Demons

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—Hay uno en el cual dicen que se acuesta con las profesoras— agrega, riendo levemente.

Me río con él, pero esto se me hace demasiado extraño.

Primero ni me explico lo que quería saber ¿Quién era el tipo que estaba amenazando con un arma a Harry? y segundo ¿Por qué Isaac hablaba con él como si ya lo conociera? Nada tiene sentido.

Tomo un poco de aire. Apenas llegamos al estacionamiento de la escuela, me bajo rápidamente. Justo en ese momento, escucho el timbre. Camino directamente al salón de matemáticas.

Estuve tan confundida que no pude prestar atención en la clase. Ni supe cómo se llama el profesor. Solo espero que en la clase de química no sea igual.

Entré al salón y lo primero que noté fue el eco del silencio. Solo unas cuantas personas estaban ya en sus lugares. Había seis mesas grandes, cada una pensada para ocho alumnos. Elegí la que estaba al centro del lado derecho, completamente vacía, y apoyé la cabeza sobre la superficie fría, como buscando esconderme del mundo por un instante.

Cerré los ojos. Solo necesitaba un respiro. Un momento. La sensación que me dejó Harry aún me perseguía: algo entre tensión, curiosidad y un escalofrío que no sabía cómo clasificar.

Cuando suena la campanada, me agaché para tomar la mochila que había dejado en el piso. Saqué mi libreta y, justo al volver a levantarme, sentí que alguien se sentaba a mi lado. Lo vi de reojo. Era Harry.

Estaba mirándome. Su expresión era imposible de descifrar.

Miro rápido a mi alrededor, al resto del salón. Isaac ya está en su lugar. El profesor no ha llegado. Bastante común en esta escuela; parece que se toman su trabajo con demasiada calma.

—Soy Harry Prescott— dijo de pronto, con voz tranquila.

Lo miré, más por reflejo que por intención, curiosa.

Tenía los ojos verdes, muy verdes. Su cabello le caía sobre las mejillas y su rostro parecía dibujado con precisión: pómulos marcados, mandíbula firme. Era el tipo de rostro que podrías encontrar en una película, aunque con algo oscuro escondido detrás.

—Fui un poco descortés, por no presentarme en el restaurante— añade, con un tono más relajado.

Asentí en silencio con la cabeza, sin saber qué decir.

— ¿Quién era el tipo ese que estaba contigo en el restaurante? — me escuché preguntar, trague saliva después de sentir un escalofrío recorrerme desde mi espalda hasta la punta de mis dedos.

No tenía una buena forma de explicarlo. Ni siquiera sabía si debía hacerlo.

—Mi papá — respondió, notando mi incomodidad —. Me vio en la cafetería y me dijo que me tenía que concentrar en la escuela… y no en chicas— explica.

¿Eso fue una indirecta? Me quedé mirándolo, con la pregunta atorada en la garganta… ¿Y el arma? ¿Por qué llevaba un arma su padre?

Quería preguntarle, pero justo en ese momento la maestra entró al salón y el momento se rompió como una burbuja.

—Disculpen la tardanza, chicos. Soy una profesora sustituta. No me habían comentado de este cambio. Me presento con ustedes soy Agnés Fleming y espero que puedan aprender mucho este año… y yo quisiera aprender de ustedes— dijo con una sonrisa amable.

Una buena bienvenida, pensé. Al menos alguien parece tener entusiasmo.

—Miren, chicos, yo por lo general trabajo en equipos, según las mesas en las que están sentados. Pero de vez en cuando haremos trabajos en parejas. Así que este año ustedes elegirán tanto sus equipos como sus parejas— añade.

— Ah, y me dijeron que les informara que su siguiente maestro no se presentó a clases el día de hoy, así que tendrán la siguiente hora libre.

Me obligo a centrarme en la clase. La maestra ya empezó a hablar, escribiendo en la pizarra mientras va explicando lo que vendrá durante el semestre.

Saco mi pluma y abro la libreta. Hago como que anotó. Subrayo el título con la misma palabra dos veces para no perder el ritmo, pero en realidad mi mente está en otro lado.




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