Demons (libro 2. Ángel Rebelde)

Curiosidad

Siendo que Lil, Tony y Maureen habían sido inseparables casi desde la cuna, a ella le sentaba muy mal verse separada de ellos, pero a últimas fechas y debido al interés de Johan en Maureen, Heylel, en quien por cierto, a ella aún le costaba un poco pensar y llamarlo por su nombre real,  le había dicho, o más bien le había ordenado mantenerse alejada cuando el susodicho estuviese con Maureen. Aunque Lil había intentado pedir explicaciones, la única que le había dado Heylel era que lo hacía por su seguridad.

Esa tarde después de clases, Maureen y Tony se reunirían con Johan que le había prometido a Maureen llevarla a una librería muy especial, así que Lil decidió decirles que tenía una investigación pendiente que no podía retrasar más; aquella era una mentira flagrante, pero igual se había ido a la biblioteca con Kellen, decidiendo que si no podía estar con sus amigos, utilizaría aquel tiempo para adelantar algún otro trabajo. Llegaron y ella se dispuso a trabajar mientras que Kellen que ya no tenía que fingir estudiar, se había sentado y jugaba con una pelota lanzándola y atrapándola hasta que Lil pareció fastidiarse.

  • ¿Quieres parar?
  • ¿Por qué? – preguntó  él sin detenerse
  • Porque es desesperante y no me dejas concentrarme en lo que hago
  • En primer lugar – dijo él enderezándose en el asiento – eso deja mucho que desear acerca de tu concentración, y en segundo término, yo sé que no estás pensando en lo que haces
  • Claro, tú no me dejas
  • Mentirosa – dijo él mirándola con fijeza
  • ¡Deja de hacer eso! – exclamó girando la cabeza y lo escuchó reír, lo que solo aumentó su ira – Eres el peor de los entrometidos
  • Te he dicho muchas veces que ese es mi trabajo y tú me lo haces fácil si vas por allí exhibiendo tus necios pensamientos, Randall.
  • ¡No lo estoy haciendo! Lo que sucede es que te encanta meterte en lo que no te importa
  • Te advertí que emplearíamos mejor el tiempo si lo dedicábamos a entrenar – dijo él ignorando la acusación

Desde que Lil había sido informada acerca de su condición, y aunque a veces le parecía que estaba inmersa en un muy extraño e interminable sueño, Heylel se había empeñado en hacerla entrenar para que aprendiese a manejar las habilidades que su naturaleza le confería. Sin embargo, y a pesar de que a Lil siempre le había gustado estudiar, aquello se salía mucho de lo habitual y era sumamente duro, por no mencionar extraño. Aunque ella había puesto mucho empeño, aquel asunto había hecho que sus niveles de antipatía hacia Heylel y Kellen se elevasen hasta casi rayar en el odio, porque el primero sostenía que no se esforzaba lo suficiente y que Kellen no hacía un buen trabajo, mientras que Kellen se defendía acusándola a ella de no poner interés en el asunto.

  • Mi tiempo estaría mejor empleado si pudiese estar con mis amigos – porfió ella
  • Lo que realmente quieres es averiguar acerca de Dev – la contradijo él y ella lo miró con hostilidad
  • ¿Y qué tiene eso de malo?
  • Nada, pero eso suprime tu derecho a llamarme entrometido siendo que tú también lo eres
  • ¡Maureen es mi amiga! – dijo con disgusto – Y ese fulano puede…
  • Lo que pueda o no pueda, no es asunto tuyo y ciertamente no podrás impedir nada si ni siquiera eres capaz de proteger tus propios pensamientos – la interrumpió él – Cualquier nephilim que se te acerque mucho, sabrá no solo que tú lo eres, sino que entrará en tu mente como a una plaza pública

Lil en verdad tenía el más sincero deseo de golpearlo, pero aparte de la inutilidad del asunto, en ese momento Heylel se materializó a su lado. Ya Lil se había acostumbrado a aquellas intempestivas apariciones, que dependiendo de las circunstancias, podían ser silenciosas o podían venir acompañadas de un destello de luz. Lo que había costado un poco más a Lil, era habituarse a que no siempre los demás podían verlo, así que siempre esperaba a que Heylel le diese una señal al respecto si estaban en público, pero como estaban solos en esta ocasión, ya que Kellen no contaba, ella compuso expresión de fastidio.

  • Solo yo puedo tener tan mala suerte – dijo llevándose una mano a la frente
  • ¿Todo en orden? – le preguntó él a Kellen
  • Tanto como puede estarlo estando ella de por medio
  • Vamos – dijo Heylel sujetándola por un brazo
  • Óyeme, estoy trabajando – protestó ella mirando hacia la mesa
  • Encárgate, Kellen
  • Eh, eh – lo detuvo él – No irán a ninguna parte sin mí
  • ¿Te estás negando a obedecerme? – preguntó Heylel mirándolo con ira, pero Kellen le devolvió la mirada y se acercó a él
  • Mi compromiso contigo es protegerla, no seguir tus órdenes en ningún otro sentido
  • No tienes que protegerla de mí, imbécil
  • ¡Ah sí! De ti principalmente

El mismo sentimiento que había tenido Lil hacía un momento de querer patear a Kellen, fue el que experimentó Heylel, pero él sabía que Kellen tenía razón. No se trataba de que él fuese a lastimar a Lil, sino que habían llegado a la muy inconveniente decisión de que nunca debían dejarlos solos, pues indistintamente de las circunstancias, Heylel siempre perdía la batalla por el control y terminaba estrechándola en sus brazos y besándola, lo que ocasionaba a su vez que se encendiese como un árbol de navidad, como decía Araxiel.




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