Demons (libro 2. Ángel Rebelde)

Recuerdos

Dada la naturaleza de las heridas sufridas por Samael y que revestían mucha gravedad, ya que Araxiel no se había limitado a literalmente clavarlo al piso atravesándole el pecho con su espada, sino que lo había herido en diversos lugares causándole serios daños a muchos órganos, y siendo que el mismo Azrael aún se recuperaba del atroz ataque sufrido a manos de Heylel, tuvo verdaderas dificultades para componerlo. Pero una vez que él finalizó, Samael cerró los ojos y comenzó a repasar lo sucedido.

Aún no tenía muy claro a qué había obedecido la extraña actitud de Heylel, aunque a decir verdad no tenía nada claro, pero a la primera conclusión que llegó fue a la de que conociendo a Heylel y sabiendo que aquel cretino era un mujeriego con una muy exacerbada tendencia a la lujuria y que en lo único que se diferenciaba de él mismo era en que Heylel solo había engendrado un único hijo, pero en perfecta correspondencia con su carácter egoísta y egocéntrico, perseguía a casi todos sus congéneres por ir por ahí reproduciéndose en forma indiscriminada, solo podía haber un motivo para el mencionado y extraño comportamiento hacia Lil.

Siendo que Samael estaba en la creencia de haber realizado un inmejorable trabajo en cubrir las huellas de la identidad de su hija, con seguridad el imbécil aquel se había sentido atraído por la chica, pero estando al tanto también de la necia costumbre de Heylel a perder el tiempo cortejando a sus víctimas en lugar de ir directo al grano como hacían todos ellos, aún no había tenido oportunidad de alcanzar su objetivo. Pero otra parte, Samael estaba igualmente en conocimiento de que otra de las muchas manías de Heylel era la de no meterse con nephilims y quizá esto también había evitado el asunto, y como tampoco era del todo estúpido, lógicamente y si bien no había modo de que supiese quién era ella, lo que no podía evitar era notar que era una nephilim. Sin embargo, todo lo anterior se caía ante el hecho de que en realidad Heylel sí sabía quién era, pues la misma Lil había dicho que era él quien la había puesto al corriente. Y sumado a todo lo anterior, estaba el hecho de la imposibilidad de que Heylel se acercase a Lil sin que él lo supiese, pues Kellen no la abandonaba en ningún momento a menos que… Samael detuvo un momento sus pensamientos al recordar que Kellen ciertamente había tenido que dejarla sola en una oportunidad reciente cuando él lo envió a buscar a Sebastian, así que se preguntó si sería justo en ese intervalo de tiempo cuando Heylel la había conocido y se maldijo en todos los tonos, porque si había sido así, era improbable que Liver hubiese podido hacerle frente. Por ese mismo camino recordó que Heylel ya le había dicho que había suprimido los recuerdos en varios de sus hombres y posiblemente lo había hecho también con Liver y eso explicaría por qué él no se había enterado de ese encuentro.

Es justo decir que Samael estaba furioso consigo mismo por aquel imperdonable descuido, porque ya había tenido ocasión de comprobar que apartar a Kellen de su hija era un mal asunto. Cuatro años atrás y cuando Sebatian lo había hecho notar el inusual interés de Kellen en Lil, él había cometido el mismo error relevando a Kellen de su cargo, y aunque en ese tiempo no había sucedido nada especialmente malo, y tanto Sebastian como Liver se habían encargado de mantener a raya y convenientemente alejados a todos los chicos que se fijaban en su hija, cuando Andras hizo su aparición, y aunque Sebastian había tenido un horroroso pleito con él, Samael sabía que éste no tendría mucha ventaja sobre Andras si el muchachito aquel se proponía seducir a su hija, de modo que se fue derecho a gestionar la salida de Kellen de Bayal a donde él mismo lo había enviado poco después de que él le prohibiese acercarse a su hija, pero después que lo había pensado un poco, había ido a verlo y desde entonces había venido haciendo el trabajo de inducirlo a ver a Lil como su futura soberana y estaba bastante seguro de que ya el chico estaba en condiciones de hacerse cargo de su seguridad nuevamente sin causar trastornos, y así fue. Kellen lo convenció en cuanto a que si bien era cierto que Andras estaba muy interesado en Lil y que ya sabía, como era natural que fuese, que Lil era una nephilim, no tenía modo de saber nada más, y que era mejor no hacer mucho escándalo al respecto para no despertar sus sospechas. Sin embargo, como el muchachito aquel no se había mostrado dispuesto a alejarse de su hija después que Kellen apareció de nuevo, Samuel tomó la decisión de tener una conversación con Andras. Después de eso las cosas habían seguido su curso natural y esperado hasta el momento presente, en el que Samael aún se estaba preguntando qué había sucedido y cómo resolverlo.

 

En otro lugar y del mismo modo que Samael intentaba poner orden en sus caóticos pensamientos, Heylel estaba en situación similar a pesar de ser quien estaba en posesión de mayor información acerca de los hechos.

La primera vez que había visto a Lil había sido en forma fugaz y casual, pues lo que lo había llevado a Londres había sido otro asunto. No obstante, y como era cierto que él en ocasiones se divertía con la necedad de los humanos, había decidido echar un vistazo a la joven estudiante que insistía tanto en entrevistarlo, lo que no había esperado era que se tratase de la misma chica que había visto en el pub, lo que vendría a refrendar la máxima de que no existían las casualidades, pero hizo eso a un lado y estuvo observándola por un largo rato mientras invadía sin ningún escrúpulo sus pensamientos, enterándose así de sus planes y de todo cuánto había estado pensando con respecto a él tanto en ese momento como desde que le habían asignado aquel trabajo que, por cierto, ella encontraba muy odioso. En el transcurso de su observación y siendo que lo que veía del exterior le gustaba mucho, concluyó que en aquella ocasión la diversión podía reportarle también mucho placer. Sin embargo, la opinión anterior se vería opacada cuando se acercó a ella, porque estuvo seguro de dos cosas; la primera fue que estaba en presencia de una nephilim, y la segunda, que ella no tenía idea de eso.




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