Demons

25

—No, coman ustedes. Yo voy a alistarme. Provecho —dijo mamá, saliendo del comedor.

Yasmine se levantó también. — Voy contigo — añadió, siguiéndola.

Ambas se fueron, dejándonos solos de nuevo.

Harry me miró, con una mezcla de alivio y preocupación.

—¿Crees que… no debería estar aquí?

—No lo sé —respondí con sinceridad—. Pero yo quiero que estés.

Y en ese momento, supe que esa pequeña verdad sería suficiente... al menos por ahora.

No dijimos nada más después de eso. A veces el silencio era más cómodo que cualquier palabra. Yo movía la cuchara despacio, él acomodaba el vaso con cuidado, ambos conscientes del otro, del ruido mínimo, de lo que no se decía. Terminé mi desayuno sin apuro, consciente de cada movimiento, cada respiración. Harry también. Se notaba que intentaba no hacer ruido, como si sintiera que cualquier gesto fuera a romper el equilibrio.

Él se levantó con sigilo y se ofreció a lavar los platos. Estaba por decirle que no hacía falta, pero justo en ese momento, Yasmine apareció en la cocina.

—Yas, me voy con Harry a la escuela —le dije al verla.

—Así que por fin tendré paz para desayunar… ya me está cayendo bien tu amigo —respondió con esa sonrisa suya, mitad burla, mitad afecto.

Solté una risa rápida, me dirigí hacia la sala, agarré la mochila y la abrí. Noté que me faltaban algunas cosas, así que subí al cuarto a buscarlas. Mientras tanto, Harry lavaba los trastes y Yas se servía su desayuno con total tranquilidad.

Cuando bajé de nuevo, la escena me tomó por sorpresa. Harry seguía frente al fregadero, pero ya no se movía. Estaba completamente quieto, con la mirada fija en Yasmine. Sus ojos entrecerrados, serios, como si estuviera observando algo que no encajaba.

Yasmine, en cambio, masticaba su desayuno sin prestarle atención, como si no sintiera esa mirada intensa sobre ella.

—Harry, ¿ya nos vamos? —pregunté, fingiendo normalidad, aunque mi voz sonó más suave de lo planeado.

—Sí —respondió al instante, girando hacia mí. Pero su expresión tardó un segundo más en suavizarse. Su voz tenía un leve filo —. Te espero afuera.

Cuando cruzamos la mirada, su expresión cambió por completo. Se suavizó. Había calidez ahí, y sin pensarlo, le devolví la sonrisa.

Lo seguí con la mirada hasta que desapareció por la puerta. Y aunque no entendía qué había sentido exactamente... supe que no había sido nada pequeño.

—Clary —me llamó Yasmine.

—¿Qué pasa? —me giré hacia ella.

—Tu teléfono —dijo, sacándolo de su bolso como si fuera un objeto olvidado por otra persona.

—Gracias… ya me había olvidado de él —lo tomé, pero mis pensamientos no estaban ahí. Seguían anclados a los ojos de Harry. A esa mirada fugaz, intensa, dirigida a Yas. ¿Qué había visto en Yas? ¿Y por qué parecía tan perturbado?

En ese momento, mamá entró con su energía de siempre.

—¿Ya te vas?

—Sí, Harry me llevará — la abracé, apretando apenas —. Nos vemos al rato.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.