Demons

26

Al salir de casa, el sol apenas tocaba las paredes y Harry estaba apoyado en su moto, con el celular entre las manos. Se veía más relajado, pero sus ojos aún buscaban algo.

Me ajusté la mochila al hombro y caminé hacia él.

—¿Lista? —me dijo, tendiéndome el casco con una sonrisa que, por primera vez, no parecía forzada.

—Siempre —le respondí con otra, más pequeña, pero sincera.

Me subí detrás de él. El casco me quedaba apenas justo. Al rodearlo por la cintura, lo hice con cautela, pero él tomó mis manos y las colocó con firmeza sobre su abdomen.

—Así es más seguro —dijo sin girarse.

No respondí. Solo asentí en silencio, y me aferré. El rugido de la moto quebró el murmullo suave de la mañana. El viento despeinó mis pensamientos, y por un rato, el ataque, el miedo, el caos, el pasado... quedaron atrás. Aunque fuera por unos minutos. Me sujeté un poco más fuerte, no por temor a caer, sino porque en ese instante sentí que estar ahí, con él, era lo único que tenía sentido.

Aparcó la moto en una esquina, cerca de los arbustos que daban sombra por las mañanas. Nos quitamos los cascos al mismo tiempo, y por un segundo nuestras miradas se cruzaron, como si quisiéramos decir algo pero no supiéramos por dónde empezar.

—Gracias por traerme —dije al fin dándole el casco.

—Siempre que quieras —respondió tomándolo con su mano derecha y lo colocó en la manija derecha.

Ambos nos quedamos un momento más allí, en silencio. Luego empecé a caminar hacia la entrada principal, pero me detuve al notar que él no me seguía.

—¿Vienes?

—Sí —dijo, como si algo lo hubiera distraído.

Miró hacia un punto más allá de los edificios de la escuela. Seguí su mirada, pero no vi nada. Solo el cielo despejado y el sol asomando entre las ramas de los árboles.

—¿Harry? —pregunté, un poco más seria.

—Nada… solo pensé que vi algo. Vámonos.

Pero no era solo eso. Lo supe. Esa mirada era la misma que le lanzó a Yasmine en casa. Intensa, cargada de recuerdos, o sospechas. O ambas.

Entramos al colegio, y el mundo pareció detenerse un instante. Bastó con dar unos pasos por el pasillo principal para sentir cómo las miradas se clavaban en nosotros. No sabía si eran por Harry, por mí, o por el hecho de que habíamos llegado juntos. Probablemente, era todo eso mezclado en un mismo susurro que recorría las paredes. Me erguí sin querer, como si ese pequeño gesto pudiera blindarme de todo lo que venía.

Él caminaba a mi lado, con las manos en los bolsillos, como si nada le importara y esa calma suya que parecía a prueba de todo. Y tal vez era cierto. Pero yo… yo tenía mil cosas corriendo por mi cabeza. Y no solo por él.

El día apenas comenzaba.




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