Samael estaba furioso y no había forma de disimular eso. Esencialmente, y siendo que todos los ángeles habían sido creados iguales, en un principio él no difería en mucho de Heylel, pero después de la caída algo cambió, pues Samael comenzó a ser consciente de que en realidad nunca habían sido iguales, y este descubrimiento trajo consigo un resentimiento que se materializaría más adelante con su disensión; desde entonces y si bien tenía casi los mismos problemas con Sariel, su enfrentamiento con Heylel era el que había envenenado sus días.
Iset era una shedim, tal vez fuese considerada la menos mala del conjunto y en teoría protectora de todas aquellas mujeres que se dedicaban al oficio más antiguo del mundo, pero no había que llamarse a engaño, pues la mencionada protección en realidad no era tal, ya que Iset era un espíritu maligno que perteneciendo a la jerarquía mayor, era capaz de adoptar una apariencia humana con la que bien podía inducir a sus supuestas protegidas a convertirse en lo que terminaban siendo, o seducir a cualquier incauto. El gran problema de Iset era que a diferencia de sus protegidas, ella se enamoraba de sus víctimas, pero aparte de que éstos nunca podían corresponderle, en realidad no se enamoraba, sino que se encaprichaba, pues como todo shedim, ella carecía de sentimientos. Difícilmente podría decirse que los shedims tuviesen buenas relaciones entre ellos, pero en el caso Iset y Lilit subsistía un pleito atroz, pues Iset era la única shedim, aparte de Lilit, que había logrado llevarse a Samael a la cama, ya que ni Abrahel, que era una experta en el asunto, lo había conseguido. Naturalmente Samael sabía esto y nunca mencionaba a la una en presencia de la otra, pero ese día estando del peor humor, lo descargó con aquella infortunada criatura.
Los ojos de la shedim se encendieron y sus cabellos naturalmente rojos, se transformaron en unas furiosas llamas que hicieron retroceder a Samael.
Un segundo después la shedim había desaparecido y casi inmediatamente quien apareció fue Arhiman.
Arhiman era la antítesis de Limeriel, porque él poseía el don de la concordia, pero había escogido el camino contrario y disfrutaba propiciando los pleitos.
Siendo que el mismo Samael pensaba eso, las palabras de Arhiman eran como sal sobre una herida abierta, así que se le fue encima con la previsible consecuencia, porque mientras él estaba furioso, Arhiman solo estaba divirtiéndose.
Samael sabía que por mucho que él hubiese trabajado en el bloqueo de los poderes de Lil, ella seguía siendo una nephilim y notaría si él estaba débil o herido y sentiría curiosidad, así que intentó serenarse.
La hilaridad de Arhiman obedecía a que él sabía que una noche en el lecho de criaturas como Lilit o Abrahel, era algo que estaba muy lejos de proporcionar una noche de descanso, y que el afortunado, en el caso de Samael que era un nephilim, terminaría igual que si hubiese tenido un furioso pleito con otro nephilim, mientras que un mortal ni siquiera podría contarlo, pues usualmente terminaban perdiendo el juicio o la vida.
Kellen pensaba dejar a Lil en su departamento y salir, pero antes de que pudiese hacerlo ella lo detuvo.