Demons

11

—¿Qué pasa?¿Qué miras?—preguntó mientras, al mismo tiempo volteo para ver qué es lo que lo tiene tan distraído.

Lo que parece captar su atención es un joven recargado en la barra, junto al mostrador, hablando con la mesera. Ella está coqueteando abiertamente, y él simplemente le sonríe, diciendo un par de cosas con una sonrisa despreocupada que hace que no sepas si está siendo amable o seductor.

De pronto, él se pone de pie y comienza a caminar en nuestra dirección. Yo lo observo, analizando qué es lo que tiene de malo, ¿Será por la chica? ¿Por qué Isaac se le queda viendo así?.

Entre más se acerca, mi respiración se acelera y mi boca automáticamente, queda ligeramente abierta. Siento un cosquilleo en la nuca, como si algo en mi reconociera su presencia antes que mi memoria.

—Clark— ríe el chico al pasar, luego me mira y, con mucha seriedad dice — Señorita Miller—

Sigue caminando, sin detenerse, como si nada. Pero yo me quedo sin aliento. Mis ojos lo siguen hasta que se sienta un par de mesas detrás de nosotros, al fondo del establecimiento.

— ¿Lo conoces? — pregunta Isaac.

—Creo que...— lo miró, aún más confundida, trataba de recordar dónde lo había visto, solo sé que lo he visto— Si.

— ¿Qué?, ¿Dónde? — pregunta sorprendido, inclinándose hacia mí con intensidad. —Clary ¿Dónde?—

—No lo sé— respondo.

No podía dejar de mirarlo. No le presté atención cuando lo vi por primera vez, pero ahora… ahora había algo imposible de ignorar. Como si el aire se volviera más denso entre los dos. Como si él también me estuviera mirando de esa forma.

—Aquí está su orden— interrumpe la camarera poniendo los platos sobre la mesa.

La miró fugazmente y luego bajó la mirada al piso, intentando recomponerme. Después levantó la vista hacia él. Solo fueron un par de segundos, pero se sentían eternos.

—Me tienes que explicar eso— dice Isaac, intentando ocultar su tono molesto con una exclamación disfrazada.

—Luego…— murmuró. Aún no sabía qué hacer, ni cómo reaccionar. Seguía atrapada en ese momento, intentaba volver a la realidad, pero todo se sentía distinto.

Miró el plato frente a mí contenían unos huevos fritos, pan y tocino, que lindo se veía en el plato, al lado un pequeño renacimiento con mantequilla. Todo se veía perfectamente acomodado, casi como si alguien hubiera planeado que ese plato fuera lo primero que viera para anclarme al presente.

Llega otra camarera con la malteada. La tomó y le agradezco con una sonrisa breve, solo para que se vaya.

—Oye, ¿porque no trajeron la tuya? ¿Si pediste la tuya verdad? — le digo sarcásticamente, lo que significa que por al menos por ahora, ya he vuelto. Mi respiración se había calmado.

Me siento muy rara. No sé cómo explicarlo. Como si algo se hubiera activado dentro de mí, algo que estaba dormido.

Tomó un poco de la malteada y siento una mirada clavada en mí. No necesito girarme para saber que es el chico. Esto es muy incómodo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.