Demons (libro 2. Ángel Rebelde)

Preocupaciones

Originalmente Heylel había pensado mantener a Lil oculta y a salvo tanto de Satanael como de los suyos, porque su grupo representaba un peligro casi igual para Lil, y la única diferencia consistiría en que cualquier miembro de los Shekhiná le proporcionaría una muerte mucho más piadosa y rápida, debido a que su objetivo era evitar una posible catástrofe y no actuaban impulsados por el placer de causar daño.

La reunión que Heylel tenía pautada para ese día y por la que había hecho venir a todos los jefes, era porque se acercaba una fecha que siempre entrañaba peligro, pues cada 6 de junio de cualquier año, los shedims parecían enloquecer y era cuando más estragos causaban, pero si encima estaban a veintiún años después de cualquiera que terminase en 6, ya podían prepararse los hospitales y los empresarios de pompas fúnebres, pues la cantidad de heridos y muertos no sería nada normal.

Los cazadores de todo el mundo habían estado bastante ocupados en la búsqueda de la posible protagonista de la bacanal de Satanael para aquel año, y Heylel estaba seguro que muchos mercenarios también, pues ya había sucedido con anterioridad que alguno creía encontrarla o la encontraba de hecho y luego proporcionaba la información a cambio de una buena cantidad de dinero.

Para buena fortuna de Heylel, Lil vivía en Europa y aquel era el territorio de Araxiel, así que en las últimas semanas él había hecho lo posible por ayudarlo a encubrir su ubicación, de manera que en principio eso lo había preocupado poco. Sin embargo, las cosas se le habían complicado mucho, pues de todos los nephilims con los que Lil pudo haberse topado, tenía que hacerlo justamente con aquel que tendría pocos inconvenientes para reconocerla y muchos motivos para matarla sin detenerse a pensarlo, porque aparte de que Sariel era un guerrero y esto lo convertía por defecto en un cazador experto, se daba el caso de que tenía motivos personales para odiar a todos los shedims y a su descendencia más que ningún nephlim, ya que él había sido a uno de los que Lilit había logrado seducir, y aunque lo advirtió, como lo hizo con cierto retraso, no logró cazarla. Aunque todos se esforzaron por hacerlo entender que cazar a un shedim de la corte mayor era casi imposible y Lilit lo era, eso no contribuyó en nada a hacerlo sentir mejor, y lo que sí hizo, fue incrementar su empeño en acabar con tantas criaturas de aquellas como fuese posible.

Era por todo esto que Heylel ahora estaba en un dilema, ya que no podría ocultar la existencia de Lil ni dar una explicación coherente a la presencia en su propiedad de un individuo como Kellen, a quien todos creían un Olam, muy neciamente por cierto en opinión de Heylel, sabiendo como sabían todos quién era Kellen, pero aun suponiendo que encontrase algo medianamente lógico qué decir, sus compañeros le exigirían la cabeza de Lil aun cuando no supiesen la parte más problemática, y esperaba que en realidad Sariel no hubiese tenido tiempo de llegar a esa conclusión. Pero fuera como fuere, el panorama no lucía nada alentador, así que antes de dirigirse al salón donde ya todos debían estarlo esperando, se fue a ver a Kellen.

  • ¡Vaya! – exclamó él al verlo entrar – Eso fue rápido
  • Aún no ha sido – aclaró
  • Pues entonces estás tardando mucho y te advierto que no suele despertar del mejor humor, menos aún si…
  • Cierra la boca y presta atención – lo interrumpió

Sin embargo, no dijo nada, sino que le transmitió una información en forma directa a su cerebro.

  • ¿Has comprendido? – le preguntó
  • Sí, lo que no sé es si sea la mejor idea, aún es débil y…
  • Y tú te encargaras de que lo resista

Dicho esto se acercó a la cama donde se encontraba Lil, se sentó y le acarició el cabello.

  • Vas a estar bien princesa, te lo prometo – susurró junto a su oído

La contempló durante unos segundos más, se inclinó para rozar sus labios y luego se puso de pie, le hizo una seña a Kellen que la alzó en brazos y abandonaron la habitación. Unos minutos después los vio alejarse y suspiró, si las cosas no salían como esperaba, al menos se había asegurado algo más de tiempo.

 

No bastaba con ser un descendiente para entrar a Shadow Land, pero por supuesto los hijos de los Shekhiná podían acceder con libertad y en cualquier momento, de manera que aquel día se encontraban algunos de ellos reunidos allí a petición de Devriel.

  • ¿Qué sucede contigo, niño? – preguntó Kamiel después de escuchar a su hermano – Lo que haga tío Virgil es su asunto y nosotros no tenemos por qué meternos en ello, así que olvídalo
  • ¿Acaso eres sordo Kami? Lo que sucede es serio y… – estaba diciendo el chico con disgusto y a continuación recibió un golpe en la cabeza
  • Te he dicho que no me llames así, Devriel – dijo con voz helada

El resto de los presentes ahogó la risa, porque ninguno quería disgustar a Kamiel, pero todos se divertían mucho con aquel pleito entre el díscolo Dev y su hermano mayor. Araxiel nunca había ocultado ante sus hijos su paternidad ni su descendencia, de manera que a diferencia de otros nephilims que no siempre conocían a sus hermanos, sus hijos se conocían tan pronto como era posible y seguro hacerlo. Esto había contribuido a que los chicos tuviesen buenas relaciones y se conociesen bien, pero en el caso de Dev que era una versión más joven, pero idéntica de su progenitor, les había hecho la vida miserable a sus dos hermanos, porque el muchachito aquel aparte del conocido humor heredado de su padre, era un incordio por derecho propio, pero sumado a lo anterior y en muchos casos debido a, había estado a punto de morir en incontables ocasiones. No obstante, entre todos habían logrado que llegase a la mayoría de edad sin perder su alocada cabeza, lo que Kamiel nunca consiguió fue que lo llamase por su nombre, algo que Dev no había sido capaz de hacer jamás, y desde que aprendió a hablar lo llamaba Kami para ira de él y regocijo de Eliel, el otro hermano y que en ese momento era el único que estaba riendo.

  • Olvida esa necedad, Kami – continuó Dev en forma suicida en opinión de los presentes que conocían el genio del mayor – Y como estaba diciendo, lo que sucede es serio y tiene que ver con una chica.
  • ¿Con una chica? – preguntaron al mismo tiempo Azkhel y Miliel que eran las dos únicas mujeres de aquel grupo
  • ¿A qué te refieres? – preguntó Enamel




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