Demons (libro 2. Ángel Rebelde)

Cambiante

Kellen se había ocupado de recoger a Sebastian, y mientras se lo llevaba a Azrael, tuvo oportunidad de examinar su memoria comprobando que, si bien era cierto que Limeriel había hecho un buen trabajo en la supresión de recuerdos, tal y como él había imaginado, Sebastian no era una presa fácil y no solo había opuesto la mayor resistencia, sino que esto había causado algunos daños serios; por supuesto eso iba a regenerarse, pero sin duda despertaría la curiosidad de Azrael.

  • Hecha la entrega, me marcho – dijo Kellen
  • ¿Por qué la prisa? – preguntó Azrael – Este no es mi trabajo favorito, así que podrías ser amable y buscarme algo de diversión para cuando termine con él

Kellen era un cazador, y debido a su habilidad se había convertido en mercenario y tenía una singular habilidad para ubicar con bastante precisión a casi cualquiera. Sin embargo, también era conocido por su habilidad para proporcionarle a quien se lo pidiese, toda clase de diversión y de acuerdo al gusto de la persona en cuestión, lo que por defecto, lo hacía sumamente peligroso y veloz si quería seducir a alguien, pues siempre parecía saber lo que haría dichosos  a los demás. Satanael sabía esto y había intentado con ahínco que el chico trabajase directamente bajo sus órdenes, pues admiraba la velocidad de Kellen para y eso habría resultados muy útil para reclutar adeptos, pero él era un ángel caído y Satanael no tenía ningún poder sobre ellos, así que sus artimañas chocaban contra la férrea voluntad de Kellen. En una oportunidad Samael había sentido curiosidad, porque Kellen, y en arrogante opinión, trabajaba en su bando, y aunque no se refería a Satanael con el tratamiento habitual de mi señor, no tenía problemas con quienes sí, así que Samael no entendía por qué se resistía a trabajar directamente bajo las órdenes de Satanael siendo que esto iba a proporcionarle un estatus superior dentro de la organización.

  • No me interesa – le había contestado Kellen con su parquedad habitual
  • Eso ya lo sé, ¿pero por qué?
  • Porque es igual al otro y la única diferencia es que éste nos da más libertad de acción

Samael no había insistido y lo atribuyó a la extraña personalidad de Kellen. Si bien en esencia todos los ángeles eran iguales, al caer cada uno había adquirido una materia que podía modificar de acuerdo a lo que iban viendo, de manera que sus aspectos físicos habían evolucionado con el tiempo. Del mismo modo, iban adquiriendo una personalidad que casi siempre estaba muy ligada a los dones o habilidades que habían poseído como ángeles. Kellen poseía aparte de la habilidad para encontrar cosas o personas, el don de la palabra y la socialización, pero a menos que le interesase por algún motivo, no hacía uso de los mismos y era considerado entre los miembros de su sociedad como un individuo desagradable, antipático y antisocial, y si a eso le sumaban el hecho de que cuando lo hacían hablar sin que él estuviese interesado en hacerlo, era sumamente cáustico y podía hacer sentir miserable a cualquiera con sus palabras. A diferencia de otros nephilims y descendientes, no se afanaba en acumular riquezas, y aunque evidentemente no le faltaba nada, cualquiera diría que vivía en la indigencia, pues residía en un departamento modesto, no se preocupaba gran cosa por su vestimenta y poseía un vehículo que en opinión de muchos era una chatarra, pero como cumplía fielmente con cualquier cosa que Samael le ordenase, entonces lo dejaban en paz, pero como también sabían las exorbitantes sumas que cobraba por sus servicios, no dejaban de preguntarse qué hacía con el dinero, pues evidentemente y por lo antes expuesto, no lo invertía en sí mismo, como era el caso de Varjan, otro caído que era el paradigma de la ostentación.  Los descendientes ambos bandos, habían aprendido por el camino difícil que meterse con aquel sujeto era un mal asunto, y en el caso de los shedims ni siquiera tenían ocasión de contarlo, así que ellos también terminaron por dejarlo en paz y si tenían la mala fortuna de topárselo inadvertidamente, entonces hacían el mayor esfuerzo por huir tan rápido como fuese posible.

Kellen no aceptaba órdenes de nadie, razón por la cual nadie intentaba dárselas y era la principal razón por la que había ido a parar a Bayal en más de una ocasión, porque si bien los del bando de Samael no lo hacían por órdenes de éste, no sucedía lo mismo con los cinco jefes del bando contrario, aunque quienes ostentaban el primer puesto en número de ocasiones en las que lo habían enviado a prisión eran Heylel, Araxiel y Sariel.

De manera que en esta oportunidad y teniendo los mejores motivos del mundo para marcharse tan pronto como fuese posible, miró a Azrael con su antipatía habitual y éste sonrió.

  • Voy a pagarte – le dijo Azrael
  • Págale a otro, yo tengo cosas qué hacer y ninguna incluye conseguirte nada

Dicho esto se dio la vuelta y se marchó. En otras circunstancias o tratándose de otro individuo, aquella actitud habría desatado la ira del irascible Azrael, pero por lo que ya se explicó anteriormente, ninguno de ellos esperaba ser obedecido por aquel portento de antipatía.

A pesar de que aquellas criaturas poseían la cualidad de poder trasladarse en forma instantánea a cualquier lugar, habían desarrollado la costumbre de hacerlo de forma más convencional, y aunque a Kellen le gustaba caminar, podía hacerlo a una velocidad tan extraordinaria que no era perceptible al ojo humano, pero sí al de los de su misma especie.

  • ¿Qué estás haciendo aquí? – preguntó cuando percibió la presencia
  • Créeme que no es porque muera por disfrutar de tu agradable compañía, algo muy cuestionable si me preguntas – le contestó Badariel
  • Aja
  • Virgil me mandó a asegurarme de que estarías bien y regresarías a casa sano y salvo
  • Conmovedor
  • ¿Todo en orden?
  • Aja




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.