Demons (libro 2. Ángel Rebelde)

Mal día

Samael estaba furioso y no había forma de disimular eso. Esencialmente, y siendo que todos los ángeles habían sido creados iguales, en un principio él no difería en mucho de Heylel, pero después de la caída algo cambió, pues Samael comenzó a ser consciente de que en realidad nunca habían sido iguales, y este descubrimiento trajo consigo un resentimiento que se materializaría más adelante con su disensión; desde entonces y si bien tenía casi los mismos problemas con Sariel, su enfrentamiento con Heylel era el que había envenenado sus días.

  • ¿Noche difícil? – escuchó a su espalda y enseguida sintió unos dedos enredados en sus cabellos
  • ¿Qué estás haciendo aquí, Iset? – preguntó de malos modos - ¿Acaso todas las prostitutas del planeta dejaron el oficio? – preguntó con malignidad

Iset era una shedim, tal vez fuese considerada la menos mala del conjunto y en teoría protectora de todas aquellas mujeres que se dedicaban al oficio más antiguo del mundo, pero no había que llamarse a engaño, pues la mencionada protección en realidad no era tal, ya que Iset era un espíritu maligno que perteneciendo a la jerarquía mayor, era capaz de adoptar una apariencia humana con la que bien podía inducir a sus supuestas protegidas a convertirse en lo que terminaban siendo, o seducir a cualquier incauto. El gran problema de Iset era que a diferencia de sus protegidas, ella se enamoraba de sus víctimas, pero aparte de que éstos nunca podían corresponderle, en realidad no se enamoraba, sino que se encaprichaba, pues como todo shedim, ella carecía de sentimientos. Difícilmente podría decirse que los shedims tuviesen buenas relaciones entre ellos, pero en el caso Iset y Lilit subsistía un pleito atroz, pues Iset era la única shedim, aparte de Lilit, que había logrado llevarse a Samael a la cama, ya que ni Abrahel, que era una experta en el asunto, lo había conseguido. Naturalmente Samael sabía esto y nunca mencionaba a la una en presencia de la otra, pero ese día estando del peor humor, lo descargó con aquella infortunada criatura.

  • Largo de aquí Iset ¿o es que quieres que mi mujer te encuentre en una situación que comprometería mucho tu cabeza?

Los ojos de la shedim se encendieron y sus cabellos naturalmente rojos, se transformaron en unas furiosas llamas que hicieron retroceder a Samael.

  • Ese no es mi elemento preferido – dijo de peor humor aun, ya que esto traía de nuevo a Heylel a su memoria – así que te agradecería que evitases esa clase de exhibiciones en mí casa

Un segundo después la shedim había desaparecido y casi inmediatamente quien apareció fue Arhiman.

  • ¿No te parece que te arriesgas mucho tratándola de esa forma?
  • ¿Qué podría hacerme? – preguntó a su vez
  • Mmmm… la vida miserable, por ejemplo
  • De eso ya se encargó el desgraciado príncipe – dijo con ira mientras se llevaba un vaso a los labios

Arhiman era la antítesis de Limeriel, porque él poseía el don de la concordia, pero había escogido el camino contrario y disfrutaba propiciando los pleitos.

  • Me pregunto por qué siempre te dejas fastidiar por él
  • ¡Nos fastidia a todos! – exclamó Samael lanzando el vaso contra la pared
  • Solo porque tú lo permites – continuó Arhiman – Eras tú quien debía asumir el control de todo y dejaste que él te desplazara como lo hizo siempre y como lo sigue haciendo

Siendo que el mismo Samael pensaba eso, las palabras de Arhiman eran como sal sobre una herida abierta, así que se le fue encima con la previsible consecuencia, porque mientras él estaba furioso, Arhiman solo estaba divirtiéndose.

  • Cálmate Sam, al menos alégrate de que el niño no te obsequió con otras heridas como las de hace poco, y yo no quiero hacerlo tampoco. Dentro de unas horas vas a ver a tu hija y me imagino que querrás estar presentable

Samael sabía que por mucho que él hubiese trabajado en el bloqueo de los poderes de Lil, ella seguía siendo una nephilim y notaría si él estaba débil o herido y sentiría curiosidad, así que intentó serenarse.

  • ¿Por qué no vas a casa de tu adorable mujer en busca de lo que tan neciamente acabas de rechazar de Iset? – preguntó Arhiman y luego se marchó dejando tras de sí el eco de su risa

La hilaridad de Arhiman obedecía a que él sabía que una noche en el lecho de criaturas como Lilit o Abrahel, era algo que estaba muy lejos de proporcionar una noche de descanso, y que el afortunado, en el caso de Samael que era un nephilim, terminaría igual que si hubiese tenido un furioso pleito con otro nephilim, mientras que un mortal ni siquiera podría contarlo, pues usualmente terminaban perdiendo el juicio o la vida.

 

Kellen pensaba dejar a Lil en su departamento y salir, pero antes de que pudiese hacerlo ella lo detuvo.

  • ¡Ey!
  • ¿Qué sucede ahora Randall? No me dirás que temes dormir sola, porque si es así, te participo que ese sofá no se ve especialmente cómodo y tendrías que hacerme lugar en tu cama
  • ¡Cállate estúpido! Solo quería preguntarte si tu sabías lo que había pasado allá
  • Sé tanto como tú, porque por si no lo recuerdas, estaba contigo
  • ¡Lárgate!




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