—¿Sabes cómo se llama esta canción?— le pregunta mirándolo con curiosidad.

—En realidad no—responde seco, con la mirada fija en el camino, ignorándome por completo.

Gracias creo, niego en mi cabeza, ¿Qué hice de malo?, solo pregunté algo insignificante y se puso así. Sin decir más me giro hacia la ventana para ver el camino. Lo único que se escucha es la canción, el silencio que hay entre nosotros es muy triste e incómodo.

—Bueno, hemos llegado— suspira mientras apaga el auto.




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