Demons

45

Me incliné un poco más en él, apenas lo suficiente para que nuestros cuerpos se alinearan mejor. Harry soltó un suspiro bajo, que rozó mi oído como un secreto compartido.

—Clary... —dijo, mi nombre, su voz era un hilo tenso, quebrado por el deseo contenido.

Me besó de nuevo, esta vez con más hambre, como si se diera permiso de perder el control un poco más. Lo acompañé. Mi boca respondió, mis labios buscaron los suyos, mis caderas se movieron apenas, con una naturalidad que me sorprendió. Sentí su cuerpo endurecerse bajo el mío, y lejos de alejarme… quise más.

Él no necesitó palabras. Me leyó como si mi cuerpo le hablara en otro idioma que solo él entendía. Lo noté en su mirada, en cómo apretó suavemente mis muslos, en cómo su boca volvió a buscar la mía con más urgencia. Porque en ese momento… nuestros cuerpos hablaban por nosotros.

Una de sus manos me sujetó con más fuerza por la espalda baja, como si no quisiera dejarme ir. La otra subió, enredándose en mi cabello y lo haló suavemente hacia atrás, solo lo suficiente para que nuestras miradas se encontraran de nuevo. Mi respiración se agitó. Mi piel ardía.

—Dime si quieres que me detenga —susurró, y su voz tenía esa mezcla de respeto y deseo que me estremeció hasta los huesos.

No respondí de inmediato. Solo lo miré. Y negué suavemente con la cabeza.

Él asintió una sola vez, como si mi gesto hubiera sido suficiente para romper todas las barreras. No dijo nada más.

Volvió a besarme, primero en la mandíbula, luego bajó al cuello, donde dejó un rastro de fuego suave. Mis manos se aferraban a sus hombros como si buscara anclarme a algo real, mientras lo sentía besarme despacio, con una paciencia que me volvía loca que me hizo cerrar los ojos.

Mi cuerpo reaccionaba antes que yo.

Me moví un poco en su regazo, sin pensar, como buscando encajar mejor. Lo escuché respirar hondo, como si contenerse le costara esfuerzo.

Sus manos en mi espalda, mis dedos en su cabello. La respiración se volvía un lenguaje aparte. Casi podía jurar que el tiempo se deshacía entre nosotros. Y por fin… no me importaba nada más.

Hasta que sonó el celular.

Ambos nos congelamos.

El sonido fue como una bofetada contra el silencio suave que habíamos construido. Lo tenía al lado, sobre el sofá. Lo tomé con la mano temblorosa, aún sentada sobre él. La pantalla brilló con un nombre que me heló la sangre: “Mamá”.

Harry me miró, expectante. Yo dudé. Un segundo, dos. Pero contesté.

—¿Mamá? —dije, intentando que mi voz sonara normal, neutral, mientras Harry, inconsciente de lo que estaba ocurriendo al otro lado de la línea, volvía a besarme en el cuello, con una lentitud casi cruel. Cerré los ojos. Contuve un suspiro. Quise seguir ahí, por un segundo más.

—Es sobre Yasmine —dijo, con un tono grave.

Ahí se me tensó el cuerpo.

Harry lo notó y se detuvo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.