Aunque la mayoría de los ángeles caídos habían adoptado una apariencia masculina, Limeriel era uno de los pocos que había adoptado el aspecto femenino desde un inicio. A pesar de que debido a su nueva condición se había enamorado en algunas oportunidades, había sido también una de las que se había esforzado en no tener descendencia para no disgustar a Heylel, pero finalmente había sucumbido al deseo de tener un hijo y lo había hecho. Fadiel que había sido madre hacía mucho tiempo atrás, le había aconsejado hablar primero con Araxiel para que éste a su vez fuese quien hablase con Heylel, pero ella se había negado decidiendo enfrentar la posible ira de éste. No obstante, y aunque efectivamente Heylel montó su habitual berrinche, ella lo soportó con estoicismo, y una vez que se deshicieron de los guardianes, que también y como cabía esperar, habían llegado a pelearse con Heylel por el desastre que estaba causando con su ira, las cosas volvieron a su cauce, y cuando nació Armeriel, Heylel sucumbió a la emoción y a partir de entonces había tratado al chico como si fuese suyo, lo que había llevado a la comunidad en general a pensar que así era.
A pesar de que Limeriel nunca había ocultado su maternidad, los nephilims que no eran tan cercanos al círculo íntimo de los jefes, seguirían pensando que Armeriel era hijo de Heylel y que intentaban ocultarlo por un asunto de orden político, y siendo que el muchachito, aparte de ser extraordinariamente poderoso, guardaba cierto parecido con el hipotético progenitor, aunque ni de lejos tanto como lo tenían Danael y sus hijos, la suposición sobrevivió.
Aunque Armeriel era un descendiente, debido a sus habilidades y al igual que Kamiel, comandaba una legión de nephilims, y tanto él como los suyos tenían asignada la vigilancia y protección del sur de Europa, de modo que iba poco a Shadow Land y su base de operaciones y residencia permanente estaba ubicada en Italia.
Limeriel se había acostumbrado a las largas ausencias de su hijo, y cuando lo echaba mucho de menos se trasladaba hasta donde estuviese, pero aquel día más que extrañarlo, estaba experimentando una desagradable sensación de peligro, de modo que se fue a buscar a Araxiel.
Una vez que Sariel había abandonado la sala tan abruptamente, Heylel no dio por concluida la reunión, sino que aún conversó un momento más con los otros, pero esto también fue intempestivamente interrumpido cuando él percibió el llamado de Kellen y se marchó sin dar explicaciones. Después de eso los demás se habían marchado, y como Limeriel vio que Araxiel no estaba de ánimo conversador, algo bastante extraño en él, había decidido dejarlo solo.
Ciertamente Araxiel parecía tener mucho en qué pensar y estaba bastante preocupado. Él al igual que Limeriel eran los más cercanos a Heylel, de modo que lo conocían mejor que nadie, salvo por otros seis individuos, y compartían con él un secreto que de haberse sabido, ocasionaría una debacle de proporciones incalculables.
Heylel y del mismo modo que todos los caídos, había absorbido las imperfecciones y el comportamiento general de los seres humanos, de manera que a lo largo de su ya dilatada existencia, había tenido aventuras en una cantidad difícil de contabilizar, pero solo en una ocasión anterior lo habían visto perder la cabeza por una chica, y aunque habían estado muy preocupados en ese entonces, la criatura murió antes de que tuviesen ocasión de pensar en una posible solución. Aquella había sido una de las peores épocas para Heylel, y tanto Limeriel como Araxiel pensaron que no podían vivir nada peor. Para entonces la humanidad atravesaba por uno de los períodos más críticos, el de las cruzadas; estas fueron unas páginas de la historia que se escribieron con la sangre de muchos seres humanos y donde las manos de Heylel estuvieron metidas en exceso. No obstante, lograron superar ese sangriento período, y aunque sería seguido por otros, la participación de Heylel sería más limitada.
Las cosas parecieron volver a su cauce al menos en el aspecto emocional para él, y aunque no dejó de tener aventuras, no volvió a involucrarse sentimentalmente con ninguna mujer y todas fueron simple pasatiempo, hasta ahora. Llegados a este punto, Araxiel estaba preguntándose qué hacer ante esto, porque teniendo muy presente cómo le había ido a Heylel y a todos a decir verdad, en la anterior ocasión, el panorama no se presentaba alentador y menos teniendo en cuenta quién era la criatura en cuestión.
Araxiel se había estado planteando dos posibles escenarios, en el primero, Lil tendría que morir, y por terrible que sonase habría podido considerarse como el mejor, ya que bien visto no sería tan malo teniendo en cuenta que era una shedim, pero faltaba muy poco para que cumpliese la mayoría de edad y llegados allí, ya sería más difícil, aunque no imposible, porque si bien Heylel no le había mentido a Lil al decirle que un nephilim no podía morir una vez superados los veintiún años, tampoco le había dicho toda la verdad, porque siendo que ella aparte de nephilim era una shedim, todavía corría el riesgo de perecer, aunque no sería un asunto sencillo una vez completado el ciclo de desarrollo. El segundo era más problemático, porque suponiendo que Heylel lograse salvarle el cuello a su damisela y retenerla a su lado, estaría arriesgando algo mucho más serio que lo colocaría en una posición muy peligrosa que terminaría destruyéndolo por completo.
Araxiel había jurado proteger a Lil y lo haría, pero una parte de él seguía esperando que alguien los librase de ella, y no porque tuviese nada personal en su contra, sino que pensaba en el peligro que entrañaba para Heylel si seguía con vida.